Creo no estar errado si afirmo, que el
eminente médico-científico Jacinto Convit , a lo largo de su esplendorosa
existencia, ha sido testigo en cuerpo presente de los acontecimientos más
importantes ocurridos en nuestra nación. Obviamente, vivió en carne propia la
felonía de dictaduras (la de Gómez y de Pérez Jiménez) y las bondades de la
democracia con todos sus defectos, pero democracia al fin.
Este grande hombre que recién acaba de
cumplir cien años de edad mantiene latente la esperanza de muchas personas que
padecen de cáncer. Es digno de admiración, porque no se envanece por los
numerosos reconocimientos internacionales, que le han sido conferidos a lo
largo de su fructífera carrera como médico y científico, y tampoco “le quita el
sueño el Premio Nobel”, como lo afirmara a una periodista que lo entrevistó
hace apenas unos días. Sigue en su empeño y mantiene latente su afán y fe por
brindarle a la humanidad, la noticia
final de que la enfermedad que se ha convertido en la más terrible pesadilla
del ser humano, encontró por fin el antídoto que permitirá a quienes la
padecen, sonreírle a la vida
agradecidamente.
El Dr. Convit es el más digno y vivo ejemplo para los venezolanos, que debemos sentirnos orgullosos de este
bondadoso hombre, que mantiene consultas gratis con pacientes que acuden a él
en procura de sus sabias atenciones. Digno de admiración, porque no deja de
lado la esperanza de conocer en vida el resultado de su tenaz esfuerzo
científico. No habrá reconocimiento alguno que pueda recompensar el fruto de su
ardua labor investigativa, que Venezuela
entera le agradece. Su empeño y afán por ser útil a la humanidad lo llevó a
crear una fundación que preside, y que entre sus proyectos contempla la instalación
de una plataforma tecnológica, con la cual se puedan realizar estudios
genéticos y moleculares, así como diagnósticos a pacientes, a través de un
centro de medicina molecular.
Creemos no pecar en exceso, si nos atrevemos
calificarlo como uno de los venezolanos más preclaros del pasado y presente
siglo y que su obra dejará honda huella en nuestro país y en el exterior , pues
su investigación científica no se detiene y por el contrario pese a su
centenaria edad, mantiene viva la esperanza de alcanzar su más anhelado sueño
del diagnóstico precoz de tumores en la recién creada Unidad de Diagnóstico
Molecular de Tumores Pediátricos, para cuyo efecto firmó un convenio con el
Hospital de Niños J.M. de Los Ríos .
En esta tarea lo acompaña otro eminente médico
y también científico, el Dr. Alberto Paniz
Mondolfi, quien actualmente se
encuentra realizando investigaciones en el Laboratorio de Microbiología Clínica
de la Universidad de Yale en los Estados Unidos, debido a que las plataformas
tecnológicas para los estudios de genoma no están disponibles todavía en
Venezuela. Pero existe la confianza de que pronto se conocerán interesantes
resultados del trabajo científico, que llevan adelante y que serán publicados y
conocidos durante la presentación oficial de la Fundación.
Esta fecunda obra de carácter científico que
se llevará a cabo en la Fundación Dr. Jacinto Convit, abordará otros proyectos
de investigación, cuyo fin es el de proteger, conservar y darle continuidad al
legado del eminente científico venezolano, pues además del cáncer también
promueve la investigación del mal de chagas, leishmaniasis, lepra y otras enfermedades endémicas y tropicales.
Venezuela está en deuda con el Dr. Jacinto
Convit, quien muestra su alegría y satisfacción porque internacionalmente se
está empezando a tocar el tópico de la inmunología tumoral, uno de los pilares
fundamentales de su investigación conjuntamente con el Dr. Paniz Mondolfi.
Hace más de dos mil seiscientos años Buda
decía que el ser humano tendría siempre que lidiar con el sufrimiento y la pena
sin importar el lugar en que viva ni la posición económica y social que tenga.
Decía, que todas las personas deben sobrellevar al menos ochenta y tres
problemas relacionados con el trabajo, la seguridad económica, dificultades con
las relaciones personales, temores por las potenciales enfermedades, ansiedad
frente al éxito o fracaso y otras razones más; y, sin embargo, que el problema
mayor era otro, el número ochenta y cuatro: la ansiedad permanente de no querer
tener ningún problema. Y esa pareciera ser la filosofía de la vida del Dr.
Convit.
Así como existen responsables de hacer obras
públicas, educar con las ciencias, administrar justicia, entregar la palabra
divina, y otros asuntos, deberían existir autoridades éticas que den ejemplo a
la comunidad, que combatan éstas enfermedades que amenazan con no tener
remedio, en cada hogar, barrio y ciudad. Y una de estas autoridades
innegablemente sería el Dr. Convit, quien
con su labor científica, para muy pocos venezolanos desconocida, nos permite
solazarnos y alegrar el espíritu, en momentos en que el país enfrenta la mayor
crisis que jamás se pudo haber imaginado
Gracias Dr. Convit, Venezuela está en deuda
con su fecunda obra y su intachable conducta ética, ejemplo para las
generaciones del presente y del futuro. ¡Que Dios le de muchos años más de vida
y feliz existencia!
Carlos
E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
CNP-122
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