Hay
dos clases de asesinos de las palabras: los que las matan ex profeso y los que
lo hacen sin saber. Entre los primeros
predominan quienes lo hacen por pura joda.
Por ejemplo, hay quienes decimos: “sindudamente”; convirtiendo en un
adverbio lo que son dos palabras; o: “me es inverosímil”, por significar: “me
es indiferente”. También, por chanza,
culpamos a los gochos de decir: “a Mato Grosso” cuando lo que quieren expresar
es: “a grosso modo”. Y a Hassan, un
humorista colombiano muy bueno, le escuché un “apropósitamente” que me hizo
desternillar.
Por
cierto, quienes dicen “desternillar de la risa” también cometen un verbicidio,
porque la única manera de desternillarse es con la risa. Pero el rey del asesinato voluntario del
lenguaje es alguien que se identifica en Twitter como @correoguaire.
Yo
soy uno de sus seguidores más fieles aunque, por el contrario, este personaje genera consternación entre
algunos de mis amigos. Les pongo un tuit
reciente suyo: “soponsio pilato es1 enfermedat q le dio aponsio guando centero
qienera el ceyor gesus”. ¡Ojo!, que el
tipo no es ningún iletrado; yo le he leído opiniones acertadas acerca de artistas
como —lo pongo con su grafía— cadinqui, betobe, pisarro y serbante. Lo hace solo, como diría Semtei, pour épater
les bourgeoises.
Cosa
distinta es cuando el verbicidio se puede imputar a la falta de instrucción de
quien lo comete. Y aquí hay que
diferenciar dos tipos: aquellos desafortunados que no tuvieron oportunidad de
estudiar, y otros —usando una frase muy trillada— que pasaron por la
universidad pero la universidad no pasó por ellos.
La
señora que hace aseo en mi apartamento, cuando hace falta algunos productos de
limpieza, me deja anotado en la pizarrita de la puerta de la nevera:
“disinfetante y linpiaposeta”. Para nada
me preocupa el “que galicado” de quienes gritan “¡Así es QUE se gobierna!” Pobrecitos, si no saben hablar, ¿qué van a saber
CÓMO es que se gobierna?
Cuando,
me tocó servir como agregado militar en Colombia, me llamaba la atención que,
al preguntar a alguien su nombre, contestara: “a YO me llaman…”, poniendo el
pronombre personal como tónico donde lo correcto, y más usual, es ponerlo en
reflexivo: “a MÍ me llaman”. Su uso es
recurrentemente entre los santandereanos y boyacenses, por lo que se me hace
raro que —siendo él de por allá— el primer verbicida de la república (y digno
heredero de quien decía “adquerir”) no emplee ese modismo.
Pero
otra cosa es cuando personas que tienen una cartulina que certifica que son
graduados de tercer nivel y exigen que los traten de “doctor”. ¡Lo que son es analfabestias!
Solo
con escucharlos en las noticias le queda a uno claro. Hace poco, mi muy querida Marianella me hizo
llegar una perla: en el eso que llaman “Plan de la Patria” —uno no sabe si
llorar o reír al leerlo—y que convirtieron en ley, aparece como un gran
objetivo el “desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual tome
cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar que permita lograr el equilibrio del
universo y garantizar la paz planetaria en el planeta”.
Todos
tenemos claro que eso es como mucho para una partida de ineptos que ni siquiera
ha podido surtir los anaqueles de los abastos; pero lo que quiero destacar aquí
son dos verbicidios pleonásticos, o sea, de acuerdo al mataburros, “emplear en
la oración uno o más vocablos innecesarios para que tenga sentido”. En principio, toda geopolítica ES
internacional por naturaleza. ¡Pero eso
de “la paz planetaria en el planeta” sí que es el colmo de la redundancia!
¿Y
qué tal de una sentencia reciente de la Sala Inconstitucional? Me refiero a esa en la cual, para complacer
una vez más al régimen, los juristas del
horror, desbocados y propasándose, intentan hacer creer que se requiere de
autorización oficial para ejercer un derecho constitucional. Cosa que ha causado risas urbi et orbi entre
los juristas. Y más se carcajearían al
enterarse de que, según los togados que gritan “¡Uh, ah!”, las policías
municipales “detentan una competencia” y los ciudadanos “detentan derechos”,
siendo que “detentar” es según el DRAE, “ejercer ilegítimamente…”. Y que, más adelante, afirman que ellos son
los máximos intérpretes “para proferir (…) interpretaciones” acerca de los
principios constitucionales. Esos inanes —que todo lo consignan por escrito—
ignoran que “proferir” se refiere a pronunciar verbalmente.
En
lo que no deben haberse equivocado al emplear el verbo fue cuando dictaminaron
que el alcalde de Guacara “ostenta” su cargo. Porque si en algo se lucen muchos
funcionarios robolucionarios es en eso
de fachar, y andar luciendo con boato lo que le han birlado al erario.
Sin
embargo, el Oscar de los verbicidas se lo lleva Platanote por informar que él
pudiera ser objeto de un “magnicidio”.
¡Imposible! La raíz de la palabra
viene del latín magnus, que significa algo que supera a lo común. Y él no pasa de muuuy ordinario. Sería, en todo caso, y Dios no lo quiera, un
“minicidio”...
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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