sábado, 15 de febrero de 2014

PEDRO R GARCÍA, ¿ES POSIBLE EL SOCIALISMO DE EL SIGLO XXI?, PUNTO DE QUIEBRE

“No despertamos a la libertad con rostros originales y seguramente como puede explicarse a través del devenir histórico, quizá tampoco tuvimos control de nuestras pasiones. Ergo en consecuencia intentamos nuestros pasos antecedidos por el pecado de la servidumbre intelectual, no hemos tenido un Cicerón que mediara entre los tiempos, las “elites intelectuales”, el pueblo y las influencias exógenas. Por lo que ha sido imposible degustar toda la riqueza que hubiera supuesto tener conciencia de los nuestro, con el aderezo foráneo”.

UBICANDO ALGUNAS PISTAS...

El socialismo una propuesta inacabada, pero no será posible, sin embargo, confrontarse con lo real si no se entiende que la teoría está forzada a registrar los cambios que en el seno de lo concreto ocurre. Si asumimos el dato empírico de que la sociedad humana cambió notablemente en sus modos de producir, vivir y relacionarse desde que Marx lo planteara, en su refutación a Marx, “Habermas no cree en la lucha antagónica de clases, Si no en la existencia de conflictos que exceden, a los partidos e instituciones y desbordan la problemática de la distribución de los recursos materiales” de algún modo ello nos indica el único camino viable para seguir siendo marxistas es: registrar en la teoría dichos cambios y, por ende, replantear la teoría misma. Los reacomodos sucesivos del marxismo darán cuenta y razón de lo que en la realidad sucede así como del sentido de tal acontecer. 

Todo ello obliga a constantes señalamientos respecto a la validez de sus partes integrantes, en relación a los modos y maneras como se transforma y replantea como un todo, en torno a su necesario carácter "Abierto" y ajeno, por esencia, a toda codificación dogmática. De allí la inanidad de hablar de "Ortodoxia" y "Heterodoxia" dentro del pensamiento marxista. 

Tales términos como suele suceder comenzaron a ser aplicados en sentido metafórico. Y por una especie de retroceso hacia uno de los extremos de la metáfora, su significación se amplía hasta llegar a la más crasa inexactitud. De ortodoxia y heterodoxia puede hablarse en función de un pensamiento de tipo religioso, empeñado en tener por la revelación sobrehumana o por otra vía carácter incontrastable, basado en verdades eternas. No cabe imaginar tal cosa en función de una teoría que en su renovación y cambio incesante tiene su razón de ser y encuentra su solvencia al confrontarse en una realidad por definición multiforme y difícil, que sobrepasa al hombre y lo envuelve. 

En efecto: ¿Que entendemos por ortodoxia marxista? ¿Lo es la falsificación estaliniana del mismo? ¿Lo es la respuesta muchas veces ineficaz de Trotsky a esa falsificación? Lenin por ejemplo ¿Fue ortodoxo o heterodoxo? Vinculó el marxismo al principio de autodeterminación de los pueblos con el consiguiente escándalo de Rosa Luxemburgo y emprendió la revolución en un país atrasado, contrariando todos los pronósticos de su maestro. ¿Lo hizo por seguir ortodoxamente sus enseñanzas o porque la realidad lo obligó a ello como única vía para intentar causar eficacia en la acción y validez en la conducta política? Todo marxista verdadero ha de ser ortodoxo y heterodoxo al mismo tiempo, procurando tanto mantener el ímpetu revolucionario de la teoría y vincularla al permanente cambio y mudanza de los usos, fuerzas y tendencias del mundo real.
Cuando señalábamos en un articulo anterior la incapacidad de nuestra izquierda nativa para llegar a una elaboración teórica propia que le permitiera construir un "Camino venezolano" hacia el socialismo no lo hacemos por creerla particularmente inútil o pobre, pero intenta "repetir" el camino que la condujo anteriormente, a las derrotas y resbalones consiguientes. Ello remite al problema de lo difícil de las relaciones del hombre con lo real, a las insuficiencias de la especie, a su necesidad permanente de reasumir el mundo y obligarlo a observar formulaciones racionales que él no encierra en sí mismo.
Así ocurrió en toda Europa a raíz de La Revolución Bolchevique, con el empeño de imitar a los Soviets y "Volver a fabricar" el asalto de Trotsky al poder. Se repitió en muchos países asiáticos a raíz del triunfo (demorado y costoso como el que más) de La Revolución China. 

