martes, 8 de julio de 2014

ALFREDO MICHELENA, EL DESPELOTE GRAMSCIANO

Estamos en una crisis que atraviesa a toda la sociedad y se observa en todos los ámbitos y niveles.

DE  FRACASO EN FRACASO
El empeño de destruir el aparato productivo para montar otro, colectivista, simplemente fracasó. Ahora hablan de la necesidad de una Venezuela productiva y del fiasco de las expropiaciones. Cada vez menos gente cree en Maduro o que el chavismo puede sacar al país del atolladero. El PSUV a las puertas de una convención parece estallar. La carta de Giordani, muestra apenas el tope del iceberg. Maduro pide lealtad y Cabello acabar con los grupitos, lo que revela la profundidad de la crisis. No hay un líder, como dijo Giordani, y la dirección colegiada que esperaban muchos luego de El Finado, no se ha dado.
Quienes mantienen atadas las  iracundas facciones son los hermanos Castro, con su G2 y sus asesores. El último, el cubano Orlando Borrego, compañero del Ché, vino a componer la casa, a "mejorar la eficiencia socialista". Pero, es que “real no hay”. La única alternativa,  a corto plazo, es cortar los subsidios, pero no en lo interno, pues aceleraría la pérdida de apoyo popular, sino en el exterior y por supuesto el principal es el de Cuba, con $13.000 millones anuales o más. Pero, ¿lo hará Borrego?
Estamos en una “crisis orgánica”, según Gramsci. La clase dirigente ya no hace avanzar a la sociedad como un todo y solo satisface las exigencias de su propia existencia;  deja de ser dirigente para ser dominante y pierde la hegemonía, al perder el consenso. ”Lo viejo no muere y lo nuevo no puede todavía nacer”.
La oposición es vital para el buen morir del régimen. Pero está crisis. No hay un discurso claro y sencillo que explique el fracaso del chavismo y muestre una salida a este despelote. Los varios lideres de los múltiples pequeños partidos y movimientos, no se ponen de acuerdo. Dialogan con el régimen, pero no entre ellos. A los estudiantes los dejaron solos. Ni una marcha en contra de la represión, los presos políticos  o simplemente para acompañar a los jóvenes. La gente esta harta, no ve en la oposición una alternativa.
Quieren correr la arruga hasta las elecciones de 2015, en la inteligencia de que se ganará la Asamblea y empezará el verdadero cambio. Pero estudios serios señalan que aún ganando por 400.000 votos, y más, la oposición no controlará la Asamblea. No se asombren, eso ya pasó. Nuevas leyes y normativas electorales han acabado con la representación proporcional que consagra la Constitución. Sin un liderazgo orgánico y proactivo no hay salida al despelote.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena

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