Nicolás Maduro fue un dirigente
sindical mediocre y un reposero de postín pero la propaganda oficial quiere
mostrarlo como el "presidente obrero", una suerte de Lula Da Silva o
Lech Walesa, será inútil.
Nadie se come el cuento, la
solidaridad con la clase trabajadora no es un asunto de retórica sino de
políticas públicas y resultados concretos.
La terca realidad nos demuestra que durante el "gobierno
obrerista" de Maduro, los trabajadores han vivido su peor momento y son
las principales víctimas de este régimen cubano-militar.
En efecto, el descalabro en la calidad
de vida de la población venezolana -particularmente de los más pobres y la
clase media- ha sido pavoroso durante estos últimos meses. Más que un dato
estadístico, la inflación y la escasez son realidades que golpean el estómago
de la clase trabajadora. La pérdida de
puestos de trabajo y la precarización del empleo, son una consecuencia directa
de la errática política económica y de toda esa alucinación comunistoide
expresada en la invasión de fincas, la expropiación de empresas y el
hostigamiento a los sectores productivos, lo cual terminó destruyendo la
economía y arruinando al país. Así las cosas, hoy el "presidente
obrero" engaña a los trabajadores con un aumento del 30% que es devorado
por la inflación antes de hacerse efectivo.
La pobreza no está solo referida al
salario. Con un país sin capacidad de producción y un Estado que importa desde
repuestos y alimentos hasta el papel tualé, cualquier aumento salarial puede
convertirse en “sal y agua” para los trabajadores y ser una estocada mortal
para las pocas empresas realmente productivas que quedan en pie. Es decir, el problema no es cuanto se
incrementa el salario sino como revertir las nefastas políticas económicas que
han empobrecido a la Nación y tal cosa, no es posible con este gobierno incapaz
de generar la confianza necesaria para reactivar a la industria y al sector
agropecuario. Por eso debemos concluir que la crisis es muy grave, no es
coyuntural y tiende a agudizarse.
Que una de las más sólidas empresas
alimenticias de América Latina (Polar) deba paralizar la producción de pastas,
es un indicador de lo que viene. El pronóstico es desolador pero el gobierno
parece no entender la situación en que se encuentra. Cree que puede resolver
todo prohibiendo las protestas o radicalizando sus posturas. Dando bandazos, de
error en error, al gobierno se le cierran las puertas del futuro y el
sentimiento de cambio crece como una ola en medio de la tempestad.
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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