La
cultura de la violencia en nuestro país, se nos ha venido imponiendo desde las
conductas, actitudes y formas de gobernar de quienes se han adueñado del poder en los últimos 15 años.
Impulsadores de un
mal llamado socialismo del siglo XXI, q no es más que el reflejo de la
injusticia, de la represión, de la discriminación, de la tortura, de la cárcel,
del exilio, de la usurpación y explotación de los recursos naturales, legal
pero fraudulentamente a favor de los dueños del poder, desde el militarismo,
golpismo y la práctica salvaje de la usura e imposición de reglas en contra de
los pobres y excepciones a favor de los acaudalados y poderosos del gobierno
.
La
fisura inmensa entre extrema pobreza y extrema riqueza, ha ido generando odio y
violencia entre chavistas y opositores,
y esto se acrecienta a medida que el asalariado va descubriendo que su
patrón se va haciendo cada vez más rico, mientras el trabajador sigue siendo
cada vez más pobre, con el miserable salario mínimo que recibe, que no le
alcanza ni para sobrevivir
.
¿Es
cultural el fenómeno de la violencia? Claro que sí lo es, porque es el
producto de la reacción forzada por el hambre, la miseria y la carencia
que padece la población venezolana pobre, sobre todo, cuando la conducta se
tradiciona en procedimientos funcionales.
Y
cuando las condiciones de pobreza muestran leves mejorías por implementación de
algunos programas sociales como las llamadas misiones en contra de la pobreza o
por los pocos emprendedores que se atreven a montar microempresas, pues ante
estas alternativas, quienes mandan, ejecutan métodos y estrategias para
facilitar condiciones que mantengan o sostengan los niveles de inseguridad, el
crimen, la zozobra y la desesperanza, para garantizar su estatus.
Es
penoso que nos siga afectando esta epidemia llamada socialista-comunista, y
luego se nos llame a Venezuela “un país comprometido”, y es que la carencia de
liderazgos tanto de izquierda como de derecha, no nos permite unir esfuerzos
para atacarlo, porque nuestra sociedad está fragmentada en todos sus aspectos,
lo que potencia el viejo asunto del clasismo, aunando en esto, la atomización
social, que solo beneficia al poder.
¿Es
posible atacar el fenómeno de la violencia de forma eficaz y efectiva, por
medio de la cultura y de la educación? Si, es posible, porque el trabajo por la
cultura de una nación debe abarcar ese aspecto, pero ese trabajo debe ser
acompañado de transformaciones de orden estructural en el sistema educativo, lo
que incluye la masificación y popularización de las artes y las ciencias
humanísticas, para cumplir con los derechos que tiene la población a disfrutar,
participar y hasta producir en estos aspectos
Pero
para acabar con la violencia, hay que corregir la plana impuesta en este
socialismo-comunismo por la injusticia social, la desigualdad, la concentración
de la riqueza en pocas manos rojas-rojitas, y sobre todo, reconstruir la
dignidad nacional que ha sido el problema mayor, dado que por ello, nuestra
soberanía cultural y educativa ha sido invadida, con salvoconducto estatal, de
tanta basura subcultural que ha complicado más las conductas de violencia.
Esta
es una responsabilidad del estado en general y del gobierno
socialista-comunista en especial, del que han debido aparecer líderes
reales y no solo PSUVISTAS que enfrenten
tan grave dificultad, pero no les conviene.
Hay
que deshacer los vínculos generados por
este socialismo-comunismo respecto a la educación y a la cultura, porque
da vergüenza que se nos vea en otros países como ciudadanos salvajes,
criminales, corruptos, mal educados, de pobre cultura y en todo el mundo, solo
por la conducta de sectores gubernamentales
interesados en sostener la situación de violencia, poniéndole a ésta
espiral delictiva, raíces políticas e ideológicas, maquiavélicas, mórbidas, mal
intencionadas, conducidas y sostenidas por grupos de ultra-izquierda que
obedecen línea de ofensiva desde uno de los bandos políticos, por mezquindad y
estrategias ruinosas que llevan la intención de dañar la imagen del grupo opositor o contrario.
No
es posible que sigan existiendo amparadores del mal, que a control remoto,
planeen y resuelvan fríamente, cuantos deban morir para cumplir con una
estrategia de beligerancia impulsada por tan bochornosa mezquindad, que solo
lleva la intención de impedir que otros
hagan algo por el bienestar de nuestra ciudadanía venezolana, asunto que los
diabólicos y maléficos del régimen gobernante jamás quieren ni intentan.
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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