lunes, 28 de abril de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., LA VORÁGINE DE UN GOBIERNO FORAJIDO

En días pasados, una sobrina próxima a graduarse de Bachiller me soltó de improviso esta pregunta: Tío, ¿por qué llaman a algunos gobiernos forajidos?.Intrigado por su pregunta, le mostré mi curiosidad de la razón de su interrogante, a lo cual me contestó que era porque en la institución en la cual cursa estudios, sus compañeros tenían distintas versiones y ella deseba conocer la mía, por mi profesión de periodista.

Comencé por hacer una biopsia política de los acontecimientos que en los últimos 15 años se vienen sucediendo, para responder su pregunta y de seguidas le expliqué que son denominados “Estados forajidos”, aquellos que tienen gobiernos que permiten la violación de los Derechos Humanos; niegan  los derechos ciudadanos y son incapaces de sostener el orden legal; manipulan la administración de la justicia; carecen de legitimidad democrática; aplican el terrorismo de Estado y se encuentran inmersos en la corrupción, entre otras tantas depravaciones que violentan el orden legal interno.

Dicha pregunta dio pié para tocar el tema en la presente columna.

Nunca antes en la historia de nuestro país, el caos se había convertido en un virus mortal que está desarticulando todas las arterias vitales que sustentan la estructura social de la nación, los principios éticos y espirituales, los valores morales y cívicos que constituyen el pedestal sagrado que alimenta e impulsa el civismo, el desarrollo y la grandeza de los pueblos, lo cual ha obligado a que valerosos jóvenes estudiantes apoyados por la sociedad civil, hayan tomado la bandera de la dignidad para evitar que este régimen termine de destruirlo todo, cual fístula repugnante que se extiende desde la cabeza hasta los pies, y por eso la urgente necesidad de extirparla para evitar prosiga su acción devastadora.

El país nacional clama por una paz que le permita sin distingos de clases sociales, razas, colores partidistas, religión, ni nada por el estilo, volver a los tiempos en los que “todos éramos felices, pero no lo sabíamos” y hoy por supuesto la añoramos con vehemencia. Por qué una cosa es cierta, los venezolanos somos y siempre lo hemos sido: tiernos, cariñosos, afectuosos, amorosos con propios y extraños, sin complejos de ninguna naturaleza, y estas virtudes naturales, por llamarlas así, han adornado el gentilicio del cual nos sentimos orgullosos.

No se puede admitir que quien ocupa el solio presidencial en Miraflores desde hace un año, estime que  solo está comprometido con sus conmilitones y la otra parte, mas de la mitad sea despreciada y groseramente descalificada y tildada de apátrida, pitiyanqui, ladrones de siete suelas y agravios en medio de eructos televisivos en cadena, demostrando en consecuencia incapacidad y desconocimiento de lo que significa gobernar un país, amén de su persistente renuencia para rectificar los errores que lo están llevando a teñir de sangre los caminos de la Patria y cubriendo de dolor y lágrimas los hogares de las familias venezolanas.

No hay duda alguna de que este régimen es el causante directo de la profundización de la crisis económica, la cual achaca a la “derecha burguesa de la oposición” y que califica de “guerra económica”, como pretendiendo esconder tanta improvisación que ha originado una crisis política, social y económica de imprevisibles consecuencias a corto plazo, según connotados y expertos economistas que van más allá, para afirmar que no hay vuelta atrás.

Un gobierno que se precie de ser democrático, no puede ni debe reprimir feroz y brutalmente a jóvenes estudiantes y sociedad civil, por el solo hecho de protestar a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, aduciendo que estos hechos han causado hasta la presente fecha más de 42 venezolanos fallecidos y varios centenares de heridos, cuando la mayoría de las víctimas han caído bajo las balas de quienes defienden ardorosamente el socialismo bolivariano del siglo XXI, representado genuinamente por los llamados colectivos. No solo se le miente al país, sino que se engaña a su propia gente, que cada día se decepciona de escuchar como loros el mismo mensaje y peroratas políticas, alabando el socialismo con discursos radiales y televisivos del fallecido Chávez, arropado desde hace un año en el sueño eterno en el Cuartel de la Montaña.

Preocupa hondamente la implantación del terrorismo de estado, crimen que está ensombreciendo el horizonte de la Patria, con grave afectación para la seguridad y tranquilidad ciudadana, que requiere de garantías y no un gobierno que apela a la violencia para imponer su hegemonía. Con gobiernos forajidos no existe presente ni futuro para el país y las crisis tienden a tornarse insoportables, además de que el desarrollo sustentable no se alcanza únicamente llegando a acuerdos con los responsables de tanta atrocidad contra los derechos humanos y del patrimonio de la nación.

Ya no nos asombra absolutamente nada de lo que pueda ocurrir en el decurso de los acontecimientos, que desde que asumió el poder Nicolás Maduro vienen ocurriendo, pero si estamos seguros de que estamos en presencia de un régimen

Forajido que recurre al discurso clientelar político, aprovechándose hasta de las circunstancias como la de enseñorearse diciendo que se trata de un “socialismo bolivariano y cristiano”. ¡Ahora es cristiano por Dios!. No dudamos que la gente se preguntará: ¿Con qué se come eso?, pues los rojos rojitos visten un ropaje teñido del cuerpo virulento que los distancia del catolicismo, y muchos de ellos se proclaman alegremente agnósticos.

¡A otros pen…..drives con ese cuento.!!

Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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1 comentario:

  1. A su completa opinión del Estado "Forajido" me permito agregarle, que en "Venezuela la lucha no es ideológica sino delictual"
    Jorge Ramos Guerra
    ardive@gmail.com

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