sábado, 29 de marzo de 2014

ALEJANDRO MILLAN, REAL Y MEDIO

         La primera merienda que degusté al inicio del ciclo diversificado consistió en un cachito de jamón cuyo importe era un real y un cuartico de leche (mama Carabobo) que costaba medio. Y si bien a diferencia de la canción no podía decir “y siempre tengo mi real y medio”, un satisfactorio desayuno se obtenía con solo75 céntimos  de bolívar. 


         Ello ocurrió a principios de octubre 1.976. En ese entonces mi papá me otorgaba un subsidio escolar semanal (léase mesada) de 20 bs. Recuerdo los billetes verdes con la imagen del Centauro Llanero, el catire Páez avejentado y calvo pero aun recio. Como los productos alimenticios han estado sometidos a una insensata regulación, emplearé el cigarrillo para hacer una comparación. Por una cajetilla se pagaba bs 1,00, por lo que con lo que me daba el viejo Millán se podían adquirir 20 paquetes. Hoy para poder hacer la misma gracia hay que bajarse de la mula con 1.000, bs y que fuertes (un diferencial de 50 veces).  Y conste que no estoy contando los 3 ceros que le quitaron a la moneda. Si no la diferencia sería de 50.000 veces. 

       El propósito de esta remembranza no es el de atormentarlos con los “recuerdos tristes de un pasado alegre”. Lo que deseo enfatizar es el hecho de que la última merienda que engullí en la misma panadería, a finales de junio 1.978, me costó también un real y un medio.

         Traigo esto a colación porque va a ser el detonante, el punto de quiebre, la pavorosa inflación que se avecina y que amenaza dejarnos con los ojos claros y sin vista y de hacer parecer pálida la comparación anteriormente planteada. El aumento de precios en los productos de la cesta básica y la maxidevaluación decretadas simultáneamente por el régimen, golpea ferozmente por igual a los ciudadanos de todos los estratos sociales y de todos los colores. 

              Esta situación revalida; hoy más que nunca, la vigencia de la protesta estudiantil. Nadie pensó por un instante siquiera, que esta iniciativa de los universitarios perduraría en el tiempo. Y ha sido así porque sus reclamos son absolutamente legítimos. Hace una semana la Asociación Nacional de Productores de Papa y Hortalizas, informó que en una asamblea los agricultores de la región de Los Andes decidieron paralizar el despacho de alimentos, a distintas regiones del país, como una medida para protestar en contra de la inseguridad, la escasez de repuestos y las dificultades para conseguir insumos.

         Por aquello de que amor con hambre no dura, la conexión que no se ha podido hacer con las mentes y los corazones de los sectores populares, si será posible a nivel de los estómagos.

         Debemos enfatizar durante las concentraciones (mediante panfletos por ejemplo)  los motivos originarios de las protestas. La inseguridad, la escases, la inflación, el desempleo y la crisis hospitalaria, se acentúan despiadadamente día a día. Los militares son de carne y huesos al igual que nosotros, con padres, hijos familiares, amigos y vecinos que demandan de ellos, respuestas ante su aparente indiferencia. Tengo la convicción que en sus filas hay gran malestar. No debemos pasar por alto el hecho de que la guardia nacional son los más “civiles” (no civilizados) del estamento militar, es decir son algo diferentes. Cuando el ejército, la aviación y la marina actúen, lo harán de manera racional e institucional.

      La cúpula roja no está interesada en dialogar, ni en convenir. Precisamente hoy Aristóbulo arengaba a sus partidarios diciendo que  el pueblo debe estar preparado para enfrentarse con la "oligarquía", que se trata de ellos o nosotros y que solo en la confrontación avanza la revolución. Y al decir oligarca no se refiere al que tiene platica, sino al que piensa diferente. Hoy día según ellos, hasta los pobres de este país son oligarcas. El contraste entre la precaria presencia en la concentración oficialista (obligados incluidos), vs la masiva cantidad de marchantes del sábado, presagia el cambio de proporciones en la militancias de los dos bloques.

         Los groseros atropellos y desmanes de estos día tienen como objetivo único, desanimarnos, desalentarnos. Se hallan prestos a gastar todos sus pertrechos en el asalto final y para ello requieren nuestro repliegue.  No caigamos en su trampa. No desmayemos. Mantengamos la calle caliente. El cambio está más cerca de lo que parece. Dios mediante, la patria nos recompensará.

Alejandro Millan
alejandrormillan@gmail.com

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