Vamos por partes, total, Argentina ya está descuartizada. Es por un problema de orden en el caos que nos rodea, cuestión de intentar, ojalá lo consiga, entender algo. Aunque sea un poquito.
¡Primer
paro nacional! Ya sé que no es el primero, pero casi, y sé que no fue nacional,
pero casi. Lo más destacable: un paro peronista a un gobierno que se dice
peronista cuando le conviene y ahora le conviene. Más debilitada está Cristina,
más necesita del PJ. ¿Pero el PJ necesita a Cristina? Pregunta que sólo un
peronista puede contestar. Julio Bárbaro,¡auxilio!
El
paro, liderado por Moyano, Barrionuevo y Micheli (el sabio Maquiavelo decía que
“no siempre el amigo de nuestros amigos, es nuestro amigo; pero siempre el
enemigo de nuestros enemigos, es nuestro amigo”. El paro del 10/4 lo confirma.
Y no lo armó Magneto, ni la SRA, ni contó con apoyo de la CIA.
El
paro tenía 8 razones para ser un paro casi nacional. Recuerdo algunas:
paritarias libres, subir el mínimo no imponible, el 82% móvil, la inseguridad,
el ajuste, la inflación, y algunas otras. Según Aragón (que la pega con todas
las encuestas), el 60% de los argentinos no sabía por qué se paraba. Estoy
segura que más del 60% quería el paro ¡porque están, estamos HARTOOOOSSSS!
¿Quedó claro?
Hasta
acá vamos bastante bien. Pero el diablo, perdón, la izquierda metió la cola y
decidió hacer piquetes para imposibilitar las entradas a la ciudad de Buenos
Aires. Los dueños del paro repudiaron los piquetes. Querían un paro en paz. Lo
más increíble es que los apóstoles de los piquetes, o sea el gobierno, también
los repudiaron, hasta reprimió el de la Panamericana.
iLas
cosas que hace la realidad cuando es adversa! De no creer. ¿Qué pasó con eso de
“no judicializar la protesta” y “no dejar los principios en la puerta de la
Rosada? El hecho es que a pesar de los cortes de la izquierda no queridos por
los padres del paro, ni por el gobierno, estos demostraron que siempre los que
no se quieren se pueden poner de acuerdo en algo, es cuestión de esforzarse y
encontrar un enemigo común. Ninguno quería los cortes. Los del paro para
demostrar que el paro era voluntario, el gobierno para permitir que los que
querían trabajar pudieran hacerlo.
¡Ojo!,
la izquierda crece todos los días. Y como la naturaleza es enemiga del
vacío, si la oposición (-no se ría-,
escribí “oposición”, de alguna manera hay que llamarla), no se despierta de la
siesta y muestra alguna disposición de querer ser gobierno, la izquierda está
de pie y viene marchando.
El
paro fue político, todo paro es político. Este en particular representó una
demonstración de fuerza ante el gobierno. Una forma elemental pero contundente
de decirle a Cristina, al Chino, a Axel y a alguno más, podemos parar el país y
hacerlo en paz. No necesitamos ni choris, ni gaseosas, ni planes que ya
escasean.
La
lucha, se disfrace como se disfrace, con palabras grandielocuentes y objetivos
altruistas, siempre es por el poder, desde Aníbal Barca pasando por las
Cruzadas. Siempre es el poder. Y el poder es dinero. Ha sido así desde el
principio de los tiempos y lo será hasta que el ser humano decida crecer por
dentro. Y para eso nos falta mucho.
Conclusiones
primitivas y subjetivas. El paro fue un éxito rotundo en todo el país. El agua
y el aceite se pueden mezclar si enfrentan un enemigo común. Los pedidos que
dieron forma al paro no serán ni siquiera discutidos por el gobierno. Cristina
necesita llegar al 10/12/2015 en las mejores condiciones posibles y para eso
tendrá que seguir tragando el aceite de ricino de las recetas ortodoxas en
materia económica.
La
izquierda sigue avanzando, dando a su vez muestras de un poder que crece sin
que nadie se anime a detenerla. Por lo menos no se avizora en el horizonte al
que sea capaz de hacerlo. El gobierno sale debilitado. Por supuesto que no se
va a dar por enterado y Cristina nos regalará una vez más con alguna otra
“condena” nacional, quizás esta vez con una vedette realizando el baile del
caño. Desde Tecnópolis y sin Tinelli.
El
paro pasó. ¿Quién ganó? El gobierno perdió. Los “gordos”, los de la CGT de
Caló, perdieron. La inexistente CTA de Yasky, perdió. Moyano, Barrionuevo y
Micheli ganaron (¡juntos! difícil de imaginar), pero no solucionaron nada. La
izquierda creció.
La inseguridad continúa (mataron a una embarazada más) y la inflación sigue engordando precios. Los jubilados siguen condenados a una paupérrima supervivencia y los despidos seguirán el ritmo de la inflación que traerá más recesión. Puede que suban el mínimo no imponible. Pero la devaluación ya fue y la próxima vendrá y los chicos perdieron un día más de clases y casi nadie trabajó. Por lo tanto, ¿quién ganó?
Perdimos
todos. Perdió el país.
Malu
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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