lunes, 10 de marzo de 2014

ENRIQUE PRIETO SILVA, LOS DDHH DE LA “REVOLUCIÓN”


La reivindicación política considerada irreversible por los estudiantes y su pueblo, ha creado un clima enrarecido en el acontecer nacional, pero de aparente fertilidad del sosiego que hemos adolecido por tres lustros, que hoy parecen una eternidad insoslayable. Parodiando a los dirigentes “revolucionarios”, el país se ha convertido en una gran cancha deportiva jugando a la “candelita”, cuyo encendido es inapagable. Así los cuerpos de seguridad necesitan gran habilidad de bomberos, para que “candelita que se enciende, candelita que se apaga”, pero ni para eso alcanza la mesmedad gubernamental adolecente de deficiencia capacitaría para resolver la mínima crisis social.
 Tomamos “La dolorosa verdad” de Fernando Londoño, que expresa con simpleza: “Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo peor”. Nada fue impredecible. Los que nos jactamos de sentir el sol en cuatro dedos de frente, pronosticamos que el chavismo sería “recordado como autor de un milagro económico a la inversa”, que como bien lo dice nuestro comentado articulista, milagro “de los que se registran pocos en el devenir de los pueblos: Convertir en país miserable el más rico de América no es hazaña de todos los días.
Antes dijimos con palabras de una político nacional, que “la peor tragedia que Chávez arrojó sobre este país es la de habernos envenenado el alma sacando de cada uno de nosotros lo peor que teníamos por dentro, para convertirnos en un país de enemigos… irreconciliables… proyecto que resultó trágico y cómico, copiando todo lo autocrático, mesiánico, autoritario, megalómano y militarista de Stalin, Mussolini, Hitler, Fidel y Raúl Castro. Destruyo todo y no creó nada; deformó en vez de formar, arruinó al país, eliminó las instituciones, subordinó todos los poderes a su capricho, acabó con la economía, con el trabajo, con la producción, con la enorme infraestructura que construyo la democracia para envidia de Latinoamérica, pulverizó la moneda, desato una espantosa inflación, provocó el desabastecimiento y la carestía”; y si fuera poco, sus seguidores compungidos por su muerte, que no aceptan, quieren mantenerlo “vivo” en el ambiente bastante enrarecido de nuestra patria.
Ya vimos al “canciller”, que antes fue agricultor, reformador y multisapiente como todas las fichas del ajedrez “chavista”, rondando por los países adláteres y chuleadores como saltimbanqui y jornalero practicante de magia, para convencer al mundo exterior, ese que le es negado a la cultura “revolucionaria”, de que su comparsa, que hasta hace un año fue orientada y dirigida por el “difunto eterno”, siguieron las reglas de la Madre Teresa de Calcuta, con el debido respeto de esta santa religiosa, para convertir a nuestro país en “el de las maravillas”. Sinceramente, un grandísimo descaro, que con números y “records” comprados con la “petrochequera” que arruinó al país, -dice- que no se merece “el uso de los DDHH con fines ajenos a su verdadera naturaleza por parte de países poderosos, para socavar el entendimiento entre las naciones, quebrantando los principios y normas de la Carta de las Naciones Unidas, que van en detrimento de la paz internacional”.
¡Sinceramente, es risible!. Piensa Jaua, que en este momento de la información abierta e inmediata por las redes sociales, puede presentarse con un discurso kindergaterino para convencer al Órgano Internacional de que “Venezuela, no acostumbra, exponer sus logros y desafíos en estos foros internacionales”, que lo que ocurre en Venezuela, “es el producto de una campaña internacional de mentiras y falsedades que presentan hoy a nuestra Patria en situación de caos y guerra civil...”, y con descaro manifiesta estar “obligado a hablar en nombre del derecho a la paz y a la dignidad que tiene un pueblo libre como el venezolano”. Piensa que el mundo no se ha percatado de lo que ocurre aquí entre nosotros, que tristes y avergonzados hemos tenido que asumir la pena de esta desidia y novelesca “revolución bolivariana”, que nada tiene que ver con Bolívar, ni con revolución, e intenta convencerlos de que hay una campaña de “potencias imperiales” que han frenado su “buena acción de gobierno” y quieren impedir que el pueblo siga disfrutando de las bondades de un modelo “revolucionario socialista”, que atribuye a “poderosos laboratorios mediáticos nacionales e internacionales empleados para una guerra psicológica sistemática “contra mi país, amplificando las noticias negativas que salen de Venezuela, pretendiendo hacer ver que en nuestro país hay un caos generalizado, represión indiscriminada y desproporcionada de las autoridades hacia el pueblo para así justificar la intervención extranjera en los asuntos internos y promover condenas y sanciones injustas”.
¡Que torpe es este canciller! Es capaz de justificar las colas para obtener productos básicos como la causa de la escasez y la inseguridad, pero ya en Ginebra tienen la apreciación de lo que ocurre; y tomamos otro párrafo del antes mencionado Londoño, que hasta nos avergüenza y da tristeza: “El pueblo está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los paniaguados del sistema ven con horror que el sistema ya no tiene mercados para comprar sus conciencias”. Pero pareciera que el sol da luz y al fin, no podrán tapar el sol con un dedo.
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos

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