La detención ordenada por Nicolás
Maduro del G.D. Oswaldo Hernández Sánchez
y los G.B. José Daniel Machillanda y Carlos Alberto Millán,
pertenecientes a la aviación militar, por una supuesta conspiración exige una
explicación a los venezolanos. No es fácil de entender los argumentos
utilizados en cadena nacional en la reunión de los cancilleres de UNASUR.
Imaginarse, que estos generales fueron denunciados por sus propios subalternos,
como dijo Nicolás Maduro, no resiste el menor de los análisis. Cualquier
insurrección exige de una organización detallada, con grandes medidas de
seguridad, que obliga a tener contactos en las distintas fuerzas,
principalmente en el Ejército. El Alto Mando Militar, si esto fuera verdad,
debería presentar ante la opinión pública la lista de los oficiales
comprometidos en el intento de Golpe de Estado. De no hacerse, se estaría
comprometiendo el honor de los mencionados generales.
El problema que enfrenta actualmente la
Fuerza Armada Nacional es muy delicado. Surge de un conjunto de hechos que,
desde hace varios años, viene comprometiendo la unidad de nuestra institución.
La constitución de 1999 establece claramente en su artículo 328 lo siguiente:
“la Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente
profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar
la independencia y soberanía de la
Nación y asegurar la integridad del
espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el
mantenimiento del orden interno y la
participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta
Constitución y la ley. En el cumplimiento
de sus funciones está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad
política alguna”... Este principio permite la existencia de distintas maneras
de pensar en la Fuerza Armada.
Lo importante, es que los miembros
activos de la Fuerza Armada tienen la obligación ética de no hacer pública su
manera de pensar, ya que de esa manera se logra preservar la unidad de la
Institución Armada y en cierta forma de Venezuela. Lo inexplicable, es que Nicolás Maduro, igual
como hizo Hugo Chávez, se haya atrevido a plantear una ideología política
en el propio seno de la Fuerza Armada. Mantener que nuestra
Institución Armada es revolucionaria, socialista y chavista rompe la necesaria
cohesión institucional e irrespeta la Constitución Nacional. Al imponerse
oficialmente una ideología, de manera natural tienen que surgir distintos
grupos internos que rechazan esa forma de pensar. Eso está ocurriendo en la
Fuerza Armada. La reciente convocatoria, con carácter obligatorio, a una manifestación de los cuadros militares
y sus familiares tiene que haber incrementado profundamente el descontento
institucional.
Es natural, que las tensiones
sociales, que por casi dos meses, han conmocionado a Venezuela empiece a
sentirse en el seno de la Fuerza Armada. No son sólo los grandes problemas
nacionales, que están impactando gravemente a la familia militar, sino el empleo completamente irregular de la
Guardia Nacional. La opinión pública ha reconocido ampliamente que este
componente de la Fuerza Armada utiliza a grupos paramilitares para atacar a los
manifestantes de la oposición. Estoy más que seguro que las demás fuerzas deben
sentirse muy preocupadas por este hecho, ya que todos conocemos que el
monopolio de la violencia del Estado le corresponde a la Fuerza Armada. Esta
situación es tan delicada que es imprescindible reconocer que se puede comprometer
totalmente la razón de ser de nuestra Institución. El Alto Mando Militar
debería hacer escuchar su voz en un momento tan delicado para Venezuela.
Sorprende que varios generales
hayan declarado públicamente su respaldo
a la ideología del régimen chavista. Esas declaraciones son inaceptables, ya
que comprometen el destino de la Fuerza Armada. El grave enfrentamiento
nacional, surgido entre dos amplios sectores nacionales, exige de nuestra
Institución una actuación de gran prudencia, encuadrando sus acciones en el
marco de la Constitución Nacional, de las leyes de la República y de los
derechos humanos. Esa obligación institucional exige, de todos los miembros de
la Fuerza Armada, una amplia cohesión interna que permita fortalecer los
valores fundamentales de nuestra institución: la disciplina, la subordinación y
el espíritu de cuerpo. La Fuerza Armada Nacional debe transformarse en un
importante factor de unidad nacional que, al mismo tiempo, garantice el
permanente respeto a nuestra soberanía y el más amplio pluralismo democrático…
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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