Una
caja de ahorro, como toda organización de economía social (OESs), y
particularmente como una cooperativa, es constituida voluntariamente por grupos
de personas que buscan satisfacer sus necesidades de ahorro y de consecución
oportuna de créditos, gracias a una empresa de ahorro y crédito de propiedad
colectiva y de gestión democrática. A diferencia de los fondo de ahorros, en
los que los patronos regularmente aportan cierta cantidad sobre los montos
ahorrados, una caja depende exclusivamente de sus asociados y debe ser autónoma
en sus decisiones: no depender de una rosca, de un partido, ni del gobierno.
Obvio,
toda caja de ahorro no persigue fines de lucro. Se supone que percibe ahorros de sus asociados a quienes presta con
unos intereses que al final, luego de deducidos los gastos, darán yunos
excedentes que deben ser distribuidos entre ellos aplicando el valor de la
equidad, a quien más ahorró más excedentes le toca; una regla de tres simple en
definitiva.
En
otros países como Canadá, se denominan
cajas de economía, son fuertes y están integradas en una federación que le
concede fortaleza para enfrentar amenazas de cualquier naturaleza como las
gubernamentales; allá practican, como debe ser, los valores y principios
cooperativos. En nuestro país, no es así. Por lógica de OESs, deberían
integrarse mediante redes, centrales, uniones o federaciones, tal como las
cooperativas, para poseer fortalezas.
Siendo ellas de base, es decir de primer grado, esos organismos de integración
serían de segundo grado y estarían al servicio de las cajas fundantes,
estableciendo sistemas financieros propios para aplicar de mejor manera en
proyectos de sus asociados los dineros inmovilizados y no ser simples
depositarias de bancos privados o del gobierno. Esos organismos de segundo
grado deben surgir de la base, de las cajas que los constituyan, jamás ser
impuestos por el gobierno.
Pues
bien, el Sr. Maduro, ante la vacía olla
de recursos gubernamentales, se propuso
impulsar “una ingeniería financiera” para salvar de la debacle la populista
Misión Vivienda, pero con los ahorros de años de los asociados a las cajas, que
irán a un improvisado Fondo Nacional de Prestaciones Sociales y de Protección
de las Cajas de Ahorros de los Trabajadores, invento de escritorio sin obvia
participación de los ahorristas pues solo convocará a sus presidentes.
El
Sr. Maduro habla de un “segundo milagro” referido a la Gran Misión Vivienda.
Quienes durante años monitoreamos los malabarismos gubernamentales con las
cooperativas como “puntas de lanza del proceso”, sabemos que este gobierno es
el artista de las quiebras, y que así como el mandatario Chávez tiene en su
haber el mayor cementerio de cooperativas del mundo, más de 310.000, el Sr.
Maduro tendrá el de las cajas de ahorros.
Oscar
Bastidas-Delgado
oscarbastidasdelgado@gmail.com
@oscarbastidas25
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