sábado, 8 de marzo de 2014

NELSON ACOSTA ESPINOZA, OPOSICIÓN SIN RELATO


La semana pasada asistimos a un grupo de discusión sobre la coyuntura política del país. Este colectivo está formado por estudiantes y profesores de postgrado en ciencias humanas. Asistieron, también, individualidades y personalidades de la llamada sociedad civil. Fue un encuentro interesante. A lo largo de las intervenciones se puso al descubierto un conjunto de interrogantes que requieren respuestas para poder comprender la crisis actual y, así, poder diseñar una salida a la misma.


En este intercambio, en forma reiterada, se formuló la siguiente interrogante:
. ¿Cómo explicar el sostenido apoyo que ha suscitado el gobierno de Maduro en el marco de una situación económica en franco deterioro? 
La revolución, por ejemplo, ha malbaratado más de 800.000 millones de dólares que han entrado en las arcas del estado a lo largo de estos 15 años; exhibe una de las tasas de inflación más alta del mundo; carestía crónica de alimentos, electricidad, medicinas y otros insumos primarios; altas tasas de desempleo, inseguridad y corrupción generalizada en las empresas públicas. A pesar de estos indicadores ha podido mantener un razonable apoyo popular. Principalmente en los sectores populares. 
En el polo opuesto se encuentran las fracciones democráticas. A pesar de la situación descrita, no han podido interpelar a una mayoría significativa de la población. Su accionar político se despliega en los territorios físicos y simbólicos donde se ubica la clase media de la población.
A lo largo del debate quedó claro que la situación económica, por si misma, no explica la ausencia o apoyo ciudadano a las políticas de la oposición y el gobierno respectivamente. ¿Cuál sería, entonces, la variable explicativa que hace falta? En la búsqueda de respuesta se apeló al concepto de relato. Vamos a exponer rápidamente este término para pasar a describir los relatos que compiten en la vida política del país.
En principio, la literatura especializada sugiere que los relatos son, en el fondo, mecanismos para simplificar situaciones complejas. El tránsito de la IV a la V república, por ejemplo, ha sido transformado de un evento complejo a una simple lucha entre el bien y el mal. Una disputa, según el relato oficialista, entre la revolución purificadora y la democracia corrupta. Esta narrativa tuvo éxito. Dotó de  legitimad a los golpistas del año 1992 y, posteriormente, proporcionó la partida de nacimiento a la llamada  revolución del siglo XXI. Ante esta situación, los sectores democráticos, no supieron crear una narrativa alternativa que disputara este relato. No elaboraron su propia historia para explicar lo sucedido y, así, dotar de sentido a las luchas cívicas que se desatarían en los años posteriores.
Regresemos a la actual situación de crisis política. El oficialismo, con todo el despliegue de su aparato de comunicación, ha simplificado la coyuntura política como una "guerra económica" desatada por el imperialismo y dirigida por una trilogía del mal (Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma). Ha enmarcado las protestas cívicas y democráticas de la oposición como expresiones de un "golpe de estado" en desarrollo y la ha acusado de ser responsable de la violencia y muertes sucedidas desde el inicio de la protesta estudiantil. En paralelo ha convocado a una Conferencia de Paz para debatir el tema de la violencia. 
Los sectores democráticos, aún, no han elaborado su propia narrativa. No han creado, en forma sistemática y unitaria, una historia que compita con la del oficialismo e interprete la coyuntura. La respuesta, hasta el momento, ha sido un tanto desarticulada, reactiva, enmarcada en temas de carácter moral, legal y abstracto. Es indispensable, para expresarlo con las palabras de HCR, de un foco narrativo que proporcione sentido a las múltiples protestas que se suceden día a día en el país. 
Los sectores democráticos deben elaborar su propio esquema narrativo que facilite, por un lado, generar empatía con otros que atraviesan dificultades semejantes y, por el otro, inspirar una nueva visión del país.
Después de todo, gana siempre la mejor historia.

Nelson Acosta
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64

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