Lo
trascendental no es que Giordani sea un “traidor”. Allá ellos que lo
mantuvieron como zar todopoderoso de la economía durante catorce (14)
años. Lo que tiene importancia política
incalculable son sus revelaciones sobre el manejo económico del chavismo.
Maduro
y su equipo han reaccionado según lo acostumbrado. Giordani es un “desertor”, un “traidor”.
Pronto dirán que es un agente emboscado del Imperio. Tienen confianza en que sus creativos
publicitarios van a lograr que esta carta-denuncia se sepulte en el olvido, al
igual que nadie habla hoy de aquella grabación con declaraciones escandalosas,
que el conductor de La Hojilla, Mario Silva, le hizo al jefe del G2 cubano en
Venezuela.
Con
excepción de Giordani el mismo equipo continuará aplicando las mismas políticas
impuestas desde La Habana. El eje de ese
modelo es la eliminación de la propiedad privada. En Cuba fue eliminada hace años. La realidad venezolana impuso avanzar
gradualmente, pero se avanza, sin respeto a la Constitución, sin pagar
indemnización a los propietarios de fincas agropecuarias y de plantas
industriales.
La
carta-denuncia confirma todas las críticas y revelaciones contra el gobierno en
quince (15) años de chavismo. Confirma
el ventajismo descarado de utilizar los dineros del Tesoro Público en “sumas
muy elevadas” para financiar las campañas electorales de todos los candidatos
del oficialismo. Giordani hace énfasis
particular en la elección presidencial del 2012, la última de Chávez como
candidato en que se batieron todos los records en cuanto a ventajismo. Los lectores podrán recordarlo haciendo un esfuerzo de memoria visual y
auditiva.
Se especula que el destronamiento de Giordani es previo a una rectificación de los dogmas económicos que inspiraron las extravagancias de Chávez. Sin embargo, un brusco cambio de ruta Maduro no lo dará sin luz verde de La Habana; y los Castros tienen pavor de que un cambio político en Venezuela, pueda privarlos de ese regalo fabuloso de 100.000 barriles diarios de petróleo.
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Atentado
en Los Próceres.- Hace 55 años, el 24 de Junio de 1960, el presidente Rómulo
Betancourt, salvó milagrosamente la vida.
Una bomba de alta potencia, operada a distancia, explotó al paso del
automóvil presidencial. El jefe de la
Casa Militar general Armas Pérez, murió instantáneamente. El Presidente sufrió lesiones de
consideración. Aquel si fué un
magnicidio felizmente frustrado.
Octavio
Lepage
olepageb@gmail.com
@Octaviolepage
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