miércoles, 16 de abril de 2014

JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE, EN LA TRAMPA DEL DIALOGO

Estuve viendo el jueves pasado por TV, como muchos otros venezolanos, el “dialogo” que en la primera reunión  protagonizaron representantes de la oposición y del gobierno hasta altas horas de la madrugada, y debo confesar,  sin dármelas  de adivino,  que el desarrollo del evento  no trajo ninguna novedad impensada, es decir, inesperada, que estuviese fuera de mis cálculos y expectativas, como creo le ocurrió al resto de la audiencia.

Y es que conociendo a los actores, algunos de los cuales ya habían sostenido intercambios verbales en la Asamblea Nacional, en alguna que otra sesión intempestiva, no había razones para suponer que los argumentos e ideas que saldrían a la luz serian de otro calibre, ni diferente su tratamiento. Igualmente,  en las declaraciones del mismo tenor, que dieron algunos de los representantes del oficialismo con motivo de la sesión de instalación, semanas atrás, de la Comisión Política nombrada por el Ejecutivo para coordinar la Conferencia de Paz, y que eran los mismos que estaban en Miraflores, ya se dejó ver cuáles eran las verdaderas  intenciones del gobierno con todo este show mediático que se ha montado y que forma parte de su estrategia para tratar de lavarse la cara frente a  la opinión pública nacional e internacional.
Pero no hay que hilar tan fino para llegar a esa conclusión, basta con ver cuál es la posición en este tema, del propio presidente Maduro,  quien en vísperas de la instalación de la mesa de dialogo en Miraflores, al referirse a unas  declaraciones del expresidente Lula, recomendándole bajar la intensidad del debate político y gobernar más, dijo textualmente:  "No tengo nada que negociar con nadie (...) ni negociación ni pacto, aquí lo que hay es un debate, diálogo, que es diferente a una negociación y un pacto".
Un dialogo así concebido, sin reconocimientos implícitos, sin excusas,  sin llegar a acuerdos, no vendría a ser más que un monologo de dos, donde cada quien dice lo que quiere, sin compromisos de ningún tipo, sin finalidad positiva alguna, que no serviría para nada práctico, salvo demostrar que el gobierno y la revolución están por encima de todos y de todo; que desde el  Olimpo, como un Zeus criollo, se dedican a lanzan rayos a la oposición y a hablar con su palabra omnímoda para solamente unos elegidos. Algo de lo cual ya teníamos antecedentes en Chávez cuando era presidente, pues una de las críticas que precisamente se le hacían era  que no dialogaba, sino que mandaba y monologaba desde el poder, a través de su programa dominical “Alo’ Presidente”, pero siempre sin debatir y sin nadie delante que confrontara sus ideas.
Por otra parte, tampoco tenemos claro en ese “dialogo” tan particular, quien representa a quien. Si bien decimos al inicio de este artículo que esta primera reunión la  protagonizaron representantes de la oposición y del gobierno, eso que debería ser lo ideal, no fue ni siquiera lo correcto, al encontrarnos con  que en  la representación del sector oficial, por ejemplo, había un representante de los Tupamaros y que en la denominada oposición no estaban todos los que son, ni eran todos los que estaban. Mientras que en el oficialismo el mensaje pareciera ser que el gobierno es algo más que su tren ejecutivo formal y que se gobierna incluso con grupos civiles armados, más allá del ejército propiamente dicho, en la oposición no hay una relación directa de afinidad entre quienes se sentaron en la mesa del dialogo y los manifestantes de las calles de Caracas y del interior del país. ¿Representan los miembros de la Mesa de la Unidad presentes en el dialogo a los estudiantes y al resto de la sociedad civil reprimida por la fuerza bruta del estado chavista? ¿Cómo puede el presidente Maduro afirmar, como lo hizo esa noche, que los colectivos no están armados y que se dedican a labores sociales y culturales cuando precisamente tiene un representante de los Tupamaros en esa mesa de dialogo hablando en nombre del gobierno?
Con cinismo, prepotencia y refiriéndose siempre al pasado como causa de  todos los males del país, no obstante los quince años de chavismo transcurridos en el poder, es imposible establecer base alguna para un dialogo sobre el presente y ,lo más importante, sobre  el futuro del país.
Mientras una parte de la oposición venezolana cayo en la trampa del dialogo, y es que es difícil negarse a dialogar aun cuando se sepa que no hay condiciones objetivas para ello, hay otra que se mantiene firme en su posición de protesta contra el gobierno y más ahora después de lo visto en este primer dialogo. 
Habría sobradas razones para levantarse de la mesa  antes del final, si no se acuerdan condiciones elementales para proseguir y bastaría tan solo con que el oficialismo se niegue o evada su responsabilidad para tomar algunas decisiones para las que no hace falta pacto alguno. Pero cualquier cosa que haga la oposición en aquel sentido va a tener un costo político, así que será una cuestión de paciencia y de habilidad política mantener una posición firme en ese dialogo sin salirse del carril.
Los venezolanos estaremos pendientes de las próximas reuniones de la mesa de dialogo, aunque en mi caso particular, no estoy  seguro de tener estomago suficiente para  escuchar lo que viene.
Jose Luis Mendez
Xlmlf1@gmail.com
@Xlmlf1

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