Fue
un hecho histórico. Sucedió realmente en 1476, en Fuente Ovejuna, pueblo
cordobés que dependía de la Orden de Calatrava. Eran los tiempos de la
unificación de España, ardua tarea de los Reyes Católicos. Pero la parte
política es sólo el telón de fondo, no hace al hecho en sí.
Con
su genial talento, Lope de Vega escribe una obra teatral en 3 actos, cuyo
título es Fuente Ovejuna (1619) y nos retrotrae al secundario, cuando era
obligatorio leerla en 4° año. De acuerdo a otro grande, Menéndez y Pelayo, “no
hay otra obra más democrática en todo el teatro castellano”.
Como
hace tiempo que la leímos, refresquemos la memoria. Fernán Gómez de Guzmán es
el comendador que rige Fuente Ovejuna. Abusa del poder, es un tirano. Pretende
a Laurencia, la hija del alcalde, que lo rechaza. Trata de obligarla, pero el
novio de Laurencia, Frondoso, lo impide.
Laurencia
y Frondoso deciden apresurar su casamiento, pero estando en la iglesia, Don
Fernán los detiene. El pueblo, harto de robos, violaciones y atropellos de todo
tipo, entra en el palacio y asesina al comendador.
Durante
el juicio, cada vez que se pregunta quien fue el asesino de Fernán, el pueblo,
todos a una, contestan: “Fuente Ovejuna, Señor”. Sin poder averiguar nada más,
el pueblo se disculpa, los Reyes Católicos lo perdonan.
No
es ficción. Sucedió.
La
naturaleza es enemiga del vacío. Si el gobierno no cumple con su indelegable
función de proveer a la seguridad de su pueblo, alguien lo hará en su lugar. Lo
hará mal, fuera de la ley, castigando sin proporción el delito cometido, y lo
hará porque está fuera de sí, harto de todo hartazgo.
Decía
Perón “cuando los pueblos se cansan, suele tronar el escarmiento”. Dejo constancia que esto no es una
justificación de hechos que no son, ni pueden ser justificables, es sólo una explicación;
porque nada sucede sin una razón previa. Causa y consecuencia. Toda causa tiene
su consecuencia.
Zaffaroni,
la impunidad, la visible corrupción estatal, el poder judicial vaciado de
justicia, y en parte la exclusión y los hijos de la droga, son las causas de
los permanentes crímenes, violaciones, robos, arrebatos, secuestros virtuales y
de los otros, que sobrevivimos los que tenemos la suerte de hacerlo.
Los
linchamientos, que están mal, que no deben ser, pero son, responden a personas
cansadas de no recibir respuesta a sus permanentes reclamos de seguridad, por
la que pagan altos impuestos y no reciben nada a cambio.
Reconocemos
que Cristina tiene razón, que si alguien cree que su vida no vale nada, piensa
que la del otro tampoco vale nada. Es cierto, los NI-NI saben que van a morir
violentamente y temprano, no les importa matar, ni morir. Pero vamos a
recordarle a Cristina que estos hijos de la droga, o los Ni-Ni, jóvenes todos
ellos, crecieron los últimos 11 años bajo un gobierno K.
Durante
estos 11 años hemos vivido un festival de violaciones a todas las leyes,
empezando por el gobierno. Mal ejemplo para la gente. Por un lado, si el juez
es sobreseído de todos los cargos que hay en su contra y él a su vez sobresee
inimaginables aumentos patrimoniales de miembros del gobierno; ¿por qué el
ratero no va a quedarse con un reloj o una cartera?
En
cuanto a la droga y su crecimiento de estos 11 años, se supone que son la razón
de tanta muerte gratuita, sucedida a pesar que el asaltado entregó dinero,
llaves y auto. Muertes porque sí. Nadie hace nada. La gente se cansa. “Tanto va
el cántaro a la fuente…” No se puede pretender que la gente siga paralizada
ante tanto crimen y no reaccione, ya que los que deben ocuparse de poner orden,
no lo hacen.
Llama
la atención entre tanta progresía como nos rodea, el horror que causan los
linchamientos, que son horrorosos, pero no más que asesinar jubilados a golpes
-1 cada 4 días-, o dispararle en la panza a Carolina Píparo que ya había
entregado los dólares que había sacado del banco, de manera que Isidro, el
bebé, muriera asesinado. Horroroso.
Probablemente
la amenaza del nuevo código penal, tan amigable para con los delincuentes y tan
olvidado de las víctimas, haya sido uno de los detonantes de los linchamientos.
No han sido una conspiración, pero sucedieron en alejados lugares del país,
casi al mismo tiempo. Lo que indica que el pueblo tiene un reloj común, y por
estas horas marca “¡basta!”
El
gobierno tiene que dejar de mirar culebrones o talk shows y poner no sólo
atención, sino abocarse a lo que debiera haber hecho desde el comienzo de sus
mandatos, el 25/5/2003, y ocuparse de la seguridad de la gente, de la buena
gente que trabaja, paga impuestos, manda sus chicos al colegio y vive aterrada,
encerrada tras las rejas, con custodios y cámaras de seguridad. Nada es suficiente.
Quizás,
sólo quizás, si los delincuentes supieran con certeza que sus crímenes iban a
ser castigados con penas justas, se lo pensarían dos veces antes de cometerlos.
Mientras, el fantasma de los linchamientos seguirá asustándonos. ¡Cuidado! El
pueblo dijo “hasta acá llegamos”.
Fuente
Ovejuna no es sólo una obra de teatro, está basada en un hecho real.
Malu
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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