La
alternativa democrática luce estancada en un 50% de apoyo que se ubica sobre
todo en sectores urbanos A, B, C. ¿Qué nos frena en la conquista de los
sectores populares D y E? En aras de responder esa pregunta, converso con
Adilia y Orangel, ella dirigente comunitaria en un barrio de Los Teques y él,
en el 23 de Enero, ambos de oposición.
"Antes teníamos muchos chavistas, de Chávez, pero a Maduro no lo quieren y por eso se apartan. Yo colaboro con el consejo comunal; aunque ellos son chavistas, me respetan y buscan mi ayuda", dice ella, al tiempo que él insiste en que "mientras en los años 90 los gobiernos se olvidaron del barrio, Chávez nos hizo sentir que éramos gente.
Pero
al incluirnos, excluyó a otros. Ahora la realidad económica nos pega a todos y
todos queremos un cambio, un cambio de gobierno o de políticas de gobierno. Si
la gente del barrio se siente tomada en cuenta, si se da un papel protagónico a
los líderes locales, en esa medida se identificarán más con la propuesta
progresista. No es un trabajo a corto plazo".
Es
un discurso que coincide con el de Yeiker, el joven líder de Petare surgido en
estos días, quien nos dice que "en las zonas populares hay mucha gente con
empeño por salir adelante. Y aunque su prioridad sea resolver el día a día, al
final no quieren que sus hijos crezcan ahí, quieren pensar en futuro".
"¿Por
qué la gente en los barrios no se suma masivamente a las protestas?", se
pregunta Julio Coco, también luchador social. No sólo por miedo a los
colectivos paramilitares que imponen el terror y que en los más decididos hace
que vayan a las protestas del este. "La gente del barrio asume como ajena
la protesta opositora, tal como está planteada. Hay que ir a protestar con
ellos por sus problemas y carencias, construir un tejido social de inclusión,
con ellos", superando la imaginaria desconexión entre la cara visible de
la oposición y los sectores populares, con una agenda política conjunta. Es ese
sustento social, la protesta con contenido social de la que habla Saverio,
líder popular de Catia, que nos permitirá vincularnos y crecer sin exclusiones.
"Venezuela
ha arrastrado una gran deuda social en materia de vivienda, salud, educación,
que ha sido aprovechada por el chavismo", me dice Orangel. "Pero esos
programas y misiones, por improvisados, sólo resuelven a medias y mal.
Tampoco
las propuestas opositoras nos explican cómo ascender en la escala social con
base en planes de desarrollo que sumen valor a nuestras vidas, sin perder los
beneficios obtenidos".
Está
claro entonces: para construir ese tejido social democrático incluyente y
armónico, el barrio y la urbanización deben acercarse a través del diálogo, la
comprensión y apoyo mutuos, que disuelvan para siempre las odiosas divisiones
entre "ellos" y "nosotros".
Y
eso, en todos los tiempos, ha sido la nuez del trabajo político de los partidos
exitosos.
Gioconda
San-Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
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