Las recientes
declaraciones de Nicolás Maduro, aseverando que las mesas son de dialogo y no
de negociación, al referirse a las peticiones que la Mesa de la Unidad ha hecho, según él, "cosas que no pueden
ser", durante los encuentros del dialogo entre representantes de la
oposición y del oficialismo, ratifican la idea de inutilidad que la
convocatoria a “dialogar”, tenía para los altos jerarcas del gobierno nacional.
En otra parte de su
alocución, ilustrativa de su posición, dijo Maduro "no vinimos a negociar
nada de lo que es la democracia, la Constitución y la revolución”. “Que se
entienda, no aceptamos chantaje de nadie,.. Entonces dicen que tienen que haber
resultados ya, ¿resultados de qué?... El propio diálogo ya es un resultado
positivo, el hecho de que estemos hablando, dialogando y que establezcamos la
diferencia ya es positivo”.
Dialogar por dialogar y establecer diferencias, es pues lo importante para quienes representan al oficialismo en la mesa. Negociaciones y resultados, no son bien vistos; se les califica de chantajes. Pero si el dialogo no tiene como finalidad negociar nada, tampoco sirve para establecer las diferencias entre chavismo y oposición, pues éstas ya eran más que conocidas en estos últimos quince años, por lo que es evidente que el dialogo no hacía falta, al menos para eso.
Cuando decimos que ya
Maduro y el “alto mando psuvista” tenían claro la ineficacia de un dialogo así
diseñado, debemos recordar que el propio Presidente de la República decoraba,
en vísperas de la instalación de la Mesa de Dialogo en Miraflores "No
tengo nada que negociar con nadie (...) ni negociación ni pacto, aquí lo que
hay es un debate, diálogo, que es diferente a una negociación y un pacto".
En aquel momento Maduro respondía, nada menos, que unas declaraciones del expresidente brasileño Lula, quien se lamentaba de que en
Venezuela no hubiese tiempo para la reflexión y consideraba apropiado
establecer una política de coalición por los próximos cinco años, a la vez que
recomendaba a Maduro “intentar disminuir la intensidad del debate político para
dedicarse enteramente a gobernar, disminuir la tensión”.
Unas tajantes
afirmaciones que repitió unas semanas después, a finales de abril, al referirse
al papel de las Conferencias de Paz que servirían para todos escucharse,
“dialogar, debatir, nosotros hemos vivido 15 años en un nuevo esquema para
hacer la política y nosotros no nos sentamos con ningún sector así sea la
derecha más rancia jamás nos sentaremos a negociar nada, una cosa es debatir
dialogar conversar y otra cosa es retroceder, no hay negociación ni con la
burguesía ni con nadie”. Más claro no canta un gallo, la negociación es
imposible pues se ve como retroceso, como traición, porque es con la burguesía,
es decir, con la derecha.
Negociación que quedó
igualmente rechazada, como una especie de herejía, por el presidente de la
Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, durante el III Congreso Nacional del
Partido Socialista Unido de Venezuela, apenas un día después de haberse
televisado el primer "diálogo de paz" en Miaraflores, pues los
dirigente opositores que asistieron al mismo, son los mismos que llaman a la
violencia: “Sabemos con quienes estamos sentados, allí no hay negociación ni
pactos a espaldas del pueblo”. y más explícitamente: ”Estaban sentados un grupo
de venezolanos, que se les reconoce la intención de sentarse y escuchar lo que
estábamos diciendo, pero no les gustan que les digan las cosas. Estaban ahí,
con sus caras de yo no fui, pero siguen llamando al ataque del pueblo y al
desconocimiento de las autoridades”.
Ahora bien, si ya
sabían con quién de la oposición se estaban sentando, además de que no se
buscaba negociar nada, para que convocó entonces el gobierno una Mesa de
Dialogo como lo recuerda el presidente Maduro a cada rato. La conclusión
inevitable es que fue tan solo para salirle al paso a la crisis política que el
clima de protestas y violencia en las calles estaban generando y dar una
conveniente imagen, a la opinión pública,
de gobierno conciliador y dialogante. Una mera obligación de circunstancias.
En verdad, el señor
Maduro tiene razón al afirmar que la mesa no es para pactar; aunque se
equivoca cuando la utiliza para tratar
de mantener un dialogo, después de llamar chantajistas a quienes solicitan
negociar y concretar resultados.
Mirándolo bien, con
esa óptica, la mesa pareciera no servir para una cosa, ni para la otra; solo
para comer.
José Luís Méndez La Fuente
xlmlf1@gmail.com
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