lunes, 10 de marzo de 2014

JORGE I. RODRIGUEZ M., EL OCASO DE LA DEMOCRACIA

La democracia es un símbolo de convivencia  para los venezolanos de las últimas generaciones. En términos generales la componen el estado de  derecho consagrado en la constitución nacional, la división de los poderes públicos, el ejercicio pleno  de la justicia, la alternabilidad y la seguridad que las diferencias políticas fácilmente se pueden dirimir en eventos electorales más o menos transparentes y democráticos.

Lo cierto es que a partir de los años 80 se comenzó a encubar una crisis funcional y estructural de la democracia, crisis agravada por la pérdida de valores morales y éticos, que en el ejercicio del poder y la política son fundamentales para el equilibrio social. Las consecuencias la vivimos hoy, no sabemos cuál  es  peor,  la cuarta o la quinta. Ambas  utilizan el elemento pueblo para justificar acciones y razón de ser. Lo cierto es que ese  pueblo en nombre de quien se actúa,  día a día pierde más calidad de vida, tiene menos   libertad y ve mermadas sus posibilidades de superación y progreso.
Ese pueblo, que sufre y padece la carencia de un gobierno y de una alternativa  responsable,  es quien pone los muertos, paga los peores sacrificios y es instrumento ciego de su propia destrucción.
Toda esta situación venezolana se ha convertido en cuadro macabro, dantesco qué  en los últimos días dejan al descubierto la fragilidad de nuestra democracia. La constitución Nacional de la cual tanto se ufanaron en gritar a los cuatro vientos que era “LA MEJOR CONSTITUCIÓN DEL MUNDO”, se ha convertido en letra muerta, en el hazme reír de propios y extraños, en la más citada y en la  no solamente más  burlada,  sino la más violada del continente y el mundo.
La división de poderes solo existe en el papel. El Presidente de la República es jefe del estado, del gobierno, de todos los poderes públicos, y hasta de la oposición. Dicta instrucciones al CNE, a la Fiscalía, a las Fuerzas Armadas, a los tribunales, a los Gobernadores, a los Medios. Dirige la Asamblea Nacional, manda preso a quien le da la gana, le retiene los recursos al gobernador que se le antoje, maneja las fuerzas represivas y a los colectivos a su antojo, rompe relaciones diplomáticas con quien quiera sin consultar a nadie,  lo más grave del asunto es que está investido de la fuerza del voto popular y constitucional. A simple vista, a los venezolanos lo que nos queda es la resignación y dejarnos aplastar por un estado personalizado en un presidente que hace lo que le da la gana con nosotros, con PDVSA y con el país. Usa la tribuna presidencial, las cadenas informativas, los medios y hasta los desfiles para alimentar la división, la desmoralización y la desnacionalización de los venezolanos, es duro decirlo y reconocerlo, el primer líder del país, el principal orientador de la vida pública hace todo lo contrario hasta en el mal uso del lenguaje y del idioma.
Estamos obligados a buscar una salida a esta crisis de la democracia, tenemos la obligación de restablecer el pacto de convivencia a partir de la constitución, de su fiel cumplimiento, de su revisión. Tenemos que repensar la democracia; es requisito ineludible blindar la estabilidad democrática y las instituciones, para que más nunca una aventura política termine menoscabando la libertad, el don más preciado del ser humano.

Gracias a Dios no todo está perdido, los estudiantes han marcado la pauta en la lucha por la libertad y los derechos, han dejado al descubierto a un Régimen que sobrevive no por su fortaleza sino por la debilidad de las fuerzas alternativas. Son nuestros jóvenes universitarios y la sociedad  civil quienes se han levantado como una cortina de hierro que le puso un freno a las pisadas gorilas de un régimen inescrupuloso,  nuestros jóvenes tomaron la calle y en torno a ellos comienza a agruparse el país nacional, no los dejemos solos, ya hay un muy buen síntoma como la conformación de la JUNTA PATRIOTICA ESTUDIANTIL, instrumento de lucha que se convertirá, Dios mediante, en la vanguardia y dirección políticas de los cambios y en la salida del ocaso de la democracia. La luz aparece, la lucha comienza y se torna interesante.
Jorge Ivan Rodriguez Manzano
orgeeticarodriguez@hotmail.com
@jorgeeticarodri

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