El amigo de mi
enemigo es mi enemigo.
Se puede pactar con el enemigo para superar la
indefinición y reducir el daño mutuo, como lo hicieron en Panmunjóm,
norcoreanos y norteamericanos, cuando ambos bandos negociaron bajo esquemas establecidos el fin
del conflicto en Corea, sin ceder en los principios básicos y siempre con el
entendimiento de que eran enemigos y así continúan hoy día. Nuestros enemigos
ahora son venezolanos que deberán deponer mutuamente esa condición y ayudar a resolver el estancamiento político por el bien de
Venezuela.
Los estudiantes
venezolanos y las organizaciones que los apoyan han propuesto una lista de
precondiciones esenciales que el gobierno castro-comunista de Maduro debe
aceptar y poner en práctica para proseguir conversaciones. Hasta cuándo vamos a
repetir que el pueblo democrático de este país no negocia con quien ha
asesinado impunemente a decenas de estudiantes y ciudadanos comunes así
como encarcelado a miles, con la gran ventaja y alevosía del poder militar,
que se han identificado con el
movimiento para restituir la democracia representativa en Venezuela, una
condición bien expresada en la Constitución Nacional.
Ahora los comunistas
del sur vienen a beber champaña, guisqui 21 y devorar exquisitos manjares en el
Eurobuilding, cuando millones de venezolanos, pasando hambre y necesidades, son
víctimas de extensas colas para
conseguir un paquetico de harina Pan. Y
todo esto para promover el continuismo de los castro en Venezuela, que ya
tienen 15 años expoliando nuestros recursos, sin una mano del poder que le eche
un paro a esta humillante situación. Es la más atroz y terrible forma de
corrupción y entreguismo de soberanía que pueblo alguno haya vivido.
Constitucionalmente, estamos en el deber y es nuestro derecho, exigir la salida
de lo que sea ilegítimo –pruébese fehacientemente lo contrario- y reestructurar
a este embotellado país bajo un esquema
democrático de verdad. El movimiento estudiantil destacado en las protestas de calle no debe
dar pausa a su lucha: es la única garantía para
que el régimen no corra por
tercera.
No cedamos un ápice de terreno en nuestros claros propósitos libertarios y esperamos que no se confundan aspiraciones deseadas con triquiñuelas oscuras por parte de quienes alevosamente detentan poder en ambos bandos bajo el cielo de esta tierra de desgracias, hasta ahora obligadas. Mientras tanto, desprendámonos con prontitud de los supuestos mediadores sureños porque nos cuestan muy caro y por sus ideas preconcebidas que no aportaran soluciones al conflicto.
Si hay algún
mediador, sin duda transparente en estas
conversaciones, no es otro que la diplomacia de la Santa Sede del
Vaticano. ¡ Ni un paso atrás!
Mauro
Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro
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