jueves, 1 de mayo de 2014

TRINO MÁRQUEZ, VARGAS LLOSA Y LA OPOSICIÓN VENEZOLANA

Mario Vargas Llosa, podría decirse con toda propiedad, es un intelectual orgánico en el sentido que Antonio Gramsci acuñó en ese concepto.

VARGAS LLOSA Y LOS ESTUDIANTES VENEZOLANOS 
Es un intelectual comprometido, más que con una clase social determinada, con una visón del Estado y la sociedad identificada como liberalismo.

En esencia, en el plano político, proclama que el poder del Estado se encuentra sometido a los rigurosos límites establecidos por la democracias, el Estado de Derecho, la separación y autonomía de los poderes públicos y ese pacto social y político sintetizado en la Constitución. Los funcionarios están obligados a respetar la libertad individual, los derechos ciudadanos y las distintas agrupaciones          —partidos políticos, gremios,  sindicatos asociaciones y movimientos— en las cuales se organiza el poder ciudadano. En la esfera económica, promueve la propiedad privada, las leyes de mercado y los rasgos que le son concomitantes.

El premio Nobel defiende con pasión esas ideas en el marco general de la lucha por la libertad, entendida en el sentido lato de la expresión, y del enfrentamiento sin tregua a las dictaduras y autoritarismos de todo género.  Con este evangelio se desplaza por buena parte del mundo y escribe gran cantidad de los artículos que publica en El País, de España.


Recientemente estuvo en Caracas con motivo de los treinta años de existencia de CEDICE. Con los años, el intelectual de origen peruano se ha convertido en una suerte de sabio, con amplios conocimientos sobre distintos temas de la actualidad mundial, y con una gigantesca capacidad para reflexionar con seriedad y detenimiento acerca de la compleja realidad de América Latina y del resto del mundo. Con respecto a Venezuela, sorprende el nivel de información y conocimientos que posee en torno de la situación económica, social y política. Cita con soltura y propiedad algunos de los indicadores económicos y sociales más relevantes. Conoce el estado de ruina al que nos condujo el socialismo del siglo XXI, algo que le resulta sencillo de entender porque su natal Perú fue hundido en la miseria por la dictadura procubana del general Velasco Alvarado y el populismo rampante del primer gobierno de Alan García.
Con respecto a la oposición venezolana también está muy bien informado. Conoce y admira la épica batalla que libró contra el omnipotente Hugo Chávez y que continúa dando contra sus desalmados e ineptos herederos. En este terreno destaco varias ideas que tuve la oportunidad de escucharle.
El valor de la Unidad. La división de la oposición sería un suicidio y un regalo de los dioses para el régimen, fueron sus palabras. Esta verdad axiológica ya la conocemos, pero resulta fundamental que una figura con la autoridad mundial del novelista la subraye. Vargas Llosa sabe que existen diferencias importantes acerca de la estrategia que debe seguirse frente al neocomunismo instalado en Venezuela desde hace quince años. Sin embargo, destaca el insustituible peso de los acuerdos unitarios para lograr crear el clima que permita alcanzar los cambios que los demócratas aspiran. Sin esa cohesión, la sobrevivencia de la autocracia estaría garantizada por largos años.
Ningún coqueteo con los militares, ni salidas cuartelarias. Aliarse con los uniformados para salir de Maduro sería un craso error. Los militares deben estar en los cuarteles y someterse al dictamen de la mayoría nacional. Para recuperar la democracia es indispensable construir un poderoso movimiento político y social que incluya a todos los sectores nacionales: obreros, empresarios grandes, medianos y pequeños, campesinos, estudiantes, trabajadores informales. Una gigantesca fuerza de ese tipo no será enfrentada con represión ni violencia por los militares, quienes conocen los castigos internacionales que podría aplicárseles en el caso de que provoquen una masacre,
La salida de la autocracia debe ser pacífica y electoral. Hay que evitar la violencia porque suele engendrar modelos autoritarios que terminan acabando con la libertad.  Frente a autocracias como la dominante no hay salidas rápidas ni sencillas. Si la oposición construye un amplio movimiento de masas y concurre a unas elecciones con esa fuerza como respaldo, las posibilidades de fraude se reducen. Los militares no avalarán la trampa y se plegarán a la decisión de la mayoría.
Estos y otros argumentos los oyeron los estudiantes, con quienes Vargas Llosa se reunió y frente a los cuales se conmovió. Espero que hayan entendido el mensaje del maestro.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com

@trinomarquezc

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