La presidente de la
Nación, cumpliendo un ritual que se repite, gracias a Dios desde hace 30 años
ininterrumpidos, dio inicio a las
sesiones ordinarias del congreso de la Nación N° 132.
No sé si duró 3
horas, o 2,45 o 2,30, no importa, fue largo. Muy largo y aburrido. Y eso que
conocí una Cristina diferente, conciliadora, buenita, plural, inclusiva con los
que se permiten pensar distinto. ¡Todo un logro!
¿Habrá tomado clases
con Andrea del Boca? Sea como fuere, dieron resultado. No retó a nadie, una
manita de bleque le tiró a los empresarios, pero alguien tenía que pagar el
costo de los precios que no paran de subir, y por supuesto el gobierno no tiene nada que ver. Y menos
que nadie, Ella.
Siguió con su tono
coloquial, hablando con determinados personajes casi en un mano a mano, ¡hasta
con Gerardo Morales UCR, 2 veces! y nos abrumó con números, estadísticas y
espectaculares éxitos conseguidos a los largo de estos casi 11 años de gobierno
K. Datos y estadísticas, casi todos del INDEC.
También nombró varias
veces al Banco Mundial que parece que habla bien de nosotros. De ser cierto,
¡qué mal están los demás! Entre los logros, que me permito poner en duda,
están: la educación, la salud, el empleo, AA, YPF.
No vale la pena comentar que en educación pagamos más y educamos peor, que la salud está enferma y sin insumos, que el empleo en negro sube casi tanto como los precios, que AA nos cuesta la plata que no tenemos y que a YPF mis nietos van a tener que seguir pagándole los reales US$ 10.000 millones que pretendían y les otorgamos (con los interés incluídos).
Nunca nombró pequeños
detalles que hacen a vida diaria de los argentinos, como la inflación, la
inseguridad, el narcotráfico, los salarios y la caída de las ventas. De eso no
se habla. Tampoco habló de lo que piensa hacer el gobierno este año en infraestructura,
tema en el que está en deuda.
Rescato algunas
frases desconcertantes: ¡nombró a Perón refiriéndose al 10 de junio!; reconoció
que “los peronistas militantes de los 70 no respetaban la democracia”. Después
de instalar los piquetes como forma de hacer política, en particular
escrachando al “enemigo” de turno, dijo: “está bien protestar, pero sin impedir
que la gente vaya a trabajar” y puso de ejemplo la envidiable forma de
protestar que tienen en Nueva York.
Reconoció que EEUU
era la primera potencia del mundo, y aunque sea una perogrullada, viniendo de
Cristina es toda una revelación. También dijo en defensa de YPF que “vamos a
autoabastecernos de energía finalmente”, Ella que tiene tanta memoria, ¿se
olvidó de Frondizi y de Menem? También sostuvo que “la economía volvió a crecer
y estamos en el proceso más virtuoso de los últimos 200 años”. Sin comentarios.
Y muy al principio
nos “relató” que producimos alimentos para 400 millones de personas. Si
consideramos que somos sólo 40 millones, ¿cómo es posible que haya tantos
argentinos con hambre? Ahí lo tenemos al Dr. Albino peleando por tener madres
bien alimentadas, para que los bebes no nazcan desnutridos, y generemos una
raza de seres con un cerebro sub desarrollado.
Para creyentes y no
creyentes, esto es un pecado mortal que no tiene perdón de Dios, y sucede
durante la maravillosa, espléndida, justiciera, inclusiva década ganada.
Inverosímil, argentinos y argentinitos, con hambre.
Hay más, no vale la
pena insistir. Cristina sigue viviendo en su país de las maravillas al que
pocos tienen acceso. Si alguien conoce el consulado donde se puede conseguir
una visa para el país de Cristina, avise, una gauchada no se le niega a nadie.
Cuando salió del
recinto, ya en las escalinatas, ante la gente que Parrilli trajo de todas
partes, a pesar de la militancia, los jóvenes que son “su debilidad”, siguió
con el tono conciliatorio, más de presidente que de émulo de la Pasionaria, y
eso está bien. Dentro de las infinitas deudas que nos va a dejar este gobierno,
el odio entre compatriotas es el peor y el más difícil de solucionar. Ojalá se
consiga. No se puede construir una nación partida en dos.
Y dejo para el final
lo mejor de todo. Algo que me hace sentir profundamente feliz, a pesar de haber
tenido que soportar el discurso completo (que en algún momento me hizo pensar
en dedicarme al periodismo gastronómico). Eso mientras me preguntaba: ¿por qué
tengo que torturarme escuchado esto? Y de pronto, se hizo la luz.
Es el penúltimo
discurso de este tipo de Cristina. El año que viene será el último. ¡El último!
Esto se acaba. No falta tanto, es cuestión de aguantar un poco más. El tiempo
necesario para que el relato se disuelva, para que tengan que dar marcha atrás
con todas las cretinadas que han hecho en estos 11 años, o que la bomba que han armado, les explote a
ellos.
No desespere, el año
que viene, ¡se VAN! ¡No más discursos de Cristina!
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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