Dos
fuerzas poderosas están decidiendo el destino de los países hermanos Colombia y
Venezuela. Por una parte se alinean
quienes representan la violencia, la
hipocresía en todas sus manifestaciones, el odio y, sin duda, el retroceso,
todos liderados por una gran confabulación de las izquierdas, con la descarada
complicidad de un abanico de actores disidentes conservadores hasta el mamertismo extremo representado por
funcionarios públicos como los que dirigen la Registraduría y la Fiscalía,
además de una buena parte del poder judicial. Todos ellos son hábilmente
manipulados desde la Habana donde se
cocina una ficticia Paz, cuyo fin último es la reelección de un blandengue
traidor que deberá terminar de pavimentarle el camino a las FARC y a sus secuaces, hasta alcanzar el largamente trabajado y
anhelado sueño de tomar el poder en la tierra de Santander. Del otro lado del
Arauca, la Habana lucha por consolidarse en el poder, contando para ello con la
escoria que ha parido la tierra de Martí, de la mano con los peores bandoleros
locales y de un minúsculo grupo de asalariados MUDos y banqueros complacientes.
Quienes
están en el otro bando? En Colombia,
aquellos demócratas que se han unido en torno a las candidaturas de dos figuras
de gran relevancia: Oscar Iván Zuluaga y Martha Lucía Ramírez, entre quienes
destacan personalidades de la talla de Álvaro Uribe Vélez, Fernando Londoño,
José Félix Laforie, que son los cruzados que con su talento y energía están
empeñados en salvar al país de las garras sangrientas de las izquierdas
depredadoras (Foro de Sao Paulo) que con gran astucia y la ayuda de SMARMATIC
pretenden dar el zarpazo final a la ya débil democracia colombiana. Y en
Venezuela, ¿Quiénes dan la gran batalla de salvación nacional? "los valientes estudiantes", miles
de jóvenes de todas las clases sociales que a lo largo y ancho del país se
mantienen en pie de Resistencia Activa pacífica, dando la vida por el despertar
de la conciencia nacional que permita el cambio tan esperado por la inmensa mayoría
que clama “NO al COMUNISMO” que sólo brinda muerte, corrupción, indignidad.
Colombia
y Venezuela decidirán su destino en la próximas semanas en las urnas, en la
calle, con fraude, con violencia, con odio, con pasión. Lo que nos toca a los
que amamos a estas hijas de Bolívar es apoyar con decisión, con pasión, sin
medias tintas y menos con cómoda indiferencia,
a los demócratas colombianos y a los estudiantes venezolanos.
Nuestras
vidas, la vida de nuestros países y del continente es lo que está en juego.
Esta en una guerra entre el bien y el mal; de nosotros depende hacia donde se
incline la balanza.
Antonio
Nicolás Briceño Braun
fundacionamorenaccion@gmail.com
@antonionicolasb
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