Casi
todos los venezolanos nos preguntamos Cómo nos pasó esto? Cómo llegamos a esto?
En realidad la interrogante se justifica porque, si bien nunca habíamos llegado a ser una sociedad modelo, al menos llegamos a ser un país relativamente envidiado en términos económicos y políticos en América Latina, mientras que hoy día somos un país calamitoso, viviendo en condiciones menos malas sólo comparado con Haití.
Fuimos
especialmente exitosos en realización económica, en lo cual acumulamos más de
50 años consecutivos de crecimiento sin inflación, lo cual hizo que se nos
considerara un caso ejemplar en todo el mundo. Ya esto es historia y no tiene
remedio, pero es una lección que se debe aprender, y se debe aprender que todos
tenemos culpa o responsabilidad, unos más otros menos, exceptuando a las pocas
personas que viniendo de la lucha contra los caudillos del siglo XIX y primeras
décadas del XX, alertaron acerca de la necesidad de “cultivar el futuro”, sin
ser escuchados. Sin pretender poseer la verdad, se puede decir que la mayor
culpa recae, con variado grado de responsabilidad, sobre la dirigencia política
que asumió el poder a partir de determinado momento, algunos años posteriores a
1958, cuando ya se había derrotado la confrontación con el militarismo y con la
insurrección castrocomunista, y que sucumbió ante el enriquecimiento ilícito e
inmoral producto de la corrupción, y posibilitó el deterioro del capital que
habían llegado a significar los partidos
políticos. Pero también recae sobre todos los sectores del país, el
empresariado, que aunque contribuyó a la modernización industrial y comercial
del país, pretendió conservar el mercado interno como un feudo; el sindicalismo
que pretendió lucrar con las supuestas reivindicaciones laborales, los sectores
de ingresos medio y alto que mantuvieron niveles de consumo elevados
artificialmente por la política económica.
Hasta
los sectores de ingreso bajo, o los pobres, tuvieron su cuota de
responsabilidad con prácticamente su único curso de acción, su voto, resultado
de la ignorancia o ausencia de criterios propios, con el cual le posibilitaron
el poder a la dirigencia política.
Cuando
la realidad inexorable impuso los correctivos, la irresponsabilidad persistió y
no se aceptaron tales modificaciones, se llegó a destituir al Presidente de la
República, y una mayoría integrada desde la clase media hacia los pobres, sin
que esto exculpara a los de ingreso elevado, hizo que llegáramos a esto,
entregando el poder a la sociopatía y el narcisismo, a decir de una psiquiatría
reconocida.
Así
nos pasó esto, así hemos llegado a una situación cuya descripción ya ha agotado
todos los descalificativos del lenguaje español. Por esta parte se quiere
resaltar indignante y vergonzosa, porque
realmente es vergonsozo para el pueblo venezolano tener un gobierno que
significa tanta vergüenza ante nosotros mismos, y ante el mundo.
Se
debe agregar que la mayor vergüenza la deben sentir quienes por usufructuar el
poder, han sucumbido moralmente. Causa vergüenza la manera cómo al pueblo de
Venezuela lo ha gobernado una especie de rey transplantado al siglo XXI, con
todos los poderes de un monarca, y hasta con sucesor; cómo se “violaron” los
restos mortales de Simón Bolívar para satisfacer un capricho incalificable, quizás como los de un niño malcriado; cómo
se hace del país una colonia cubana; cómo se destruyó la PDVSA que causaba
admiración en el mundo, cómo la Fuerza Armada Nacional que a partir de 1958
cumplió su papel de garantizar la soberanía nacional, hoy es partícipe de la
desnacionalización, no sólo con relación a Cuba, sino también con respecto al
Esequibo, y asiste al festival de la inmoralidad; cómo hoy el enriquecimiento y
la corrupción han alcanzado cimas impensables y hacen sucumbir a “anteriores
apóstoles de la decencia”; cómo aún hoy se registran “votos” como los que antes
posibilitaron el poder a la dirigencia de turno; cómo hoy prevalece en el mundo
la visión que nuestro problema es una simple cuestión de diálogo; cómo no hemos
terminado de actuar para recuperar la dignidad.
Pero
como siempre, el convencimiento en la recuperación del pueblo venezolano, el
pueblo que hizo la nación envidia en América Latina, que hizo nuestra
democracia antes de 1999, con sus vicios y sus virtudes, lo que hacen nuestros
estudiantes, posibilita y obliga que se mantenga la resistencia que ha impedido
la destrucción de Venezuela, y hace posible corregir comportamientos de todos
nosotros, principalmente de quienes deben abrir paso en la conducción del país,
y de quienes no han querido asumir la responsabilidad política, esa que el Papa Francisco dice que ningún
católico debe rehuir.
Douglas Jatem
djatem@gmail.com
@djatemv
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