miércoles, 18 de junio de 2014

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, MAQUIAVELO, CONJURA Y MAGNICIDIO

En estos tiempos de borrasca mi mente se ha dejado seducir por los clásicos para la confección del artículo y dudé en la escogencia entre José Fouché y Nicolás Maquiavelo. Opté por el segundo y mi memoria me llevó a la relectura del capítulo XIX  de El Príncipe porque trata el tema enunciado en el título. El contenido es sugestivo y de actualidad y por ello, me voy a permitir glosar algunos de sus decires sin desvirtuar en lo absoluto su pensamiento.

Carlos Delgado Chalbaud
"Y uno de los más potentes remedios que tiene un príncipe contra las conjuras es el no ser odiado por lo universal, ya que quien conjura siempre cree con la muerte del príncipe satisfacer al pueblo; pero cuando cree ofenderlo no toma ánimos para adoptar semejante partido porque las dificultades que tienen los conjurados son infinitas. Y por experiencia se ve que han sido muchas las conjuras y pocas las que han tenido un buen fin; porque quien conjura no puede estar solo ni puede encontrar compañía sino entre aquellos que creen estar descontentos".

En Venezuela se han presentado infinidad de conjuras, muchas develadas y también exitosas. Igualmente dos magnicidios: uno consumado, el de Carlos Delgado Chalbaud el 13 de noviembre de 1950 y el fallido contra Rómulo Betancourt el 24 de junio de 1960. 

El beneficiario del Magnicidio exitoso fue un milico compañero en el triunvirato escogido para gobernar el país para que la conjura triunfante el 24 de noviembre de 1948 se consolidara. En esta ocasión y a contrapelo de la teoría maquiavélica, el pueblo no participó y el poder se asentó con base al ejército. El intento fallido no tuvo apoyo ni del pueblo ni del ejército. Fue promovido por un factor de "afuera", para utilizar el léxico del florentino, como lo era el dictador que mandaba en la República Dominicana.

Romulo Betancourt Bello
"Y para  reducir la cosa a breves términos, digo que de parte del conjurante no hay sino pavor, temblor, sospecha de una pena que lo estremece; pero de parte del príncipe están la majestad del principado, las leyes, la defensa de los amigos y del Estado que lo defienden; de tal modo que la benevolencia popular, junto a todas estas cosas, hace imposible que alguien sea tan temerario que conjure. Porque si de ordinario un conjurante ha de temer antes de la ejecución del mal, en este caso debe temer todavía más (teniendo por enemigo al pueblo) después del exceso, no pudiendo esperar por esto refugio alguno".

Los citados como testigos por la FGR por los delitos de magnicidio y conspiración, además de negar enfáticamente los propósitos de los que se les acusa no manifiestan ninguno de los síntomas aludidos por él y se les debe considerar inocentes hasta que se les demuestre lo contrario ¿testigos de qué?

"Pero vengamos a Alejandro: el cual fue de tanta bondad que entre otras alabanzas que le son atribuidas, está esta: que en catorce años que tuvo el imperio nunca fue muerto nadie sin juicio previo; sin embargo, al ser considerado afeminado y hombre que se dejaba gobernar por su madre y al haber por ello caído en desprecio, conspiró contra él el ejército y lo asesinó".

Si quien efectivamente lo asesinó fue el ejército, podríamos aseverar que entonces contaban con una mayoría significativa para contrarrestar las eventuales reacciones que se ocasionarían.

"Pero si entonces era necesario satisfacer más a los soldados que a los pueblos, era porque los soldados podían más que los pueblos; ahora es más necesario para todos los príncipes, excepto para el Turco y el Sultán, satisfacer más a los pueblos que a los soldados, porque los pueblos pueden más que aquéllos".

El libro fue escrito en el año 1513 y mucha agua ha corrido bajo los puentes. Antes de 1513 hubo conjuras y magnicidios. En la actualidad, a nivel mundial, seguramente existen conjuras y en menor medida planes de magnicidio. Es como la gripe en el ser humano: jamás se está exento de padecerla.

En Venezuela la conjura ha estado en la mente de muchos de sus hijos y en los últimos 56 años ninguna ha salido triunfadora, entre otras cosas porque nos habíamos acostumbrado a la forma alternativa y democrática de cambiar  gobiernos. No cometeré la necedad de negar a priori que exista en alguna mente calenturienta y enferma que asuma esa acción deleznable y ajena a la idiosincrasia del venezolano, pero es una conducta atípica.

Lo que sí me niego a aceptar es que esos planes sean producto de los indicios y pruebas, para nada serias y sustentables, mostradas de manera tan torpe y teatral por el vocero autorizado del gobierno quien no designó al que podríamos denominar el órgano regular a tales efectos: el Ministro del Interior.

En lo personal hago fe pública de que no soy partícipe en conjuras y menos en planes Magnicidas y afines.

El texto de El Príncipe, corresponde al publicado por el diario El Nacional con la traducción y notas de José Rafael Herrera y Alejandro Bárcenas en 1999.

José Rafael Avendaño Timaury
Cheye@cantv.net
@CheyeJR

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