“Señales” son los mensajes que la gente envía en forma
inconsciente que evidencian la personalidad, los deseos o los sentimientos
reales. Sin embargo, el receptor,
también inconscientemente, no las reconoce, parafraseando una expresión
bíblica: “Dios endurece el entendimiento”.
Cuando esto ocurre a nivel personal
quien no sabe ver las “señales”, puede errar al emitir un juicio de valor sobre
determinada circunstancia; pero cuando ocurre a nivel de colectivo, entre la
sociedad y su dirigencia política, la sociedad envía un mensaje claro y diáfano
que el liderazgo no reconoce o desoye, erra esa dirigencia al pretender
representar o interpretar a la sociedad.
En efecto, cuando se hace el análisis
político se parte de una premisa falsa: la conclusión es falsa. Entonces, como
los procesos sociales son dinámicos y cíclicos, la sociedad produce su
intérprete y surge un nuevo liderazgo.
Al hacer retrospección vemos cómo la dirigencia política venezolana no ha
sabido ver las “señales” que envía la sociedad en cuanto los cambios de
conducción política.
Voy hacer análisis en dos tiempos a titulo de titulo de
ejemplo: el primero el que ocurrió en los años 80 cuando la sociedad presionó
al ex Presidente Lusinchi y se instaló la Comisión para la Reforma del Estado
(COPRE). Este trabajo constituyó una importante expresión de una sociedad que
exigía cambio de conducción en la forma de hacer política, fundamentalmente
mayor transparencia e inclusión. Pero la dirigencia política desoyó esta
necesidad y como explica Margarita López Maya en el Tejido de Penélope “lo que
hacía en día lo deshacía en la noche”.
¿Qué pasó? Que llegó un liderazgo que capitalizo esa necesidad, que
gravitaba en la sociedad, el liderazgo de Hugo Chávez Frías, que justamente
llegó a la Presidencia de la República ofreciendo ir contra la dirigencia
corrupta y mayor inclusión. El segundo
en estos tiempos cuando la sociedad está reclamando paz y reconciliación, la
dirigencia política del chavismo ha desatendido esa necesidad y al contrario se
ha afincado en la agresión, la grosería y el irrespeto; no sólo contra la
dirigencia política sino contra cualquier ente social que se atreva a pensar
diferente.
En efecto, la actitud
guerrerista que mantiene el gobierno en constante defensa en el contraataque:
denuncia de magnicidios, golpes de estado y de meter preso a todo aquel que
reclame un pensamiento diferente, es rechazado por la ciudadanía.
El gobierno
desoye a la sociedad para oír a los aliados extremos y se radicaliza. Esta
radicalización trae como consecuencia que ningún Juez de la República, por
miedo, se atreva otorgar una medida
humanitaria a favor de Simonovis, con cuya
acción han evidenciado más crueldad que los tiempos de Gómez. Esa cruel e inhumana
radicalización, además de que este gobierno es el más ineficaz de todos los
tiempos, es rechazada por la sociedad,
que al “curar sus heridas” producirá un liderazgo que sepa interpretar las
“señales”.
Carlota Salazar Calderón
carlotasc@gmail.com
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