martes, 11 de marzo de 2014

NICOLAS PEREZ DIAZ-ARGÜELLES: CARTA ABIERTA A LOS ESTUDIANTES VENEZOLANOS

Uno de los poemas que más me emocionan cuando lo leo es del poeta inglés John Donne, que a modo de prólogo al inicio de la novela de Ernest Hemingway Por quién doblan las campanas, dijo: 

“Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es una pieza de un continente, una parte de la tierra… La muerte de cualquier hombre me disminuye porque me encuentro unido a toda la humanidad, por eso nunca preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti”.

Creo entender la magnitud y el horror de Donne y Hemingway ante matar o morir. 

Hoy contemplamos el asesinato a mansalva, ocurrido en los últimos días en Venezuela de estudiantes, el más perverso de un acto humano, porque al crimen se suma un ideal justo y la indefensión de las víctimas.

Intentar luchar por una idea, por la libertad, de cierto modo es un sonido de campanas. Se escuchan emocionalmente, la juventud cubana las escuchó y sus repiques producían responsabilidad moral y pánico, porque a veces no se sabía si repicaban desde el cielo o el infierno.

Me aventuro a decir que fue tras ellas el personaje de Hemingway Robert Jordan durante la Guerra Civil española, detrás de las líneas franquistas cuando intentaba volar un puente a finales de 1937 antes de la preparación de la Ofensiva de Segovia, y siguió esta música, como la ha seguido siempre la juventud con sed de justicia, que cree en esa justicia, y confía en los milagros de un modo casi irracional, pierdan o ganen.

FUSILAMIENTOS EN EL PAREDON CUBANO
Hay cubanos que no se sienten satisfechos de nuestra lucha, la olvidan y los más jóvenes la desconocen. El día primero de enero de 1959 la alta jefatura del castrismo estaba intacta. Dentro de las filas estudiantiles con mucha suerte quedaron unos pocos vivos, como mi hermanito del alma Jorge Valls y otro puñadito más, pero la alta dirigencia, José Antonio Echeverría, líder de los estudiantes latinoamericanos, fue ultimado en L y 27; Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Antonio Machado fueron asesinados vilmente en Humboldt 7, y muchísimos más a lo largo de la isla fueron cosidos a balazos como en el caso de Frank País.

Hoy en la Miami exiliada otros nos dirigen. Pero los buenos, los mejores, mueren jóvenes. Seríamos un exilio totalmente diferente si hoy nos orientaran José Antonio, Frank, el ex presidente de la FEU de Las Villas Porfirio Remberto Ramírez, Virgilio Campanería Ángel, Tapita Ruano y decenas de estudiantes que fueron fusilados por el castrismo.

Para los que no entiendan nuestro dolor y nuestra orfandad, en una sola noche, el 30 de agosto de 1962, fueron llevados ante el paredón, con el inevitable tiro de gracia, más de 300 anticastristas en Cuba. Y miles de estudiantes durante décadas fueron a ocupar las prisiones cubanas conjuntamente con los heroicos expedicionarios de Bahía de Cochinos, cuyo único error fue confiar en un aliado que a la hora de los mameyes solo respondió a sus propios intereses.

Desde tiempo inmemorial las guerras se pierden o se ganan; la nuestra, hasta hoy, siempre espero, siempre confío, el final de la historia no ha sido aún escrita, aparentemente la perdimos, pero con dignidad, porque pusimos el alma, la sangre y las lágrimas para salir victoriosos.

Con absoluto respeto de quien no puede estar ahí junto a ustedes, mis últimos consejos a la juventud venezolana. No confíen en los gobiernos de América Latina, ni en los de la Unión Europea, ni en Washington, ni en UNASUR, ni en la OEA, ni en la ONU, ni en los políticos profesionales venezolanos, ni en militares que juraron defender a un pueblo y hoy defienden al chavismo fascista.

Ustedes solo tienen que saber cinco cosas. La primera es que están tan solos como Cristo en la Cruz. La segunda que la libertad de Venezuela está únicamente en la entrega absoluta de ustedes a una causa difícil que tiene en su contra a la profundamente hipócrita opinión pública internacional ante los estatus, pero sueñan con realidades. La tercera, les advierto, van a tener que pagar un precio altísimo por su libertad e independencia, porque hoy el castrismo es dueño de la patria de Bolívar, allí ellos mandan, y van a intentar hacer hoy con ustedes lo mismo que hicieron ayer con la juventud cubana, aniquilarnos, exterminarnos, hacernos polvo sin una gota de escrúpulos. La cuarta, como dijo Leopoldo López con una inscripción en una camiseta, “el que se cansa, pierde”. Ustedes no pueden cansarse, no pueden abandonar la lucha en las calles bajo ningún concepto. Y quinto, y el más vital de los consejos, heroicos estudiantes venezolanos, cuando escuches sonidos de campanas nunca preguntes por quién lo hacen, doblan por ti.

Nicop32000@yahoo.com

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