El
empleo precario se caracteriza por involucrar inestabilidad, desprotección
social, relación laboral endeble, limitados aumentos salariales y muy
especialmente una vulnerabilidad frente a la inflación que se traduce en un
impulso hacia la exclusión social. Es así, que la calidad del empleo depende
del equilibrio económico imperante como condición vital para evitar la merma en
la capacidad productiva nacional (y volverse dependiente de las importaciones),
cuyo comportamiento implica tanto la generación (o no) de empleos como la
disminución cualitativa de los existentes; al igual que en un incremento de los
desocupados, en una revitalización del sector informal de la economía y de un
aumento en los niveles de pobreza.
Sea
oportuna una primera reflexión: Hace una década el “Gobierno Revolucionario”
formalizó un conjunto de medidas de carácter social bajo la denominación de
Misión Vuelva Caras (“la misión de las misiones”), enfocado como un proyecto
clave para la gestión y desarrollo de una “economía social” a la luz de un
“modelo de real economía social” en aras de procurar la inclusión al proceso
productivo de los estratos sociales menos favorecidos.
Es
de obviedad manifiesta, que en la actualidad Venezuela presenta, por un lado,
un estancamiento económico observado por el decrecimiento del PIB que en lo
especifico de finales del 2013 reflejó un 2,6% resultado menor al 5,55
registrado en 2012; y por otro lado una elevada inflación básicamente
estimulada por un incremento persistente
de la liquidez monetaria, la cual durante el período mayo 2013 a mayo
2014 creció cerca de 76% desde 807.000 millones hasta 1.416.000 millones de
bolívares. Ambas situaciones, desde una visión holística, dibujan un escenario
nada apropiado para inducir crecimiento económico ni para generar empleos
productivos de calidad, más aún cuando es suficientemente conocido que la
emisión continua de dinero inorgánico no se convierte en un multiplicador de la
inversión dado el alto componente de
inflación reprimida que genera, ante la imposibilidad de ajustar los precios en
el marco de una economía con honda participación del Estado como distribuidor
de los ingresos fiscales y como controlador y regulador del mercado; ampliando su perfil rentista en relación al
sector hidrocarburos, con poca
participación del “ resto de la economía”. Todo ello debe complementarse, haciendo mención al decrecimiento económico
experimentado en los últimos tres trimestres (signo claro de una recesión!!) y
que para 2014, según el Banco Mundial, el crecimiento de la economía venezolana
será de un 1,1% (1% para 2015), con el consecuente efecto sobre el mercado
laboral (empleo y salario).
A
pesar de tal panorama, el Instituto Nacional de Estadística (INE) como
resultado de la aplicación de su metodología de características particulares
afirmó, en su informe del mes de abril 2014 (publicado el 28 de mayo), que la
economía durante el lapso abril 1999-abril 2014 fue capaz de absorber la
totalidad de la población económicamente activa y de incorporar a la ocupación
parte de la población desocupada; de igual modo indican que la tasa de
desocupación en abril 2014 descendió a 7,1%, según lo cual el aparato
productivo soportó el cierre de cuantiosas empresas y la disminución de
patronos; por su parte la población ocupada se situó en 13,1 millones de
personas de las cuales 5,3 millones (40,7%) se ubicó en el sector informal
mientras que 7,8 millones (59,3%) se localizó en el sector formal.
La
estimación de la INE en cuanto a la participación de la informalidad dentro de
la población ocupada, difiere de otras estimaciones realizadas por
instituciones no oficiales que sitúan la
tasa en un 60% para un total de 7,3 millones de trabajadores. Tal disparidad en
las estimaciones, debe encontrarse en que el INE incorpora como ocupada a
cualquier persona que estuviese trabajando hasta unas 15 horas en la semana
anterior a la aplicación de su encuesta; e igualmente consideran ocupada a todo
aquel que esté inscrito en una misión. Pensamos que tal metodología facilitó
que afirmaran que “en los últimos 15 años de Gobierno Revolucionario se ha
mejorado las condiciones de la calidad d vida de los venezolanos….”.
Segunda
reflexión: Resulta de suma importancia conocer cuál es la percepción del
venezolano en relación a tan construida afirmación.
En
fin, la precariedad laboral magnificada por un salario de muy poca esperanza y
con manifiesta pérdida del poder de compra, coloca en entredicho la posibilidad
de movilidad social a más del 43% de la población. Tal afirmación puede
inferirse de un estudio (Datanálisis) donde refleja que en la estructura
poblacional por estratos según su ingreso promedio nominal mensual, el A/B (Bs
64.000) representa el 2,2% de la población; el C (Bs 25.000) el 18%; el D (Bs
10.860) el 36,3% y el E (Bs 6.380) el 43,5%. Léase que el 80% de la población
no percibe ingresos suficientes para cubrir la canasta básica total.
Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com
@jagp611
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