La
libertad de prensa, de opinión y comunicación es un elemento fundamental para
que se pueda hablar de un sistema verdaderamente democrático. De allí que -así el gobierno haya sido
“supuestamente” elegido por decisión popular, en las urnas- resulte equivocado
catalogar como democrático a un País como Venezuela donde se aplica la censura
oficial, en cualquiera de sus modalidades.
Si
se impide el libre derrame de la información; si se castiga o se persigue la
expresión de las ideas; si se considera que la opinión publicada en un
periódico impreso es un delito; si las informaciones que suministran los medios
televisivos o impresos y los periodistas son sometidas a control; si los medios
impresos no pueden salir a la calle; o si los medios electrónicos son ocupados,
intervenidos, amenazados o sacados del aire por decisiones gubernamentales, se
esta coartando y cercenando la libertad de expresión..
En
tales casos, con independencia de su orientación ideológica
socialista-comunista, lo que se tiene no es otra cosa que una dictadura
constitucional porque se hacen elecciones a cada rato, con un CNE que deja
mucho que desear. La obstrucción de la libre actividad informativa, es la más
clara certeza acerca de que ha surgido o se ha organizado y desarrollado un
avasallamiento.
La
censura a la prensa escrita o televisiva, no siempre se perfecciona o expresa
en prohibiciones o restricciones directas, mediante violencia o por la vía de
amenazas o por visitas de agentes estatales a los periódicos o televisoras.
También se da cuando los medios son ahogados económicamente, por bloqueos en la
publicidad o privándolos de elementos esenciales al no soltar los dólares para poder comprar el papel.
En
los últimos meses se han conocido preocupantes informes de organizaciones como
la SIP o Reporteros Sin Fronteras acerca de las muchas dificultades y peligros
hoy existentes en países de América Latina para la prensa y los periodistas;
para su labor informativa; para el pleno ejercicio de su libertad.
En
países como Ecuador, Venezuela y Argentina, por ejemplo, se han visto con
demasiada frecuencia actitudes acometedoras de los gobiernos contra los medios
y los comunicadores, por causa de informaciones u opiniones de oposición o
crítica.
Ello
preocupa en alto grado, no solamente en cuanto muestra intolerancia –y por
supuesto es también expresión de debilidad e inestabilidad de los
socialistas-comunistas quienes ejercen el poder- sino especialmente por el alto
precio que en esas circunstancias tiene que pagar la triste democracia, la que
finalmente es la que resulta afectada.
Y
es algo muy triste, en pleno siglo XXI, porque se creía que prácticas
discriminatorias, de censura o de represión contra la libertad de prensa no
regresarían a la región tras la caída de los regímenes militares de los años
setenta y ochenta del siglo pasado, con excepción del régimen castrista.
Lo
último que hemos podido ver, ha sido la salida del aire, en Venezuela, del
canal NTN 24, un medio colombiano que no hizo otra cosa que informar lo que
pasaba el 12 de febrero durante las marchas de protesta al pésimo gobierno
socialista-comunista de Nicolás Maduro. Grave. Gravísimo para la mal llamada
democracia venezolana que ahoga a los diarios impresos tanto nacionales como
regionales y a sus Editores, y una ofensa para los lectores venezolanos, que
convendría merecer el rechazo de toda la colectividad venezolana, junto a la
escasez, el desabastecimiento y la corrupción.
britozenair@gmail.com
@zenairbrito
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