Mario
Vargas Llosa, podría decirse con toda propiedad, es un intelectual orgánico en
el sentido que Antonio Gramsci acuñó en ese concepto.
VARGAS LLOSA Y LOS ESTUDIANTES VENEZOLANOS |
Es
un intelectual comprometido, más que con una clase social determinada, con una
visón del Estado y la sociedad identificada como liberalismo.
En
esencia, en el plano político, proclama que el poder del Estado se encuentra
sometido a los rigurosos límites establecidos por la democracias, el Estado de
Derecho, la separación y autonomía de los poderes públicos y ese pacto social y
político sintetizado en la Constitución. Los funcionarios están obligados a
respetar la libertad individual, los derechos ciudadanos y las distintas
agrupaciones —partidos
políticos, gremios, sindicatos
asociaciones y movimientos— en las cuales se organiza el poder ciudadano. En la
esfera económica, promueve la propiedad privada, las leyes de mercado y los
rasgos que le son concomitantes.
El
premio Nobel defiende con pasión esas ideas en el marco general de la lucha por
la libertad, entendida en el sentido lato de la expresión, y del enfrentamiento
sin tregua a las dictaduras y autoritarismos de todo género. Con este evangelio se desplaza por buena
parte del mundo y escribe gran cantidad de los artículos que publica en El
País, de España.
Recientemente
estuvo en Caracas con motivo de los treinta años de existencia de CEDICE. Con
los años, el intelectual de origen peruano se ha convertido en una suerte de
sabio, con amplios conocimientos sobre distintos temas de la actualidad
mundial, y con una gigantesca capacidad para reflexionar con seriedad y
detenimiento acerca de la compleja realidad de América Latina y del resto del
mundo. Con respecto a Venezuela, sorprende el nivel de información y
conocimientos que posee en torno de la situación económica, social y política.
Cita con soltura y propiedad algunos de los indicadores económicos y sociales
más relevantes. Conoce el estado de ruina al que nos condujo el socialismo del siglo
XXI, algo que le resulta sencillo de entender porque su natal Perú fue hundido en
la miseria por la dictadura procubana del general Velasco Alvarado y el
populismo rampante del primer gobierno de Alan García.
Con
respecto a la oposición venezolana también está muy bien informado. Conoce y
admira la épica batalla que libró contra el omnipotente Hugo Chávez y que
continúa dando contra sus desalmados e ineptos herederos. En este terreno
destaco varias ideas que tuve la oportunidad de escucharle.
El
valor de la Unidad. La división de la oposición sería un suicidio y un regalo
de los dioses para el régimen, fueron sus palabras. Esta verdad axiológica ya
la conocemos, pero resulta fundamental que una figura con la autoridad mundial
del novelista la subraye. Vargas Llosa sabe que existen diferencias importantes
acerca de la estrategia que debe seguirse frente al neocomunismo instalado en
Venezuela desde hace quince años. Sin embargo, destaca el insustituible peso de
los acuerdos unitarios para lograr crear el clima que permita alcanzar los
cambios que los demócratas aspiran. Sin esa cohesión, la sobrevivencia de la
autocracia estaría garantizada por largos años.
Ningún
coqueteo con los militares, ni salidas cuartelarias. Aliarse con los
uniformados para salir de Maduro sería un craso error. Los militares deben
estar en los cuarteles y someterse al dictamen de la mayoría nacional. Para
recuperar la democracia es indispensable construir un poderoso movimiento
político y social que incluya a todos los sectores nacionales: obreros,
empresarios grandes, medianos y pequeños, campesinos, estudiantes, trabajadores
informales. Una gigantesca fuerza de ese tipo no será enfrentada con represión
ni violencia por los militares, quienes conocen los castigos internacionales
que podría aplicárseles en el caso de que provoquen una masacre,
La
salida de la autocracia debe ser pacífica y electoral. Hay que evitar la
violencia porque suele engendrar modelos autoritarios que terminan acabando con
la libertad. Frente a autocracias como
la dominante no hay salidas rápidas ni sencillas. Si la oposición construye un
amplio movimiento de masas y concurre a unas elecciones con esa fuerza como
respaldo, las posibilidades de fraude se reducen. Los militares no avalarán la
trampa y se plegarán a la decisión de la mayoría.
Estos
y otros argumentos los oyeron los estudiantes, con quienes Vargas Llosa se
reunió y frente a los cuales se conmovió. Espero que hayan entendido el mensaje
del maestro.
Trino
Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
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