Magnicidio
(Del lat. magnus, grande, y –cidio, muerte, destrucción, exterminio). Se aplica
a personas importantes.
Si
vamos al origen de la palabra, el término se refiere a la muerte, destrucción o
exterminio de algo grande, que en el caso que nos ocupa mide 1.90 y ya lleva,
humildemente, 13 intentos. El Rey de los Magnicidios, quien aparentemente sigue
vivito y coleando, mide 1.91 y tiene en su haber 638 intentos, record difícil
de superar aunque dicen que los records son para romperse. El finado tuvo 101 intentos de “medianicidio”, porque apenas
medía 1.73. Estos datos, lo admito, son ridículos, tan ridículos como son los
argumentos y las denuncias que los sustentan.
Los
intentos de magnicidio son muy importantes para los tiranos y la historia lo ha
demostrado. Sirven para desviar la atención de las atrocidades que cometen y de
los verdaderos problemas que agobian a los ciudadanos. También sirven para
satanizar, y a veces eliminar, a quien más convenga de acuerdo a las
circunstancias, por lo general aquellas personas que dicen la verdad, que
resulta ser el enemigo más poderoso que enfrentan. Lo que la gente no se da
cuenta es que el verdadero magnicidio lo cometen, todos los días, los que se
hacen las víctimas, aprovechándose de todo el poder que les brinda su
circunstancial paso por el mismo.
Cuando
el régimen intenta destruir física y moralmente a alguien verdaderamente
importante como Simonovis, Leopoldo o María Corina, por sólo citar tres
ejemplos, está incurso en intento de magnicidio y es fácil determinar quiénes
son los autores intelectuales -quienes los acusan- y los autores materiales
-quienes los sentencian.
Yo quisiera saber quién es más importante, el tirano, o un solo niño, un sólo enfermo, una sola madre, en fin, un solo venezolano que muere en los hospitales porque no hay insumos o medicinas para mantenerlo vivo. En este caso, también es fácil determinar quiénes son los autores intelectuales y materiales, que se han robado los reales que deberían ser invertidos en la salud.
Comparemos
la importancia del tirano con la de cualquier venezolano, de cualquier edad,
tamaño, color, religión o parcialidad que muere a causa del hampa. Los autores
materiales generalmente quedan impunes, pero los intelectuales salen todos los
días por TV, sembrando el odio, promoviendo y protegiendo la acción de grupos
violentos, liberando a quienes deberían estar presos, recibiéndolos incluso en
Miraflores, y dando un mensaje claro de impunidad que contrasta con la
persecución a quienes usan como únicas
armas la palabra y la verdad.
El verdadero magnicidio, el de todos los días, lo están cometiendo los circunstanciales dueños del poder en contra de gente muy importante, pregúntenle a sus familiares y amigos, que deberían estar viviendo una vida digna, morando en sitios dignos, teniendo la oportunidad de comer con dignidad, de expresarse libremente, de salir a la calle sin miedo, incluso de morir dignamente. La suma de todos estos magnicidios tiene un destino que los aterra, La Haya. Esta es una esperanza para muchos que deseamos justicia, pero es a la vez el mayor estímulo que tienen para mantenerse en el poder. La presión debe mantenerse.
Gustavo
Yepes
gyepesp@gmail.com
@gyepesven
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