El ministro Jesse Chacón visitó al Zulia para
hacer oficial los cortes de luz que desde años plagan a la región, pero que
ahora serán programados para mayor sadismo.
Entre las excusas dadas para
explicar el fiasco está que la unidad de Termozulia I se dañó. El problema es
que se estropeó por falta de mantenimiento, o sea por desidia e incapacidad de
la ineficiente e inútil Corpoelec, cuyos trabajadores están a punto de paro por
la gigantesca deuda de 16 mil millones que les adeuda el gobierno y que incluye
insumos, unidades de transporte y herramientas.
Pero el Ministro asegura que se gestiona un
punto de cuenta (pomposo el término) nada menos que con el mismísimo Presidente
(como si eso garantizara la solución al problema). “Ya se compraron los
vehículos que se distribuirán en los diferentes estados (hagan cola) y está por
iniciarse la compra de uniformes” acotó el funcionario, todo conjugado en un
incierto futuro de promesas ya prometidas.
Continuando con las justificaciones a los
apagones, tuvo que traer a colación, la humillante circunstancia de que
Colombia dejó de enviar gas y electricidad a este país, supuesta potencia
socialista gasífero y eléctrica. Sin el menor recato de vergüenza indicó, que
PDVSA se comprometió a garantizar lo que necesita la termoeléctrica de la
Cañada, pero, y aquí viene el gran “pero”, aún se hacen gestiones para recibir
el carburante que se requiere para la central de Maracaibo. O sea…
Para cerrar con broche de oro dijo:
“Corpoelec no genera los recursos;
tenemos que pedírselo al Estado, porque la empresa no cubre ni 40 por
ciento de sus gastos operativos”. Como tampoco lo hace ninguna de las otras
empresas socialistas.
Maracaibo fue pionera de la luz eléctrica en
el país en 1888. En 1924 la empresa fue vendida a un consorcio canadiense
(ENELVEN) cuya legendaria eficiencia la hizo famosa. En 1976 fue absorbida en
gran parte por el Estado, pero ni adecos ni copeyanos interfirieron con el
manejo, y su eficacia continuó durante 37 años hasta que en 2007 pasó a manos
de la socialista Corpoelec y todo se derrumbó. Ni siquiera hay tinta o papel
para hacer las facturas, ni vehículo para repartirlas. Que oiga quien tiene
oídos…
Ernesto
Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor
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