sábado, 8 de marzo de 2014

RAUL ZORZON, UN DISCURSO REDONDO PARA UN PAÍS IDEAL, (QUE NO ES LA ARGENTINA)

En la inauguración del 132 período de sesiones legislativas, la presidenta se despachó con una perorata tan agobiante que posiblemente ni ella cree todo lo que dijo. Demasiadas cifras y muchas reseñas innecesarias; de los problemas actuales y como salir de esta encrucijada ninguna palabra.

Concentrar en la plaza de los dos congresos (que dicho sea de paso no fue casi nadie), y llenar las gradas de la legislatura con militantes partidarios para que le den el tono a la sinfonía retórica de siempre, muestra la ansiedad de un gobierno sin rumbo, sin expectativas y con un supuesto poder en franca decadencia.

Sancho, “acá ladran”, pero no cabalga nadie porque todo está dibujado con una espléndida utopía; son ocurrencias sin fundamentos que sonrojan al más distraído, nadie le cree. Fue un discurso para el olvido, saturado de apologías a las apariencias y como excusa a la inoperancia.

Hablar casi tres horas para decir lo que dijo, hubiese sido mejor que no haya dicho nada; tal vez ahí le creíamos. La razón siempre se fundamenta en la verdad y la simulación es el prólogo de las ficciones. Y es ahí donde aflora la insolvencia del relato. Perdón don Fulgencio, esto no es para Ud.

Con presunciones irónicas y no admitiendo errores ni concejos, pretenden catapultarse como un gobierno sobresaliente en la historia; hasta se animaron a compararse con San Martín. Lo más chapucero queda impreso en esos ejemplos; alguien se lo debe decir a esta señora porque esta novela no le interesa a nadie y ella queda en ridículo.

Una presidenta que habló maravillas de la energía como si en este verano no hubiese pasado nada, produjo dos efectos: la ridiculez de los que aplauden de memoria, y la repulsión de los que están cansados de oírla. La política energética del kirchnerismo es un verdadero desquicio con cifras multimillonarias que extenderá este dilema por muchos años.
Como de costumbre, no demostró humildad en ningún momento; esa disciplina propia de los estadistas que los hacen creíbles. Al contrario, reveló toda su arrogancia con una cuota de frivolidad en su vestuario buscando “atrapar la atención” para volcar un rosario de palabreríos inverosímiles.

Una mandataria que explica sus logros con números alejados de la realidad para determinar su autodefensa, ocultando un escenario complejo “con un fenomenal ajuste en marcha” producto de errores y horrores cometidos, cae en la trampa de la dualidad confrontativa. Para victimizarse pronuncia el inexistente y para ella fantasmal golpismo. Tal vez añora la remanida, hoy silenciosa “re reelección”, que enmascare los próximos trastornos económicos.

Una jefa de estado que ahora habla con otros modales e intercambia algunas bromas, deja entrever su preocupación por la falta de conducción y el rumbo incierto que tomó su administración. En ese contexto buscó una tangente que eleve su gestión, y con esa jugada menciona una alarmante reforma al código penal que incrementará el desvelo de una sociedad abatida, que clama seguridad ante una ola de crímenes espantosos.

En otro tramo de su disertación abogó por la unidad de todos de los argentinos, y en ese trayecto despotricó contra quienes son formadores de precios. ¿Porqué a cambio de acusar a cualquiera no hace un mea culpa de los daños que generaron sus políticas disparatadas? El componente principal, y que es determinante en la formación de costos productivos son los combustibles. La YPF estatal y las restantes petroleras volvieron a incrementar sus precios.

También habló de controles populares a la justicia dejando al desnudo su parcialidad en la división de poderes, y la verdadera intención de mantener acorralado a los jueces que investigan los escándalos de su gobierno.

Más adelante y como al pasar, dijo que en Venezuela hubo un golpe de estado suave. Ignoró las causas capitales que llevaron a los venezolanos a salir a las calles para protestar pacíficamente. En ese país no existe el estado de derecho; no hay alimentos ni medicinas básicas para subsistir, y tienen que soportan una inflación superior al 60% anual. Las persecuciones y las detenciones no cesan, las torturas en las cárceles son crueles y el nivel de violencia es ejercido por un aparato estatal diseñado para asesinar. ¿Ese modelo de violencia es lo que defiende?

Muy cuidadosa descargó la culpa en Irán por el fracaso del acuerdo firmado entre ambas naciones por los atentados perpetrados. Pero obvió recordar aquella ríspida sesión de diputados donde la oposición remarcó reiteradamente las inconsistencias que contenía ese memorándum. La orden que venía al recinto era no tocarle ni siquiera una coma. Vergonzoso.

Mostró en primer plano a un vicepresidente impresentable, y en las gradas al piquetero D´elia sonriente. “Ambos tienen el privilegio” de figurar en las tapas de las principales agencias de información; el primero por sus reiterados actos de corrupción y estar en boca de la justicia permanentemente,  el segundo por sus dotes de matón que aconseja “fusilar”. Ese es el nivel de protección e impunidad con que gozan los miembros estables del círculo cortesano del gobierno.

Concluyó su discurso sin mencionar la espeluznante inseguridad que soportamos diariamente los argentinos, tampoco se refirió a la galopante inflación que destruye cada vez más los salarios, y no anunció ningún plan para combatir estos flagelos; pero dio a entender que Argentina es uno de los mejores países del universo. Seguramente lo es, pero su gobierno muestra todo lo contrario.

Alejada del mundo, sola en sus errores recurrentes, nostálgica de aquella época de bonanza gracias a precios en los commodities nunca visto que le permitieron un colosal desfalco; ahora en su encierro añora un libre comercio, la apertura de nuevas fronteras y el advenimiento a los organismos financieros internacionales que financien las carencias que tendrá que soportar de aquí al final de su mandato.

¿Cuántas veces tropezará con la misma piedra? Los argentinos asombrados se preguntan ¿de qué país habla? Las señales que envía marcan que esa roca quedará inmóvil. Así le va.

Raúl R. Zorzón
rzorzon@malabrigo.com

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