miércoles, 12 de marzo de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., EL CULTO A CHÁVEZ: REMEDO DEL COREANO KIM JONG-UN

Cuando observé en la televisión el pasado 5 de marzo, la ceremonia que le rendía el régimen a su desaparecido mentor político, a un año de su ausencia  física, con un desfile cívico-militar, que de cívico no tuvo sino la participación de hombres y mujeres, civiles, que actuaron como si de un carnaval se tratará –bueno, coincidió con la fecha – con pintorescos espectáculos en medio de bailes y cuanta faramallera ocurrencia estimaron necesaria para ponerlos dizque a desfilar, se me vino a la cabeza los honores que aún a dos años de su muerte le rindieron los comunistas de Corea del Norte a su líder supremo KimJong-il.

Claro está obviamente, que los honores que le rinden aún al desparecido dictador norcoreano dista mucho, pero mucho, diríamos abismalmente de los que acá en nuestro terruño le rinden sus acólitos al difunto Chávez, padre de la revolución socialista, marxista, bolivariana y por ende comunista, pues los norcoreanos en sus actos de memoria al culto de Kim Jong-il exhiben todo el poderío de su maquinaria bélica, como para intimidar a sus vecinos enemigos del sur (Corea), en medio de cánticos alegóricos a su liderazgo comunista. Su hijo, Kim Jong-un  heredero del gobierno desde el 17 de diciembre de 2011, encabezó la ceremonia en honor a su fallecido padre. Acá en nuestro país, el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, su hijo como se autodenomina, presidió los actos conmemorativos en honor a su mentor, con un desfile en el que fueron fastidiosas las cantaletas en su memoria, las cuales además de repetitivos llegaron a límites inadmisibles como compararlo con el Libertador, y llamarlo “gigante, comandante supremo y eterno” .
Claro está que no es comparable la demostración del poderío militar entre ambos países, es decir, entre Corea del Norte y Venezuela, pero si el hecho de la similitud de rendirle culto a sus líderes, progenitores de su socialismo. La razón de esta fortuita circunstancia, obedece a que ambos países se rigen por un mismo código enmarcado en los once principios de la propaganda puesta en práctica por el Ministro de Información de Hitler, Joseph Goebbels, el cual consiste en adoptar una idea única, un único símbolo e individualizar al adversario en un único enemigo.
 A este principio le sigue el segundo que es el método del contagio, el cual consiste en reunir varios adversarios en una sola categoría o individuo, pues los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Por su parte, el principio de transposición, que es el tercero, tiene que ver con cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque y sentencia que “si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
La vulgarización es otro de estos once principios y refiere que “toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a quienes va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, además, tienen gran facilidad para olvidar”
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, es otro de los principios de la propaganda goebeliana, en el marco de lo que denominó la exageración y desfiguración.
El principio de orquestación, entre tanto, es el que se refiere a que “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incasablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas, para cuyo efecto adoptan la frase de que “SI UNA MENTIRA SE REPITE LO SUFICIENTE, ACABA POR CONVERTIRSE EN VERDAD”.
El principio de renovación en “la necesidad de emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público está ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”
Otro principio es el de la verosimilitud, el cual constituye en “construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos de sonda (ensayo) o de informaciones fragmentarias”.
El silenciamiento es otro de los principios que consiste “en acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, programando con medios de comunicación afines”
La transfusión, otro de los principios tiene que cita que” por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, bien sea por una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”
Y por último, el principio de la unanimidad que no es otra cosa que “llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, creando una falsa impresión de unanimidad”
Si analizamos cada uno de estos principios, comprenderemos de que a lo largo de estos 15 años, desde que llegó al poder  Chávez y ahora su heredero Maduro, el país ha sido manejado bajo la premisa de los principios anteriormente indicados, razón por la cual cotidianamente en todos y cada uno de los actos que realiza el régimen: Maduro, Cabello, ministros, presidentes de institutos autónomos, altos funcionarios y empleados de empresas del estado, entre otros, mantienen un uniforme discurso, cual caletre escolar que les obliga a repetir una y otra vez lo mismo. Basta ver en el rostro de quienes asisten obligatoriamente a los actos oficiales, el fastidio y cansancio que el mismo les produce.
Pero el régimen seguirá empeñado en repetir cotidiana y fastidiosamente las “bondades del socialismo del siglo XXI” – por cierto, fuera de contexto según su mentor Heinz Dieterich, Steffan, distanciado de Chávez desde antes de su fallecimiento y actualmente acérrimo crítico de Maduro – y por eso continuaremos escuchando y leyendo acusaciones de todo cuanto realiza el régimen en contra de sus adversarios de la oposición, como acciones de estos en su prejuicio. Los 23 muertos, más de 1150 detenidos y 670 heridos, desde que se iniciaron las marchas estudiantiles, ya le han sido achacadas a la oposición y muchos chavistas lo creerán, porque permitieron que les introduzcan en el cerebro un pendrive cargado con un  virus contagioso, el cual felizmente tiene reparación.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com 
@_toquedediana

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