El
12 de febrero marchamos junto a miles de venezolanos que querían junto con los
estudiantes denunciar la crisis del
país.
Esta marcha era serena, se respiraba un aire de renovación. Los
protagonistas eran los universitarios. Todos teníamos suficientes razones para
marchar. La primera es porque tenemos un derecho constitucional que nos permite
la protesta. Muchos salieron a manifestar por el caos en que vive el país. A
cada quien la crisis los toca de distintas maneras y su motivación de estar en
la calle es múltiple y por dimensiones variables. Me encontré con un amigo a
quien le pregunté si estaba como yo acompañando a sus hijos. Me respondió: no,
marcho precisamente porque se me fueron. Marcho con la esperanza que muchos más
de nuestros hijos no se tengan que ir del país angustiados por la inseguridad y
la falta de oportunidades.
La
marcha que vi era pacífica. Rostros de gente buena que quiere un cambio para el
país. Que no apuestan a salidas violentas o inconstitucionales. Mucha gente que
sueña con un país más justo, sin discriminación, con respeto a los derechos de
los que disienten, que quieren un gobierno que sirva a todos por igual sin
segregar, sin insultar, que rinda cuentas y que respete a la oposición.
Los venezolanos que vi marchando no quieren que Venezuela sea conducida por una camarilla de pocos que con los dineros públicos se enriquecen y manejan la nación como si les perteneciera. Esos rostros no quieren un Estado al servicio de un partido político y que se les imponga un modelo de sociedad que no es la que esta reflejada en la Constitución que es nuestro verdadero pacto social por la que debe regirse el conjunto de la sociedad.
Fue
una marcha pacífica, respetuosa, que no tenía porque terminar en tragedia.
Cuando esas miles de personas llegaban a las cercanías de la Fiscalía ya la
señora Fiscal debía de estar al tanto de las dimensiones de la misma. En
respeto a esa masa humana debió haber bajado de sus oficinas a recibir las
demandas de los estudiantes. Eso es lo correcto en una democracia. Ella es una
servidora pública y aunque sus convicciones difieran de los sectores
democráticos del país debió con diligencia aceptar el pliego de peticiones.
Quizás esas vidas se salvan.
El
país esta agitado y el gobierno no quiere
entender. Tiene que acabar con el abuso. El chavismo puede ganar
elecciones pero no son los dueños del país. Tienen que respetar y escuchar las
voces de millones. Hablan de diálogo y en cadena nacional se burlan y amenazan
a los dirigentes de oposición. Insisten en una agenda económica suicida que
tiene al país en la ruina. Su agresividad la lanzan a los estudiantes pero no
logran controlar la delincuencia. El país se agota y se hunde sin ninguna
necesidad. En la marcha que vi la gente lo que quiere es rectificación, respeto
por el otro, paz y que se resuelvan los graves problemas económicos de la
nación evidenciados en una altísima
inflación, escasez, colas, desempleo e incertidumbre.
Los
venezolanos están cansados de que se les hable de paz y democracia en el vacío,
como bien lo expresa Oscar Arias, Premio Nobel de la Paz y ex Presidente de
Costa Rica:
"En ningún país verdaderamente democrático uno va a prisión o es asesinado por pensar distinto o por querer manifestar su oposición a las políticas del gobierno... Venezuela debe respetar los derechos humanos, sobre todo los derechos de sus opositores, porque no tiene ningún mérito respetar sólo los derechos de sus partidarios."
@bernalette1
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