sábado, 12 de abril de 2014

MAURO PARRA. ¿ENEMIGOS?

El amigo de mi enemigo es mi enemigo. 

Se puede pactar con el enemigo para superar la indefinición y reducir el daño mutuo, como lo hicieron en Panmunjóm, norcoreanos y norteamericanos, cuando ambos bandos  negociaron bajo esquemas establecidos el fin del conflicto en Corea, sin ceder en los principios básicos y siempre con el entendimiento de que eran enemigos y así continúan hoy día. Nuestros enemigos ahora son venezolanos que deberán deponer mutuamente esa condición y  ayudar a resolver  el estancamiento político por el bien de Venezuela.

Los estudiantes venezolanos y las organizaciones que los apoyan han propuesto una lista de precondiciones esenciales que el gobierno castro-comunista de Maduro debe aceptar y poner en práctica para proseguir conversaciones. Hasta cuándo vamos a repetir que el pueblo democrático de este país no negocia con quien ha asesinado impunemente a decenas de estudiantes y ciudadanos comunes así como  encarcelado a miles, con la  gran ventaja y alevosía del poder militar, que se han  identificado con el movimiento para restituir la democracia representativa en Venezuela, una condición bien expresada en la Constitución Nacional.
Ahora los comunistas del sur vienen a beber champaña, guisqui 21 y devorar exquisitos manjares en el Eurobuilding, cuando millones de venezolanos, pasando hambre y necesidades, son víctimas de  extensas colas para conseguir un paquetico de harina Pan.  Y todo esto para promover el continuismo de los castro en Venezuela, que ya tienen 15 años expoliando nuestros recursos, sin una mano del poder que le eche un paro a esta humillante situación. Es la más atroz y terrible forma de corrupción y entreguismo de soberanía que pueblo alguno haya vivido. Constitucionalmente, estamos en el deber y es nuestro derecho, exigir la salida de lo que sea ilegítimo –pruébese fehacientemente lo contrario- y reestructurar a este  embotellado país bajo un esquema democrático de verdad. El movimiento estudiantil  destacado en las protestas de calle no debe dar pausa a su lucha: es la única garantía para  que  el régimen no corra por tercera.
No cedamos un ápice de terreno en nuestros claros propósitos libertarios y esperamos que  no se confundan aspiraciones deseadas con  triquiñuelas oscuras por parte de quienes  alevosamente detentan poder en ambos bandos bajo el cielo de esta tierra de desgracias, hasta ahora obligadas. Mientras tanto, desprendámonos con prontitud de los supuestos mediadores sureños porque nos cuestan muy caro y por sus ideas preconcebidas que no aportaran soluciones al conflicto.
Si hay algún mediador, sin duda  transparente en estas conversaciones,  no es  otro que la diplomacia de la Santa Sede del Vaticano. ¡ Ni un paso atrás!
Mauro Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro

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