Así ocurrió entre nosotros a raíz del triunfo cubano. Quizás el caso más ejemplarizante a este respecto sea el chino: si los consejos de Stalin condujeron a una derrota de proporciones espantosas el año 27, el lector acucioso podrá constatar documentalmente que los consejos alternos de Trotsky tampoco constituían el camino hacia el triunfo. Ambos uno de un modo conservador y el otro con más audacia intentaban reducir el hecho nuevo al molde por ellos conocido y se empeñaban en que el proceso se pareciese lo más posible al que ellos vivieron. Ninguno de los dos pudo atrapar la especificidad del caso que tenían por delante, convirtiéndola en una línea política y traduciéndola en una perspectiva de victoria. No la habrá en China hasta que la dirigencia influida por las derrotas y haciendo algo sin precedentes en el marxismo genere una guerra campesina que cerca a las ciudades y disuelve en el tiempo lo que hasta ese entonces era un sólo y mismo acto, desdoblándolo: la toma de las armas y el asalto al poder. En el curso de La Revolución China, la "Acumulación" se hace al margen de los conflictos urbanos, al menos en lo esencial. Tal camino tenía profundas raíces culturales e históricas en la sociedad que se pretendía transformar y se adaptaba a un sinfín de peculiaridades inscritas en la vida del pueblo chino; pero para llegar a él hubo necesidad de muchas caídas y derrotas.
“Hay una verdad incontrastable que, ni los países en los que ha gobernado la socialdemocracia han construido una sociedad socialista, ni los países gobernados por los comunistas, han construido un sistema socialista basado en la libertad”.
¿Es posible una America socialista?
Creemos que América Latina será una sociedad socialista democrática o deberá resignarse a su rol de colonia con una pátina de subdesarrollo mental. En todo caso, un cambio revolucionario según el modelo cubano es radicalmente absurdo e impensable en Latinoamérica, tanto por razones universales como internas.
Pero insistiendo más en los remordimientos que en las glorias del pasado, no se resuelven las dos cuestiones que nos parecen oportunos para hacer presupuestos realistas: ¿por qué fue posible la desmembración y la impotencia del socialismo en América Latina?, ¿por qué hoy vuelve plantearse la marcha hacia el socialismo democrático?
La primera cuestión ha sido objeto de múltiples análisis. Solamente queremos recordar dos tipos de argumentos básicos. En primer lugar la ambivalencia, el carácter contradictorio, de las clases oprimidas en la sociedad liberal burguesa. Por una parte la rebelión revolucionaria, aspira a una sociedad igualitaria sobre la base de la expropiación de los medios de producción. Por otra parte busca mejorar su situación en el marco de la sociedad existente, a través de las presiones y de la negociación. El movimiento de los trabajadores tiende a la vez al reformismo. Este carácter paradójico se encuentra también en el movimiento socialista que intenta un encuadramiento en el Estado liberal burgués: quiere, participar en él, aceptando sus leyes e instituciones, y su ves transformarlo radicalmente, para ponerlo al servicio de la revolución social. La división entre “socialdemocracia reformista” y  “revolucionario” tiene pues elementos objetivos. Pero esta división no se hubiera dado con el antagonismo que ha tenido, si no se hubiese acontecido el derrumbe de La Internacional Socialista en 1914 (arrastrada por la vorágine belicista y nacionalista); la revolución rusa de 1917 y el éxito rápido de la insurrección revolucionaria primero y de la colectivización económica luego; la crisis capitalista y el fenómeno fascista en el período de entreguerras, con la consiguiente radicalización de una parte importante de la clase obrera y también de la intelectualidad; y la guerra fría y la división del mundo en dos bloques opuestos, que cristalizó la división entre el socialismo liberal, defensor del sistema capitalista, y el comunismo que aceptaba como modelo de socialismo el sistema autoritario soviético. Ambas opciones significaban una ruptura con la tradición del socialismo democrático anterior a 1914 y expresaban, ambos, la debilidad relativa del movimiento obrero, dividido políticamente, pero también sociológicamente, entre sectores importantes de la aristocracia obrera y una gran masa de trabajadores marginados del consumo, la cultura y la participación política.
