Aclaremos
el título pues nos parece enredado. Lo que pretende decir es que cuando
queremos hacer algo tenemos el “qué” y luego el método para lograrlo es el
“cómo”.
Por
ejemplo, Simón Bolívar se empeñó en sacar el dominio español de tierras
suramericanas (eso fue el qué) y organizó y lideró una guerra de muchos años
para lograrlo (eso fue el cómo). Tuvo un gran éxito y pasó a la historia como
libertador.
Adolfo
Hitler se propuso conquistar Europa (el qué) y lideró una guerra tremenda para
lograrlo (el cómo). Fue derrotado y pasó a la historia como un sanguinario
criminal.
Los
resultados obtenidos al definir el qué y actuar sobre el cómo indicarán lo
bueno o malo del asunto.
Si
el hijo se gradúa de ingeniero la madre sugerirá al padre de regalarle un carro
nuevecito (el qué). El orgulloso padre se mete en una deuda (el cómo) y
sorprenden al retoño con un carro plateado.
En
otra familia ocurre lo mismo pero el padre propone algo bonito pero menos
costoso (el cómo) y le compran un buen reloj.
¿Quién
lo hizo mejor?. La respuesta está en los resultados. Si el carro nuevo es una
deuda muy grande y la familia debe cambiar dolorosamente su forma de vida o si
deben devolver el vehículo por no poder pagar las cuotas, pues esa fue una mala
decisión.
Al
igual que en los hogares sucede en los Países. No es difícil que coincidamos en
el “qué”. Combatir la pobreza, generar empleo, precios bajos de los alimentos,
buenas carreteras, poca delincuencia, atención médica y educación gratuita y
cosas por el estilo. Más diferencias ocurren en el lado del “cómo” realizar las
cosas.
En
el caso venezolano el actual régimen gusta del comunismo y promueve las
comunas, la centralización y control de la economía, de los medios, la
producción y en general de todo. Sus opositores demócratas gustan más de la
libertad de empresa, del mercado, de los medios y la descentralización. ¿Qué
sería lo mejor?
Hasta
ahora los regímenes socialistas totalitarios han tenido muy malos resultados en
lo económico y muy buenos en la restricción de libertad. Su tendencia es
activar la emoción de los ciudadanos aún sin tener los recursos para resolver
los problemas, así que no es casual que estemos llenos de deudas y tener una
moneda que internacionalmente nadie quiere.
La
importancia por los resultados fue bien descrita por Abraham Lincoln. “Yo tomo
decisiones usando mi mejor criterio. Si el resultado es bueno habrá sido una
buena decisión, pero si es malo aunque bajase una corte de ángeles a demostrar
que hice lo correcto nada cambiaría y el resultado seguiría estando mal”.
Los malos resultados dicen que ya es hora de un nuevo gobierno (el qué) y eso lo va a lograr la mayor y más honesta fuerza de Venezuela: sus extraordinarios jóvenes (el cómo).
Eugenio
Montoro
montoroe@yahoo.es
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