“Bueno es recordar que la autonomía política
de los individuos reconocida por la isonomia democrática, (igualdad ente las
leyes e igualdad para participar en su promulgación y en la revocatoria de las
mismas). Queda ya indicado que lo verdaderamente revolucionario de la
democracia es subsumir todas las desigualdades efectivas (de rango, aptitudes,
raza, familia, sexo, credo, educación), bajo una superior igualdad legal y
política”
Una acotación necesaria…
¡Bienvenido! cualquier intento de dotar al proceso en liza en el país, de dispositivos que permitan articular una propuesta que nos aproxime al ya manido debate sobre la posibilidad del dialogo, pero no como algunos sectores que creando algunas precondiciones intentan imponerlo a cal y canto, pero más allá de la retórica aferente y de buenas intenciones si es que las hay, el dialogo tiene que estar vertebrado sobre un contenido de libertad fundamental, comprometerse en una agenda y respetarla, hay que cortarle a vuelo a la paraplejía que amenaza con rendir a la Republica en una silla de ruedas, el burocratismo, el debate ramplón, y la histórica corrupción ha hecho pedazos a las instituciones y “anticipadamente el chavismo se ha dejado ver las pantaletas, al predicar lo que el campo reaccionario ha hecho durantes siglos, exigiéndole a nuestra esperanzada pero empobrecida población la conformidad y aceptación de la miseria con la cual convive, muy temprano quedo al desnudo el carácter empobrecedor de su gestión”
Obligado es recordar que antes que las
diferentes organizaciones políticas, ya estaba el pueblo como expresión social
y ese pueblo en cada ciclo histórico frente a diferentes circunstancias,
especialmente las negativas, se ha empinado una y otra vez sobre las corrientes
políticas, especialmente cuando estos se han descaminado y se ha roto su
vínculo con la sociedad.
En el caso venezolano es importante recordar algunas
particularidades que somos esencialmente libertarios, también retrecheros mal
hablaos, respondones, altaneros. Pero también, igualitarios como ninguno, de
río grande hacia abajo, en nuestra América morena y ese afán librepensador esta
teñido por una de las más terribles confrontaciones que llevo a expulsar del
país a nuestros colonizadores, además en el accidentado y novel desarrollo
cultural, hemos incorporado elementos en el todavía temprano proceso de mestizaje fecundo y así también la joda, el
sarcasmo, la guasa, la viveza no muchas veces como aporte sino como omisión, la
fabula, el sandungueo caribeño, el romanticismo y la previsión como rasgos
propios. En el proceso de emancipación nuestra participación fuera de nuestras
fronteras fue para arrimar el hombro a pueblos hermanos a alcanzar su libertad,
no para aspirar como guías mesiánicos decidir sus destinos, ni militar ni
ideológicamente, a los territorios libertados por nuestras lanzas.
No ha conocido América pueblo que haya dado tanto aporte al siglo de la libertad, Francisco de Miranda el más universal de nuestros viajeros, como la Venezuela portátil que recorrió todos los ámbitos del continente en el caballo de Bolívar; como la Venezuela Inglesa y Chilena de Andrés Bello; la del falconiano Daniel de León, que fundo las primeras organizaciones sindicales en los Estados Unidos, la que pobló de sonidos maravillosos a Europa, en el piano de Tereza Carreño, la dulce caraqueña a quien los alemanes llamaron “la madre de Berlín”; la Venezuela en fin que le dio en Reynaldo Hahn a Francia su músico más famoso de fin de siglo XX.
En marzo de el pasado reciente en la
localidad italiana de Bari, en la IV Conferencia Nacional de Asesores de la Cultura y el Turismo, el
Maestro italiano Roberto Grossi, Director General de la Academia de Música de
Santa Cecilia de Roma, anuncio la creación de un proyecto inspirado en el
modelo venezolano y que tendría como presidente honorario al Maestro José
Antonio Abreu. Su premisa se basa en la música como elemento esencial en la
educación y, sobre todo, como herramienta de inclusión social. Ese constante
trajinar por los horizontes que ha sido toda su historia, le han modelado a
Venezuela su propensión de índole amistosa, de aire de casa abierta, ese país
nos hace un dramático llamado desde los más profundo.
Lo que no nos agrada es que pretendan
sojuzgarnos, somos un pueblo llano, quien sepa comprenderlo a profundidad,
tendrá nuestro afecto y apoyo, quien no, que relea, nuestra joven Historia se
mueve en terreno movedizo o al borde del acantilado; la naciente Republica con
unas montoneras de jíbaros, harapientos, anarquizadas, fragmentados sus mandos,
Mariño y los Bermúdez, dueños y señores de Oriente, Urdaneta jefe Supremo de la
difícil región Occidental, escépticos, los mandos supremos en Bogotá con muy
poco acato por Bolívar, que contar de la oligarquía Limeña, la desconfianza
comprensible de los habitantes originarios de los Altiplanos Andinos, la
oposición cerril del mantuanaje caraqueño y valenciano y además arribaron al
Puerto de la Guaria catorce mil hombres acerados en combates en los Pirineos,
enfrentando a uno de los genios militares de todos los tiempos, Napoleón, al
frente un general de siete soles Santiago Mariño, ganados en el fragor de la
batalla, no jugando bolas criollas o softball, o palito mantequillero a la
sombra de frondosos samanes; acompañados de ciento sesenta navíos de la Armada
Española; y a nombre de Los Reyes Católicos le propuso a los venezolanos
levantiscos ¡Constitución y paz! A pesar
de las diferencias que hoy a doscientos veinte años no están zanjados, en un
coro de voces que marcaría para siempre nuestra impronta. También con respeto
pero con inquebrantable firmeza le respondieron ¡Constitución y Libertad!
¡Constitución y Libertad! Y así desde Punta Araya, de Pedernales, del Cajón de
Arauca de las insondables llanuras de Guárico, Anzoátegui, de la intrincada
montaña Aragüeña, todos esclavos, analfabetas, terratenientes, blancos, pardos
al mando del mantuano caraqueño, en una memorable batalla hizo morder el polvo
de la derrota al Mariscal de La Torre. Sellando para siempre en lo más recóndito
del alma venezolana ese compromiso inquebrantable con la libertad.
Somos culturalmente la continuidad de un
proceso amestizado y en ese proceso surgió el espíritu de la nueva
nacionalidad.
Hay que procurar afincar los juicios futuros
sobre el resultado de la investigación crítica y no sobre apreciaciones
arbitrarias. Se puede diferir de la
estimativa, de las circunstancias, pero no se puede erigir un sistema sobre
hechos falsos.
“Pasa el tiempo y el segundero avanza decapitando”
Pedro
R. García,
pgpgarcia5@gmail.com
@pgpgarcia5
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