domingo, 23 de febrero de 2014

LUIS MANUEL ESCALANTE, AQUEL VIERNES NEGRO

Hoy se están cumpliendo 31 años de la paralización cambiaria que tuvo Venezuela y que devino en devaluación y control de divisas en nuestro país. Aquel día que la imaginación popular consagró como “viernes negro” aún cuando la suspensión ocurrió el día anterior, jueves 17 de febrero de 1983, solo que el viernes el hermetismo sobre la materia fue mayor.

Siempre he creído que la historia sin contexto es solo un cuento y aquel hecho que constituye un hito en la vida económica de Venezuela no fue un improvisado invento. Las reservas en divisas venían cayendo en forma alarmante y ya se ubicaban en 13 mil millones  de dólares. Entre otros motivos por la fuga de capitales. Muchas personas avizoraban que la situación financiera se agravaba y preferían resguardar su capital sacándolo al exterior.

Además de la fuga de capitales, los ingresos en divisas venían reduciéndose como consecuencia de la caída en los precios del petróleo, debido a falta de acuerdo en la OPEP y los altos inventarios en los países consumidores. La cesta venezolana había pasado de 34 dólares el año anterior a 26 en 1983. Mientras que la renta petrolera global había bajado de 19,3 mil millones al cierre de 1981 a 13,5 mil millones al cierre de 1982. Situación que se venía deteriorando a los largo del primer semestre.

Ante esas realidades se buscaban salidas, pero guardando absoluto silencio hacia la población, por lo que el periodista Coromoto Álvarez, de Última Noticias, le preguntó al presidente Luis Herrera Campíns, en la rueda de prensa del lunes 7 de febrero (el siguiente lunes fue carnaval) “Presidente, qué está planteado: ¿control de cambio o devaluación?”. A lo que el Jefe del Estado respondió en forma tajante: “ni una cosa ni la otra”. Y de inmediato me dio el turno de pregunta a mí, que participaba en esa rueda de prensa en representación de radio Continente.

No obstante esa respuesta del primer mandatario que todos los lunes (excepto los feriados) hacía una rueda de prensa en el palacio de Miraflores, apenas pasaron los días de carnaval la noche del propio miércoles de ceniza se suspendió la venta de divisas. El jueves 17 corrió la noticia y el viernes 18, todo estaba paralizado. Muchos venezolanos varados en el exterior sin saber cuánto valían sus bolívares y, peor aún, si valían.

Fue el domingo 20 cuando –por fin- se realizó el Consejo de Ministro en el cual se decidiría el destino de la realidad cambiaria. El mismo tuvo lugar en la residencia presidencial La Casona, a partir de las 6 de la tarde, yo acudí a cubrirlo por Radio Continente y el vespertino El Mundo, donde hacía unas vacaciones.

Esperábamos que a eso de las 9 estaría todo listo, pero no fue así; luego creímos que a las 10 tendríamos la información, pero quien salió fue un mesonero a traernos “sanduches” y refrescos a lo que comentó el colega Euclides Pérez, quien cubría por RCTV: “¿ay… esto va pa’ largo!”.

Pasadas las 11 de la noche salió el Ministro de Cultura Guillermo Yépez Boscán y nos estuvo contando sobre algunos aspectos de las discusiones que se adelantaban en el Gabinete, pero que hasta esa hora no se había llegado a nada concreto. Luego quien salió, ya casi a las 12 de la noche fue el presidente del Banco Central, Leopoldo Díaz Bruzual, visiblemente molesto. No nos quiso atender. Sus relaciones con el ministro de Haciennda  (hoy día Finanzas) Arturo Sosa, no eran muy buenas, especialmente en esta materia.

Así fueron pasando las horas y las empedradas aceras de la casona se convirtieron en colchones para unos cuantos periodistas, camarógrafos y fotógrafos. Cerca de las cinco de la mañana llegaron dos vehículos oficiales trayendo nuevamente al presidente del BCV. Se notaba que recién se había lavado la cara.

Fue a las 6 y 40 minutos de la mañana cuando por fin hubo declaraciones. El mismo ministro Yépez Boscán convertido en esa ocasión en vocero del Gabinete anunció que se establecería un régimen de cambio diferencial, cuyos detalles dio días más tarde el ministro Arturo Sosa, quien anunció la creación del Régimen de Cambio Diferencial, conocido como RECADI.

El mismo establecía el mantenimiento de un cambio a 4,30 bolívares (de los de antes) por dólar, para el pago de la deuda pública, deuda privada y bienes esenciales. El objetivo era evitar la descapitalización de las empresas que tenían deudas externas contraídas en dólares; un dólar a 6 bolívares, (lo que indicaba una devaluación de 1,70 bolívares o 39,53%) para gastos necesarios y esenciales. Mientras se dejaba un dólar libre o flotante, el cual se ubicó, de arranque en 7,10 para la compra y 7,20 para la venta. El mismo estaba destinado para los viajeros y demás interesados, quienes podían comprarlo o venderlos en las casas de cambio y en los bancos, sin ninguna restricción.

Aquella devaluación para un grupo de bienes y productos fue, como dijimos antes, de 39,53%, por debajo de la ocurrida en enero de 2013, cuando la divisa pasó de 4,30 a 6,30  (dos bolívares más y de los de ahora que valen por mil de aquellos) lo que porcentualmente equivale  a una devaluación del 46,51%. Mucho más que la de aquel viernes negro.

El cambio diferencial que tanto se discutió, no solo en aquel maratónico gabinete del domingo 20 y lunes 21, sino también en las semanas previas, fue para evitar un fuerte impacto en la inflación; sin embargo esta pasó de 2% en 1982 a 16% en 1983, con sus respectivas consecuencias políticas. El candidato oficial, Rafael Caldera, perdió las elecciones del 4 de diciembre de ese año, ante Jaime Lusinchi, de Acción Democrática.

El resto de la historia se los contaré otro día.

Luismanuel.escalante@gmail.com
@Luis13Escalante

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