Desde
que comenzó este cuento populista, tanto para el comandante muerto como para su
clan sucesor, la clave de todo ha sido el discurso. El finado también devaluó,
tuvo sus desmadres inflacionarios, endeudó el país y casi termina con Pdvsa;
pero siempre mantuvo el falso discurso a favor de los pobres como bandera. Solo
el discurso, pues la realidad cuando estaba vivo y, ahora, cuando está al
frente su hijo a juro, los números y la realidad dicen otra cosa.
Es
verdad que el comandante fallecido durante su mandato y con el mismo equipo de
bates quebrados que está ahora logró mejorar las cifras de pobreza y de pobreza
extrema. También es verdad que alcanzó buenos resultados en el empeño de cerrar
las brechas de la desigualdad. Todo a punta de realazos, todo a punta de
billete. Fue una forma de repartir las migas que quedaban de los altos ingresos
petroleros, luego de separar la parte que corresponde a corrupción, a Cuba, a
Petrocaribe, al ALBA, a los colectivos criminales, a los grupos
desestabilizadores en el exterior, a las FARC, a los vendedores de armas. El
grueso de la millonada de dólares que ha interesado al país se fue en cualquier
cosa, menos en atender a los pobres. A estos les repartieron una limosna
mientras hubo plata. Por eso ahora mismo los pobres pobres están más pobres que
nunca y una buena parte de los que se habían alejado de la pobreza por algún
tiempo, ahí están otra vez. Metidos en la sobrevivencia, con unas becas que no
alcanzan, destruidas por la inflación y las devaluaciones y sin que el discurso
de Chávez o de Maduro les haya dejado algo más que gamelote a la hora de hacer
sustentable sus vidas más allá de los números de Merentes o las cifras de
Giordani.
Derrotar
la pobreza fue la médula de la promesa básica del chavismo. Y sigue siendo,
pero cada vez más lejos de convertirse en una realidad dada la falta de
profundidad del proyecto y la altísima carga de demagogia que se transmite vía
el aparataje propagandístico del gobierno castrocomunista. Pero después de
tanto derroche y tanto discurso gritón, alzado y soberbio, aparece Maduro con
Merentes, Ramírez y Giordani y, en ejecución de los programas del comandante
muerto, terminan de destrozar al país en un año. La realidad se los machuca en
la cara. La pobreza general va en aumento, la pobreza crítica crece, la
inflación puede terminar el año sobre 80%, el bolívar es el cartón de todas las
monedas del mundo, hay hambre pareja en las calles, el desempleo está
maquillado y el gobiernito castrista apenas se sostiene a punta de dinero
inorgánico imprimiendo billetes, sacando bonos de deuda y pidiendo prestado.
Esas es la producción del socialismo que dejó Chávez. Pura deuda. Puro
discurso. Pura realidad.
Elides
Rojas
erojas@eluniversal.com
@ejrl
p://www.eluniversal.com/opinion/140528/cifras-reales-versus-discurso-oficialista
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