Hay un leit motiv que se atribuye exclusivamente
al tirano bolchevique V.I. Lenin, pero en realidad ha sido seguido por todos
los estrategas exitosos: “si estoy en una posición débil negocio, para superar
la debilidad y ganar tiempo, y si estoy fuerte no negocio nada, voy hacia
adelante hasta derrotar al enemigo”.
Todas las negociaciones se dan cuando dos
adversarios encuentran en sus respectivas posiciones algún rasgo de debilidad,
o perciben que hay un equilibrio de fuerzas que conduce la situación al
estancamiento. Entonces se sientan a negociar, para ganar tiempo y fortalecer
esos aspectos en los que se perciben débiles.
En medio de la más cruenta guerra, Bolívar
negoció con Morillo y firmó con él un Armisticio y un Tratado para restar
crueldad a la guerra. Ello le permitió ganar tiempo para juntar fuerzas y
pertrechos, para preparar la batalla decisiva: Carabobo. Hay centenares de
otros ejemplos de esta realidad. Además, siempre que se negocia algo en
política o en la guerra es porque hay una confrontación muy grave, a menudo con
muertos, mucha sangre y feroces ofensas entre las partes.
KISSINGER Y LE DUC EN PARIS PAZ DE VIETNAN |
En la Centroamérica
de los 80’s, en el Vietnam de los 60’s y en la Suráfrica de Mandela hubo
muchísimo más sangre y odio que en la Venezuela de hoy; y se sentaron a
negociar entre esas partes, como lo hacen en este momento feroces adversarios
en Siria tras más de 100 mil espantosas muertes, y como lo hicieron los
demócratas de Ucrania hace apenas dos meses, en medio de una confrontación más
bárbara que esta.
En estos momentos la oposición está
entrampada en una muy grave situación: una parte de ella lanzó una fuerte
ofensiva en procura de dar jaque mate al adversario, y evidentemente no lo
consiguió; ahora se encuentra dividida, sin el objetivo cumplido y con una
buena parte del país en contra por las trágicas consecuencias de sus actos.
A
la oposición le urge salirse de esa trampa y el diálogo le ofrece una salida
digna y airosa de tan serio problema; el gobierno también se encuentra en una
posición inconfortable, sobre todo por el escenario internacional; entonces
ofrece un diálogo que le permita recuperar su imagen deteriorada en el
exterior; pero como sabe que la posición del contrario es más difícil, lo
ofrece en condiciones casi inaceptables, pretende que vayamos a él humillados,
ofende cobardemente a Capriles inmediatamente después de invitarlo a dialogar.
En fin, nos vende carísimo el diálogo, para
que no lo aceptemos y continuemos en la trampa en que nos metieron los
promotores de #LaSalida. Y mientras tanto se ufana internacionalmente de que
somos nosotros los que no queremos dialogar.
Todo esto es muy claro; y aun así hay miles
de opositores clamando contra el diálogo y acusando de las peores ignominias a
todo aquel que ose mencionar esa palabra prohibida.
Thaelman
I. Urgelles D.
turgelles2@gmail.com
@TUrgelles
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