Estamos en un callejón sin salida, toda
inteligencia no cegada por el poder reconoce que este callejón es ciego y que la
narrativa que nos ha traído allí- compartida por millones de venezolanos
gobiernistas y opositores-bloquea mentalmente las salidas colaterales.
El relato liberador venezolano se basaba en
el mito del país riquísimo necesitado de un buen repartidor; una falsedad generalizada que bloquea el talento
de los venezolanos al hace creer que productivamente ya tenemos lo que nos hace
falta. Además predica que cada mitad social para su éxito debe anular a la otra
mitad, precisamente a la que necesita como aliada. El desbloqueo de este
callejón mental y de este relato engañoso pasa por el trabajador y por un
Primero de Mayo futurista y novedoso, portador de esperanza para 29 millones de
venezolanos.
Un Primero de Mayo que camine hacia una
sociedad donde el eje de la dignidad y del poder social sea la condición
productora y creadora de las personas y no la sombra del árbol petrolero. La
mal llamada “fuerza de trabajo” somos 14 millones de venezolanos, de los que a
ocho se les priva (entre desempleo, subempleo y trabajo precario) de un trabajo
productivo que dignifique y genere riqueza social para su familia y la
sociedad. Hoy los trabajadores formales con buen salario integral son una
minoría y exiguo el número de los sindicalizados.
Necesitamos una nueva narrativa en torno al
trabajo productivo con el trabajador como eje central de la reconstrucción
social, económica y política del país. La primera piedra de la falsa narrativa
dice: somos un país inmensamente rico gracias al petróleo, que no es producto,
sino renta; con lo cual se priva al trabajador de su condición clave, pues lo
reduce a mantenido (y no fuente) de la riqueza nacional. Estamos luchando por
una botella rentista medio vacía, en lugar de un país creado por el talento
humano de millones de trabajadores.
La nueva narrativa no es sólo para los
potenciales trabajadores, sino para toda la población, especialmente para los políticos y los
empresarios. El actual régimen tomó heredada la distorsionada narrativa petro
rentista y le injertó la plusvalía marxista, según la cual el empresario, es
por definición, explotador que se apropia de la plusvalía y amasa su riqueza
con la sangre del pobre trabajador. Por eso la “revolución socialista” consiste
en: 1) toda la renta petrolera para los pobres; 2) guerra a la productividad,
pues cuanto más produce el trabajador más sangre chupa el empresario; y 3) eliminación definitiva de la empresa privada.
De ahí nacen la consigna de “PDVSA es de todos”, y es bueno el gobierno que
enchufa la inagotable riqueza petrolera directamente con las necesidades de la
población pobre, sin tener que pasar por la
laboriosidad de la producción.
Con un Primero de Mayo–gobiernista u
opositor-sobre esta narrativa falsa, el país seguirá empobreciéndose.
Necesitamos una nueva narrativa donde el trabajador se vea a sí mismo produciendo la riqueza del país y
disfrutándola de manera compartida y solidaria en una sociedad de socios
plurales. Narrativa con los siguientes puntos claves:
1-Venezuela es pobre, porque pobre es la
producción de su gente, pero con una enorme potencialidad humana sí utiliza la
poderosa palanca petrolera como instrumento para la revolución productiva y no
simplemente como dádiva para el consumo.
2- La educación de calidad es clave para potenciar a los más pobres y fortalecer su talento y su
equipamiento productivo. Educación pública democrática, financiada por la renta
petrolera en procesos educativos plurales donde se dan la mano la familia, la
sociedad y el Estado.
3-
Educación entendida como tránsito hacia la ciudadanía y la empresa productiva con alta calificación
laboral. Empresa basada en el talento productivo y no en la fuerza productiva.
4- Empresa en la que se alían el capital y la
tecnología, con toda la gama de talento productivo compitiendo juntos en altos
niveles de calidad mundial. Empresarios y trabajadores como aliados,
complementarios y copartícipes de los beneficios.
En la actual Venezuela todo conjura para que
la producción vaya palo abajo. Es imposible el éxito si los empresarios no
están convencidos de que su mejor aliado es el trabajador calificado y si ambos
no ponen todo su empeño para lograr esa cualificación trabajadora permanente.
Transformación del país con millones de trabajadores cualificados con su
talento activado y empoderados a través de una educación de primera con
habilidades productivas, organizados y aliados con la inversión, tecnología y
espíritu de empresa. Al mismo tiempo en el nuevo imaginario de la población
subordinada y pobre, el trabajador y el empresario tienen que convertirse en aliados imprescindibles
para el futuro suyo, de su familia y de Venezuela. El Estado es el pacto social
donde se concretan esas sinergias virtuosas y la política y los gobiernos los
medios para lograrlo. Si del Estado se apropia el gobierno y de este el partido
o los militares, necesariamente serán clientelistas repartidores de renta.
Un Primero de Mayo con los estudiantes y la
sociedad en la calle unidos en la denuncia del empobrecimiento del pobre, por
desabastecimiento básico, porque la inflación (no compensable con sólo
aumentos) le roba al trabajador el quince y último, y porque la actual falta de
educación de calidad perpetúa la pobreza de los hijos de los pobres. Con empresarios con visión y audacia y
políticos cargados de futuro, y no de retrógrado rentismo donde ellos se vean
como repartidores de dádivas a cambio de fidelidades clientelares. Venezuela
necesita de trabajadores con experiencia exitosa de su condición productiva y ciudadana
que agrega valor transformando los recursos naturales y la sociedad con su
talento creativo.
Luis
M. Ugalde O. s.j.
lugalde@ucab.edu.ve
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