martes, 17 de junio de 2014

ALBERTO JIMÉNEZ URE, SOBRE LAS COMPRAS DE «PERTRECHOS LETALES» E INVERSIÓN DE RECURSOS EN «ESPECTÁCULOS CIRCENSES»

«No fomento la discordia ni desestabilizo gobiernos todopoderosos cuando ejerzo funciones de crítico social ante los desquiciados a los cuales estamos sometidos quienes miramos para deducir, que no ocultar pero sí exigir correcciones. Los senderos siempre bifurcan. El ocultamiento deliberado no da serenidad ni es propio de criaturas inocentes. Hay una pandémica presencia de malnacidos al mando de países que, con premeditación y alevosía, atormentan y delinquen»

La mayoría de las naciones centro-sudamericanas estamos absurda e inexplicablemente condenadas a permanecer en el atraso, miseria y opresión a causa de las «raras avis in terris» (conforme a un verso de Juvenal) que logran se les confiera magistraturas para luego sorprender con atrocidades o decisiones de toda índole: ejecutivas, judiciales, legislativas, administrativas y […]  que lesionan a los pueblos.

En el S. XXI destacó un rastacuero que, aun cuando había sido retirado de las Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela a causa de los numerosos delitos que cometió y que no tiene sentido enumerar ahora, fue erróneamente elegido mandatario y empleó más de un billón de próceres impresos imperiales en la compra de «pertrechos letales» con obvios propósitos hostiles hacia quienes habitamos el mencionado país. En sus más de diez años al mando, denigró y condenó a la miseria a millones de personas tras decretarlo en costosísimas «tribulaciones de radio, televisión e internet». Fue un nada talentoso ex–militar, pero resentido y reincidente infractor que se uniformaba para cometer delitos: fanfarronear, amenazar e intimidar a su antojo porque sabía que su investidura lo blindaba frente a los poderes públicos que corrompió hasta el asco y hastío.

Ese, cuyo nombre no me gusta mencionar por indignación, ya es uno de los canallas difuntos cuyos retratos todavía se exhiben en oficinas del Estado Venezolano: empero, le sobrevivieron sus «larvas» que en la actualidad cometen delitos aún peores. Están en proceso de propagar «El Gran Terror Totalitario» a indefensos ciudadanos trágicamente sometidos a toda clase de humillaciones y penurias. 

No sorprende que existan más rastacueros como él al mando de naciones sin esperanzas de nada que no sean ridículas consignas políticas, marchas adulatorias y paradas militares. Hay una con faldas en Argentina, esa que, incesantemente, fustiga a los dueños de medios de comunicación no oficialistas y empresarios. También hostiga a sectores de obreros, intelectuales y profesionales detractores.

Pero, hoy sobresale la Presidenta de Brasil porque ha dilapidado más de 15 mil millones de dólares en un mundialista y circense espectáculo mientras reprime con violencia las protestas de personas (la mayoría jóvenes, como los que igual enfrentan la Dictadura Venezolana) descontentas a causa de sus no satisfechas y fundamentales necesidades.

Tienen razón quienes expresan su rechazo a la mandataria: con una tan fabulosa suma de dinero como esa pudo el gobierno brasileño dotar a universidades, escuelas, hospitales, hospitales y fomentar la producción de bienes de consumo para crear puestos de trabajo.

No por casualidad esa mandataria siente simpatía por el déspota hijo del Supremo y Difunto Demonio que inoculó, mediante el empleo extorsivo del petróleo, un poderoso veneno a Centro-Sudamérica condenándola al caos y la miseria propia de un mundo último.

Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor

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