El totalitarismo cubano está inmerso de nuevo
en uno de sus periódicos procesos de rectificación que tienen como único
objetivo la implementación de legislaciones o decretos que sin afectar la
estructura del poder, reduzcan las posibilidades de una ruptura política-social
o una confrontación entre las familias que integran la nomenclatura.
El régimen está haciendo todo lo posible por
repetir en la economía los éxitos
alcanzados en el proceso de sucesión política en la que Raúl Castro sustituyó
sin traumas a Fidel, y para lograrlo, no tiene otra alternativa que permitir la
odiada inversión extranjera y el enriquecimiento de individuos que en la medida
de lo posible, intentaran que sean del círculo de gobierno.
La nomenclatura insular sabe que su
generación de relevo, aunque pueda estar
dispuesta a usar la fuerza para defender sus intereses, tiene en muchos
aspectos perspectivas diferentes a la de los moncadistas, y uno de esos campos
es el de la producción, porque aunque el
futuro liderazgo milite en el Partido de los Castro, están conscientes que las bayonetas
son excelentes para reprimir a la población, pero no sirven para manejar la
economía.
Los herederos tienen otra formación. Han
disfrutado las ventajas de una vida sin restricciones. Estudiado en
universidades de prestigio, pero lo más importante, saben que el fracaso de la
economía cubana es proporcional al éxito represivo que ha tenido el gobierno y
qué como los tiempos de los subsidio internacionales están llegado a su final, es necesario
impulsar reformas económicas que les garanticen perpetuarse en el poder.
Por supuesto que en esa reinvención que
incluye leyes y decretos que autorizan actividades económicas normales en
cualquier país, incluidos aquellos que se encuentran regidos por dictaduras, no
hay disposiciones que reconozcan derechos ciudadanos y menos libertades
públicas registradas en la declaración universal de los derechos humanos.
La posibilidad de que los cubanos puedan
rentar sus casas o venderlas, la libre compra y venta de autos o facilitar el
establecimiento de cooperativas y otras actividades económicas, todas las disposiciones
siempre incluyen limitaciones, están orientadas en particular a legitimar
negocios que poseen individuos vinculados al régimen, porque son los que
cuentan con recursos para desarrollar actividades productivas que posibiliten
el enriquecimiento.
Por supuesto que estas decisiones también
generan espacios que pueden ser usados por
sectores independientes del gobierno como los trabajadores por cuenta
propia.
La mayoría de quienes se desempeñan en
actividades privadas están en niveles de sobrevivencia, aunque hay quienes con
muchos esfuerzos y sacrificios logran hacer un pequeño capital y otros que
gracias a la ayuda de personas en el exterior, montan negocios productivos que
el régimen siempre está listo para eliminar como ocurrió con los que vendían
ropa confeccionada en el extranjero.
Otro ejemplo de que paulatinamente el régimen
está procurando legitimar las riquezas de sus partidarios previendo un futuro
de libertades económicas que está conscientes es inevitables, es la proyectada
descentralización de las empresas del estado, una decisión que facilitaría el
empoderamiento de los administradores que por sus compromisos políticos
derivaran con el tiempo en propietarios.
La dictadura ha ido desregulando ciertas
actividades económicas y generando más espacio para la inversión extranjera,
que según parece indicar, se irán profundizando según convenga a los intereses
del gobierno.
Tales disposiciones legalizan el
enriquecimiento de los jerarcas y sus familiares y no atentan gravemente contra
la dependencia del gobierno del resto de la población, lo que permite apreciar
que al igual que el desaparecido mandatario venezolano Hugo Chávez aceptó la
formación de una clase económica que disfrutaba de una relativa independencia, la dictadura cubana está promoviendo la
legitimación de una especie de castro burguesía que existe hace años, pero que
siempre han procurado ocultar.
En Cuba habrá millonarios como los hay en
China. La dictadura eliminó el sector productivo cuando accedió al poder porque
la independencia económica de los ciudadanos era una amenaza, pero los nuevos
ricos no serán un peligro a temer porque sus bienes se originan en sus compromisos políticos tanto o más que en
su capacidad productiva.
Cierto que habrá individuos que acumulen
bienes como consecuencia de su trabajo o talento, algo normal en cualquier país
a excepción de Cuba, pero la mayoría de las riquezas serán consecuencia de las
posiciones que ocupen los individuos o porque usufructúan los bienes y recursos económicos
facilitados por la autoridad que
detentaron sus abuelos, padres o cualquier otro tipo de padrinazgo que en su
momento los cubrió con un manto protector.
La represión continua presente y los
mecanismos para su ejecución están perfectamente engrasados, así que solo serán
engañados por los reajustes del castrismo aquellos que quieran serlo.
Pedro Corzo
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