Un
principio fundamental en economía, es que nada se puede vender por debajo de su
costo de producción. Si te costó 20 y lo vendes en 20, no vas a tener con que
comer o comprar de nuevo. Hasta el Gobierno habla de un margen de ganancia de
un 30 ciento.
Pero
cuando se pasa de la teoría a la práctica la cosa no funciona. Por ejemplo, la
semana pasada la carne de res la reguló el Gobierno por debajo del pecio de
producción. Y nadie va a ser tan bruto para vender perdiendo. Como
consecuencia, los ganaderos no sacrifican su ganado, los mataderos y
carnicerías cierran y el pueblo no come.
Sale
entonces el populismo socialista a comprar barcos llenos de ganado a dólar
preferencial, enriqueciendo a los ganaderos del Cono Sur. Algunos de estas vacas se ahogan por el camino, otras se
pudren en Pudreval y el resto son ofrecidas al soberano a precios de vaca flaca
en perjuicio de los pocos productores nacionales a quienes aún no les han
robado sus haciendas. Esto se aplica a todo lo que se produzca en el país.
Pero
peor ocurre con lo que se ensambla (arma) o importa, cuyas partes son compradas
a dólares sabrosones y luego vendidas con subsidios como el de la gasolina, a
precios que propician el contrabando de extracción. Si una medicina cuesta aquí
100 bolívares y en Colombia 800 es un tronco de negocio cruzar la frontera, que
es lo que hacen los bachaqueros con miles de productos.
Si
aquí se produjera barato, las fábricas y los sitios de venta se multiplicarían
como arroz partido, comenzaríamos a exportar al resto del mundo y nos
volveríamos socialistamente ricos. Pero como todo es importado y hay que
pagarlo a dólar caro; como los impuestos, sueldos, y leyes laborales encarecen
el producto final, nunca podremos competir con China donde usan esclavos con
sueldos de miseria.
Mientras
tanto el pueblo se amotina en las tiendas, compra barato y lo revende el mismo
día al doble a otros más pobres. Porque peor que la explotación del rico por el
pobre, es la del pobre por el pobre.
Que
todo esto no lo entienda un borriquito como yo está bien, pero que un
economista, empresario o gran banquero apoye esta burradas no tiene perdón de
Dios. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto
Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
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