Iván Simonovis y Leopoldo López, dos presos
emblemáticos del régimen, se encuentran confinados por razones distintas,
aunque en el fondo sea por los mismos factores: el olímpico desprecio que los
comunistas sienten por la democracia, el estado de derecho, la independencia
del Poder Judicial, la libertad de opinar y disentir, la pluralidad de
pensamientos y acción política.
Maduro sabía que el diálogo
con la MUD no prosperaría mientras persistiese la crueldad contra el antiguo
comisario, acusado de delitos que no cometió. Sin embargo, carece de fuerza
para liberarlo del cautivo, decisión lógica y necesaria para romper el hielo
con la oposición. Se impuso el criterio de quienes piensan dentro del Gobierno
que cualquier apertura hacia la MUD significa un signo de debilidad
inaceptable. A los aliados, todo; a los adversarios, todo el peso de la ley,
entendida esta como una camisa de fuerza diseñada para contener y aplastar a
los opuestos. Ya lo decía Lenin: en el diccionario de los revolucionarios no
existe la palabra piedad. Fidel Castro también ha sido elocuente: a los
inocentes y, en apariencia, inofensivos, hay que darles duro; sirve para
atemorizar e inhibir a los potencialmente peligrosos. Este siniestro diseño se
les aplicó a Teodoro Petkoff, a quien Diosdado Cabello le impuso un humillante
régimen de presentación semanal a un tribunal, y a los estudiantes, a quienes
se les inventó un prontuario para encarcelarlos.
Desde
el 12 de febrero, fecha que inicia una nueva etapa en la larga resistencia para
evitar que el régimen rojo imponga su hegemonía total, el papel desempeñado por
Leopoldo resulta fundamental. No voy a entrar a considerar si “La Salida” que
plantea es adecuada o no. Lo esencial reside en que los métodos que propone son
democráticos, basados en la Constitución y la participación popular, y se
convierte en víctima de un régimen incompetente, corrompido y macabro, que,
dentro de la más pura ortodoxia comunista, ha sometido todos los poderes del
Estado para imponer su hegemonía, anulando las conquistas democráticas
relacionadas con la libertad de opinión y organización. Como en el caso de
Simonovis, para arrollar a López el régimen recurre a la infamia y al uso de
infelices juezas que obedecen como vasallas las órdenes de la cúpula roja
asentada en Caracas y La Habana.
Contra
Simonovis y Leopoldo el régimen ha actuado no solo con descaro, sino también
con obscenidad y soberbia. No ha respetado ni siquiera las formas mínimas que
se mantenían, incluso, en algunos de los antiguos satélites de la URSS. Las
próximas víctimas de esta ofensiva autoritaria podrían ser María Corina
Machado, Antonio Ledezma y los más connotados representantes de la MUD, del
movimiento estudiantil y de cuanto gremio o sindicato se destaque en la lucha
por mantener vivos los restos que quedan de democracia. Resistir y actuar es lo
que nos corresponde.
Trino
Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
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