jueves, 26 de junio de 2014

SUSANA MORFFE, OFENSIVA INFORMATIVA (ENTRE CIELO Y TIERRA)

Hoy no vamos hacer referencia de la carta vengativa con señalamientos y disculpas de Jorge Giordani, ya los de su equipo político se han encargado de reactualizar la canción de Gualberto Ibarreto que dice: “Esa carta, desgraciada, puño y letra de mi amadaaaaa”. Tampoco vamos a referirnos a la solicitud de lealtad que hizo el mandatario nacional a sus seguidores, para que continúen en la revolución de la revolución, ante un posible desbordamiento. De tal modo, para esta semana nos vamos a referir a algo más serio, si se puede hablar de periodismo serio en estos tiempos.

Todos hemos sido preparados en las casas de estudios universitarios para la investigación, el análisis y la crítica, ésta última, es la que más aplican actualmente los periodistas, debido a tres puntos importantes: la crisis que crece día a día, los continuos ataques a la prensa  y la libertad de expresión, en vías de extinción, asunto por lo demás imposible, pero se da en los regímenes dictatoriales.
La crítica periodística puede ser constructiva o destructiva, también complaciente y muy imparcial. Cada colega se anotará en la que más se ajuste a su condición de integridad y personalidad. Nos ocupa, hacer crítica imparcial y constructiva, pero contundente y quizás irreverente, muy poco agradable cuando se debe decir la verdad pura y simple, consciente de ser una molestia para los que son señalados y puestos al descubierto. Con todo, el oficio no es nada fácil en estos tiempos, ya que genera incomodidades, mucho más sin son puestos sobre el tapete los mismos buscadores y procesadores de noticias, por lo que, la diplomacia, no  aplica con el objetivo de presentar los hechos de manera veraz.
Los periodistas de hoy están llamados a realizar una ofensiva informativa y abandonar esa postura de pedigüeño noticioso, haciendo caritas, complaciendo, haciendo favores y  arrastrándose por un sueldo de  buhonero, con tal de procesar información, muchas veces para ciertos guisos colectivos y personales. El que acabamos de describir no debería ser periodista, acomodaticio para subsistir y subalterno académico para dejar en las manos de un improvisado o mercantilista, los  conocimientos adquiridos en una universidad.
La dignidad humana no está perdida, cuando cada uno lucha por hacerla respetar, pese  que algunas individuales puedan llegar a decir, con qué se come eso. Pues se come siendo profesionales íntegros, que manejan ideas, conceptos, posturas  y lenguaje apropiado de un servidor público profesional, con características valientes para una profesión que día a día aumenta, por la competencia de los medios y la avasallante tecnología. Detenerse en el camino y valorar el peso específico que se  ha alcanzado a lo largo del ejercicio periodístico, sin atajos inapropiados, para continuar avanzando, eso se llama dignidad.
Emular a los periodistas profesionales es una práctica común, debido a que la tecnología, hoy día, permite a otros ser buscadores de noticias, montadores de ollas y fanáticos para levantar matriz de opinión y hablar sin propiedad de tubazos. De tal manera que el oficio de periodista en estos tiempos, se ha venido a menos, porque los verdaderos titulados, hemos permitido gran cantidad de distorsiones, abusos y tratamientos de amiguismos, para alcanzar un propósito malsano. La esencia del periodista se ha ido desvirtuando y el culpable no es el imperio, sino nosotros mismos, por no hacer valer el derecho y el respeto del profesional de marras.
El gremio de periodistas ha rechazado lo que finalmente consiguieron los legisladores o leguleyos de Margarita, individuos de número, no de una academia, sino un centro de corrupción institucional, arrebatándole la distinción que otorga el organismo a los periodistas destacados en su labor, y extender el mismo, a unos pingüinos que solo saben estar en manadas para subsistir a la intemperie, en la que se encuentran, por los mismos gobierneros, con absoluto desconocimiento del oficio periodístico.
Los premios para los periodistas deben ser designados por una comisión evaluadora de alto nivel y no por ataja votos, prebendas políticas, amigueras o compadrazgos.

Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.desdelaisla.hazblog.com

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