¿Por qué se vuelve a intentar un nuevo recorrido del socialismo Democrático?
En primer lugar, porque la política de dos bloques rígidos a nivel internacional fue entrando en crisis, porque la coexistencia pacífica fue sustituyendo a la guerra fría, y porque la crisis del socialismo del Este (XX Congreso, Hungría, Checoslovaquia, ruptura chino soviética) y de la sociedad americana luego (guerra del Vietnam, crisis económica, Cuba, Nixon), fue dejando a la izquierda mundial y latinoamericana sin guías ni modelos, sin padres ni protectores, con sus propios recursos nacionales. En segundo lugar porque el desarrollo neocapitalista, las transformaciones sociales conseguidas después de 1945, la sociedad de consumo posterior, han integrado desde un punto de vista socioeconómico a los trabajadores en el marco de un Estado representativo y a través de un complejo sistema de partidos y organizaciones sociales. Pero las crecientes demandas sociales no han encontrado una respuesta satisfactoria de parte del neocapitalismo latinoamericano, cada vez más dependiente y más vulnerable (como la crisis reciente ha demostrado), y en el que los intereses del capitalismo privado y del Estado se enfrentan cada vez más con el interés colectivo. La combinación de graves tensiones sociales, entre las demandas mayoritarias y los agentes dominantes privados, con un sistema político democrático, en el que jueguen un rol esencial, los partidos políticos, con sus diversas interpretaciones pero dentro de el marco de una alianza superior planteando la necesidad histórica de la alternativa de un ejercicio democrático plural. En tal sentido, manejar esta realidad requiere de que en el país  superemos el síndrome de la tortícolis histórica, que sufrimos.
Las tres fuerzas esencialmente revolucionarias de nuestro tiempo son el feminismo, el ecologismo y la descolonización del pensamiento, el marxismo científico en su derivación democratica (socialismo), para poder asimilar los logros y practicas de los mismos, debe dejar atrás el esquematismo marxista en clave burocrática y despótica.
Los nuevos y viejos  partidos tienen que ubicar el foco de la discusión en lo programático, en lo epistemológico, lo humano, lo ético, que les permita afirmarse con fuerza entre el pueblo que sigue teniendo preterida su esperanza de redención social. El sentido y naturaleza de nuestra adscripción definitiva a conquistas del ser humano, justicia, igualdad, libertad, como lo recoge Tucdides del discurso de Pericles, en una de las descripciones más vivas y emocionantes de la democracia, pero sobre todo resaltando que en esta lucha tiene que participar todo el pueblo que es el verdadero demóscrato (gobierno del pueblo).
Para quienes se auto-inscribieron para forzar una salida democratica y hoy comienzan a desesperarse, necesario es repasar la historia antigua y reciente; y sin complejos dar una hojeada a la experiencia peruana, acaecida con el general Velasco Alvarado, hay que sospechar de esas falsas firmezas, mientras atesoran riquezas como pretendiendo revivir a los viejos faraones egipcios, y todo sin que hayan construido por lo menos un monumento que los inmortalice en los siglos por venir. Un movimiento político, social, serio, debe diseccionar estas realidades. O se gana el futuro o medrarán por siempre en una suerte de subsumisión, he allí el dilema…
pgpgarcía5@gmail.com

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3 comentarios:

  1. Pedro:
    La pregunta debería ser: “¿ES POSIBLE EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI?”, Hemos visto lo que ocurre si se permite un error al principio (1999): la Venezuela actual (2014). La repuesta a esa pregunta esta detallada en mi libro “VENEZUELA XXI: La Revolución de la Estupidez, publicado en Bogotá, 2011, porque el gobierno me tiene prohibido hacerlo en mi Patria. Gonzalo Palacios Galindo.

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    Respuestas
    1. Saludos Gonzalo: tu libro esta en las librerias nuestras para darle una lectura, y felicitaciones por tu esfuerzo en esa vía,
      amigo,
      Pedor

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    2. Gonzalo gracias por tu lectura, tu libro ¿que editorial? para darle lectura.
      Gracias,
      Amigo,
      Pedro.

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