martes, 10 de junio de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA VARIABLE HUMANA,

Este cuento largo o noveleta de Philip K. Dick fue publicado en 1953 y pertenece a ese período intenso de producción del autor, mucho antes que la fama le llegara; también fue la primera obra de literatura que leí en mi Kindle (artefacto para leer textos digitales en una pantalla, para los que no saben cómo funciona, les recomiendo la lectura del cuento largo de Stephen King, Ur), para mi gusto, una obra de Ciencia Ficción es apropiada para familiarizarnos con nuevas tecnologías.

La historia va como sigue: en el futuro, el sistema Sol estaba en guerra con el sistema Centaurus, eran los planetas Terra vs. Proxima, una confrontación bastante singular basada en estimados estadísticos calculados por supercomputadoras; Terra hacía investigaciones y diseños de una nueva arma, los espías se enteraban y Proxima hacía las investigaciones y diseños de una nueva defensa que dejaba a la nueva arma obsoleta, pero era una carrera armamentista muy peculiar, no había tiempo de construir ni las armas ni las defensas, por lo que inmediatamente saltaban a las investigaciones y diseños de una nueva arma y su respectiva “contra”.
De esa manera ambos mundos encontraban un equilibrio proporcionado por los números que arrojaban las computadoras, 21-17 a favor de los de Centaurus, información que incluía todas las variables posibles que provenían de todos los sectores de ambos sistemas, pero el mes anterior estaban 24-18 a favor de Terra. Así ocurría desde hacía años, ninguno se atrevía a atacar al contrario con el poco tiempo que disponían de ventaja; cuando un arma llegaba a ser construida ya era inútil, forzando a sus equipos de investigación científica y constructores a planificar armas que jamás pasaban de las mesas de diseño, hasta que…
Terra venía trabajando en una nueva bomba llamada Icarus, una bomba capaz de alcanzar 50 veces la velocidad de la luz y al ser lanzada contra Centaurus, éste no escaparía a su destrucción total; había varios problemas: el primero, que su cabezal de control era tan complicado que requería de expertos en micro mecánica para armarla, que no los tenían; la segunda, llegar a 50 veces la velocidad de la luz suponía problemas graves con la ruptura del tejido espacio tiempo continuo, había que bajarle la velocidad a los propulsores del arma.
Durante los experimentos, cuando se hacían las pruebas de la capsula para la bomba, se abrió un portal en el tiempo y se trajo accidentalmente del viejo planeta tierra un espécimen humano de 1914.
Los datos estadísticos del proyecto Icarus, introducidos en la computadora, revelaban la posibilidad cierta de por fin ganar la guerra; si se construía la bomba, Centaurus no tendría la menor oportunidad de sobrevivir, pero cuando introdujeron la información del extraño visitante del pasado, la computadora se volvió loca y dejó de funcionar, como dicen los forenses en informática, “se colgó”.
Thomas Cole era uno de los pocos hombres de mediana edad que no había sido reclutado y enviado a pelear en las trincheras de Europa durante la Primera Guerra Mundial, andaba por los caminos rurales de la Norteamérica profunda con una carreta tirada por un caballo, ofreciendo sus servicios como reparador de cualquier cosa mecánica, desde un reloj hasta un motor de diesel, tenía una habilidad especial con las manos, sobre todo con los dedos, para manipular objetos muy pequeños y delicados, tenía un don natural para saber qué se conectaba con qué, en medio de un amasijo de piezas, y por su trabajo, cuando no había dinero, los EEUU se encontraban en plena recesión económica, se conformaba que le pagaran con una comida.
Cole era la variable humana que los computadores de Terra no podían encajar dentro de sus estimaciones, por lo que se convirtió en el hombre más buscado de la historia, un grupo quería simplemente matarlo, el otro lo necesitaba para que terminara de armar la bomba Icarus.
Esta sorprendente historia es magistralmente contada por Dick, con gran precisión y economía de palabras, pues no deja nada al voleo, todo encaja perfectamente, incluso se da el lujo de explicar algunas complejas nociones de física que hacen aún más verosímil su historia, no en vano Dick era un maestro de la ciencia ficción.
La variable humana (The Variable Man), es una de esas historias que te capturan desde el comienzo, describiendo un mundo donde la tecnología se ha convertido en la razón de vida de una civilización. Stanislaw Lem, ese otro genio de la ciencia ficción, en su ensayo sobre Dick, cuyo título es Un visionario entre charlatanes, nos dice: “La imposibilidad de que la civilización vuelva a la naturaleza, que es equivalente a la irreversibilidad de la historia, lleva a Dick a la conclusión pesimista de que buscar en el futuro lejano la consecución de los sueños de poder sobre la materia convierte el ideal de progreso en una caricatura monstruosa.”
Recomiendo sin reservas la lectura de esta historia para los que quieran una suculenta – a veces, forzosa - evasión a mundos fantásticos.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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