"Antes de suicidarse descerrajándose un tiro,
escribió una nota que quedo en manos de la KGB. Tuvieron que pasar más de tres
décadas antes de que fuera posible conocer su contenido. Atormentada su
conciencia, avergonzado por haber
apoyado hasta el asco al régimen de Stalin dejaba claro que “creía estar
defendiendo un templo y resultó ser una letrina”.
Habían pasado tres años desde
la muerte del déspota, en marzo de
1953. Alexander Fadeiev, fue autor de una novela famosa, La Joven Guardia,
y uno de los creadores del sindicato de escritores, desde donde contribuyó a
perseguir toda manifestación artística que no estuviera dirigida a cantar las
maravillas del régimen. Quien no lo hiciera, quien no actuara como “patriota
cooperante” como denomina el gobierno de Maduro a los sapos, era apátrida, enemigo del pueblo, y su destino
era los campos de concentración, la tortura y la muerte.
Ese sistema tan envidiado por el “gigante
destructor” es el que han pretendido imponer aquí, con las variantes tropicales de los Castro. Pero han
fracasado. Que jamás puedan instalar aquí lo que Sandor Marai describió como “un régimen que
prohibía no solo hablar y escribir libremente, sino también callar libremente”,
depende de nuestra capacidad de consolidar la unidad de todas las fuerzas de la
alternativa democrática.
Se requiere una organización sensata y
articulada de las protestas legítimas de los diversos sectores nacionales. La
economía nacional con el actual modelo primitivo y mundialmente fracasado, no
tienen ninguna viabilidad, al contrario, profundiza a diario la rabia popular
por la escases y carestía de absolutamente todo.
El diseño de una estrategia que combine los
diversos elementos políticos, económicos y sociales en juego, con un norte
inequívoco, esto es, ganar de manera contundente la asamblea nacional en las
elecciones del año que viene, es la vía para iniciar una nueva etapa en la historia
del país sacudiéndonos esta experiencia nefasta, que ha destruido a Venezuela
en medio de una orgia de corrupción, ineficacia y violación permanente de los
derechos humanos.
El último circo barato montado por el
ministro Rodriguez Torres, solo logra recordarnos que el cinismo y la mentira
las convirtió en política de estado, el “gigante destructor”.
Pero también, tanta estulticia nos trae a la
memoria el caso Anderson. Hay que leer el libro A ese muchacho lo van a matar,
escrito por María Angélica Correa para tener absolutamente claro que este
régimen es capaz de cualquier cosa, lea bien, de cualquier cosa, con tal de
aferrarse al poder. Ver al ministro en la rueda de prensa, era una especie de
remake del fiscal Isaías Rodríguez y su “testigo estrella” Giovanni Vásquez.
No
se debe caer en la trampa del gobierno, como dijo Mario Vargas Llosa, “si la
oposición se divide, se suicida”. Quien desestabiliza y destruye al país es el
gobierno.
La letrina está llena.
Freddy Nuñez
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311
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