“A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde” Lucio Anneo Séneca (4 a.C – 65 d.C). Filósofo, político, orador y escritor romano.
Los
nuevos textos de primaria, incluyen una reseña histórica de los sucesos del 27
y 28 de febrero de 1989, que culmina con la afirmación siguiente: “El día que
Carlos Andrés Pérez ordenó masacrar al pueblo”. Llama la atención, que los
historiadores oficiales, no se hayan percatado de la gravedad de tal
falsificación histórica, la cual, más
que desprestigiar al ex presidente, coloca en tela de juicio la formación e
integridad de las Fuerzas Armadas Nacionales. Las cuales, según esa “verdad
oficial”, sin cuestionamiento alguno acataron y cumplieron la criminal orden.
Las carambolas también salen por banda.
La
verdad sea dicha. Hubo un estallido social, el Presidente Pérez, se vio
obligado a activar el llamado Plan Ávila, para restituir el orden público y
algunos miembros de las Fuerzas Armadas Nacionales, en medio del desorden
público y los saqueos, cometieron excesos, violaron derechos humanos y otros
más inhumanos masacraron a mucha gente. Eso verdad histórica es innegable. Ese
Plan Ávila, también lo intentó activar el ex presidente Chávez con motivo de
los hechos de abril del 2002 y, gracias a Dios, la cúpula militar de esa época,
se opuso y salvó al pueblo de otra masacre. Las grabaciones son reveladoras. El
que tiene rabo e’ paja no se acerca a la candela.
Nadie
en su sano juicio, puede imaginar, que un Presidente constitucional, en una
sociedad democrática y civilizada, electo por el pueblo, ordene por gusto,
impulso o instinto criminal, ordenar que se utilicen las armas de la República,
para masacrar al pueblo. Mucho menos se pudiese sospechar, que los hombres y
mujeres de uniforme, que son gente de pueblo y de honor, se presten con saña para
una operación criminal a esa escala. Las generalizaciones son injustas. Una
cosa es que las cosas se salgan de cauce y algunos militares cometan excesos
criminales y otra, que se concluya, que los militares se prestaron solícitos y
sin protesto, para cumplir la orden de masacrar al pueblo. ¿Obediencia debida?
No me defienda compadre.
Hay
que tener cuidado con los juicios históricos y más aún, evitar afirmaciones
peregrinas que pueden ser utilizadas, a posteriori en contra de quienes las
sostienen. El 12F hubo manifestaciones pacíficas en Caracas y luego que los
líderes y participantes se retiraron en santa paz, algunos exaltados crearon
desordenes, que hicieron necesario la utilización de la GNB, para restituir el
orden público y en medio de la innecesaria represión, hubo 2 lamentables
muertes, que luego se demostró, fueron ocasionadas por exceso de funcionarios
del DIBISE. ¿Alguien puede inferir que el Presidente Maduro ordenó esas
muertes? ¿O la responsabilidad es de los autores materiales ¿Es una acusación
errónea? Lo que es igual no es trampa.
La
historia es muy difícil de falsificar, distorsionar y modificar, sobre todo la
más reciente, cuyos sucesos están frescos en la memoria de los venezolanos. En
esos laberintos históricos, la velocidad de esas alegres afirmaciones,
puede confundir a quienes, hoy
las sostienen y después, como dicen los jurisconsultos, “No podrán alegar en su
defensa sus propias torpezas. ¡Cuidado con alegres juicios históricos! No
olvidéis la célebre frase de CAP: “Ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario”
¡Vale!
José “Cheo” Salazar
sjose307@gmail.com
@Cheotigre
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