martes, 17 de junio de 2014

GOLFREDO DÁVILA, SOSLAYAR LA INCERTIDUMBRE

Si hacemos una ligera caracterización de la situación que vive la sociedad venezolana, se puede apreciar que la incertidumbre es un signo destacado de la actual coyuntura histórica. En la calle la gente se pregunta ¿qué irá a pasar en este País?, el 70% siente que las cosas no marchan bien y en efecto, ha habido un crecimiento del descontento y el desencanto, dada la profunda crisis.

Frente a ello, la oposición tiene una estrategia común, que es lograr un cambio político para salir de la crisis estructural del país, pero el momento es tan complejo que han salido a relucir diversas versiones tácticas. Algunos buscan amoldar la realidad a sus deseos, aprecian que las grandes mayorías quieren salir de Maduro ya!, no divisan otras variables globales y reducen todo a un cambio de actores en el poder, en razón de ello luchan por la hegemonía y el liderazgo del proceso, compiten por el discurso más contundente, ganándose el aplauso del sector radical. Otros, un tanto más sensatos, reconocen la importancia de la lucha en el marco del proceso de acumulación de fuerzas y participan activamente en la protesta pacífica, sin mucho protagonismo; y el sector que le tiene temor a la calle, que supedita la táctica sólo al campo electoral.

Para el régimen su único interés es eternizarse en el poder, sin importarle que el país esté hecho pedazos. Ellos compiten por discursear como el difunto, mientras la sociedad dilucida quién es más corrupto. Al interior del cogollo, muy a pesar del secretismo, llevan la procesión por dentro; sus bases sociales están dispersas, antes salían a la defensa del proceso sin que nadie los convocara, hoy ya no lo hacen, incluso se cuidan de ser tildados de maduristas, al punto que el poder sólo cuenta con la fuerza pública y los grupos de choque tarifados para enfrentar la protesta. Reciben todavía el respaldo de sectores fanatizados, pero buena parte de los otrora chavistas, hoy son neutrales y una franja cada vez más amplia, la ocupan los desencantados y los descontentos.

El malestar social viene acumulando peligrosas tensiones y a pesar de que lo atizan con ineficiencia, corrupción, la inflación más alta del mundo, el desabastecimiento y la escasez, la inseguridad, el desastre de los servicios públicos, la devaluación del bolívar, el alarmante endeudamiento público, entre otros males; nos dice que la represión desproporcionada y tan brutal contra el movimiento estudiantil y popular, no es casual, ella se corresponde con el miedo de la cúpula a que el descontento adquiera cuerpo social, se haga conciencia, se articule orgánica y políticamente y se conecte con un proyecto de cambio. Esto despeja el camino para la táctica opositora; la protesta es justa y necesaria, pero el inmediatismo es mal consejero, se trata de un esfuerzo sostenido por amalgamar una fuerza popular que dé al traste con el régimen, que una a las mayorías en torno a un programa y a un liderazgo que lo conduzca al poder.  
  
Golfredo Davila
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@golfredodavila

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