«No
fomento la discordia ni desestabilizo gobiernos todopoderosos cuando ejerzo
funciones de crítico social ante los desquiciados a los cuales estamos
sometidos quienes miramos para deducir, que no ocultar pero sí exigir
correcciones. Los senderos siempre bifurcan. El ocultamiento deliberado no da
serenidad ni es propio de criaturas inocentes. Hay una pandémica presencia de malnacidos
al mando de países que, con premeditación y alevosía, atormentan y delinquen»
La
mayoría de las naciones centro-sudamericanas estamos absurda e
inexplicablemente condenadas a permanecer en el atraso, miseria y opresión a
causa de las «raras avis in terris» (conforme a un verso de Juvenal) que logran
se les confiera magistraturas para luego sorprender con atrocidades o
decisiones de toda índole: ejecutivas, judiciales, legislativas, administrativas
y […] que lesionan a los pueblos.
En
el S. XXI destacó un rastacuero que, aun cuando había sido retirado de las
Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela a causa de los numerosos delitos que
cometió y que no tiene sentido enumerar ahora, fue erróneamente elegido
mandatario y empleó más de un billón de próceres impresos imperiales en la
compra de «pertrechos letales» con obvios propósitos hostiles hacia quienes
habitamos el mencionado país. En sus más de diez años al mando, denigró y
condenó a la miseria a millones de personas tras decretarlo en costosísimas
«tribulaciones de radio, televisión e internet». Fue un nada talentoso
ex–militar, pero resentido y reincidente infractor que se uniformaba para
cometer delitos: fanfarronear, amenazar e intimidar a su antojo porque sabía
que su investidura lo blindaba frente a los poderes públicos que corrompió
hasta el asco y hastío.
Ese,
cuyo nombre no me gusta mencionar por indignación, ya es uno de los canallas
difuntos cuyos retratos todavía se exhiben en oficinas del Estado Venezolano:
empero, le sobrevivieron sus «larvas» que en la actualidad cometen delitos aún
peores. Están en proceso de propagar «El Gran Terror Totalitario» a indefensos
ciudadanos trágicamente sometidos a toda clase de humillaciones y
penurias.
No
sorprende que existan más rastacueros como él al mando de naciones sin
esperanzas de nada que no sean ridículas consignas políticas, marchas
adulatorias y paradas militares. Hay una con faldas en Argentina, esa que,
incesantemente, fustiga a los dueños de medios de comunicación no oficialistas
y empresarios. También hostiga a sectores de obreros, intelectuales y
profesionales detractores.
Pero,
hoy sobresale la Presidenta de Brasil porque ha dilapidado más de 15 mil
millones de dólares en un mundialista y circense espectáculo mientras reprime
con violencia las protestas de personas (la mayoría jóvenes, como los que igual
enfrentan la Dictadura Venezolana) descontentas a causa de sus no satisfechas y
fundamentales necesidades.
Tienen
razón quienes expresan su rechazo a la mandataria: con una tan fabulosa suma de
dinero como esa pudo el gobierno brasileño dotar a universidades, escuelas,
hospitales, hospitales y fomentar la producción de bienes de consumo para crear
puestos de trabajo.
No
por casualidad esa mandataria siente simpatía por el déspota hijo del Supremo y
Difunto Demonio que inoculó, mediante el empleo extorsivo del petróleo, un
poderoso veneno a Centro-Sudamérica condenándola al caos y la miseria propia de
un mundo último.
Alberto
Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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