martes, 24 de junio de 2014

ADALBERTO ORTA, LA IGUALDAD DE LAS PENURIAS,

            Si algún tino ha tenido el gobierno de Nicolás Maduro, es la duplicación  de los males sociales a lo largo y ancho de la geografía nacional. Inflación, escasez, inseguridad.
Ciertamente no hay distinción en la inmensa mayoría de la familia venezolana. Casi todas viven las mismas penurias, desde la búsqueda de alimentos hasta la travesía por el medicamento.
No hay diferencia social, en el resultado, de  la ineficaz gerencia del actual régimen de gobierno. Tanto el pobre como el rico sudan las mismas gotas para encontrar un litro de leche, un kilo de azúcar, la bolsita de café para agradar el paladar cada mañana, la harina de maíz precocido para elaborar la gustosa arepa, el aceite comestible útil para la empanadita o el pescado frito.
Cuando se trata de un familiar enfermo o que necesita operarse de emergencia, tanto pobres como ricos siguen la misma ruta de colas, angustias, pesares, lamentos, quejas, criticas y tal vez al estar frente al mostrador de la farmacia, la respuesta pudiera ser similar: NO HAY!. Si evaluamos lo que hacen pobres y ricos para buscar mejorar sus viviendas, allí el sendero los une una vez más: cemento, cabillas, alambres, clavos. No se encuentran. Se debe entonces iniciar llamadas a determinados amigos “enchufados” con las frases comunes:”hermano del alma podrás hacerme una segundita”, “te consigo algo adicional, pero me urge el cemento y las cabillas”, “no encuentro un coño, anda compatriota consígueme la vaina y cuenta conmigo”. Y si vamos a la seguridad o inseguridad, como mejor usted prefiera manifestarse, el drama  es una copia a carbón, a impresora, a fotocopiadora, a la vida real. Se anda en la calle con temor al hampa, se va temprano al hogar pendiente que no nos roben nuestros muebles, rogamos cuando dejamos el carro estacionado para que no se nos lleven la batería, cauchos o el mismo vehículo. Rezamos, al salir  uno de los muchachos  (hijos)  a una fiesta, para que regrese  sano y salvo.
Le pedimos al supremo toda la noche por el ser querido, así lo hacen pobres y ricos. También ricos y pobres lloran con el mismo dolor e intensidad,  la desaparición de un familiar cercano a manos de la delincuencia desatada y sin control por parte de este gobierno, que dedica más tiempo en utilizar a los organismos  de justicia,  como brazo ejecutor para perseguir a la disidencia democrática,  que a los bandas organizadas.
Un régimen que prefiere ver preso a dirigentes políticos o lideres estudiantes que a delincuentes con prontuario policial, como el asesino de la Sra. Adriana Urquiola de 28 años de edad. Un régimen que usa a sus gorilas para reprimir en lugar de combatir  a fondo a la delincuencia que nos ubica como uno de los países más inseguros del planeta tierra.
Un régimen que se ufana de hablar de justicia, mientras las madres de Basil y Gerandine lloran a sus hijos. Un régimen de impunidad. Un régimen que fracaso y se aferra con la mentira y la sumisión de los poderes a dar respuestas humanas, tanto a pobres como a ricos… Ricos! me dice un vecino, “ya no hay”. “Los únicos ricos son los enchufados y los que se llevaron los dólares de Cadivi”…
La igualdad de las penurias nos une a todos, a quienes creyeron en  este régimen y a quienes no. Al igual debe unirnos la fe, la lucha y la esperanza en la búsqueda de un destino mejor, justo y humanitario para Venezuela. Es tiempo de reflexión, es hora de la democracia, es el momento de sumar voluntades y encontrar puntos de coincidencias  para construir la sociedad que anhelamos. Todos somos necesarios y útiles para salvar al país. TODOS!...  Si podemos Venezuela!

Adalberto Orta
orta.adalberto@gmail.com
@adalbertomas

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